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Exposicion 2015-04-06 18:21

Expone el Museo de la Ciudad de Mexico las retrospectivas de Lucinda Urrusti y Enrique Climent

Expone el Museo de la Ciudad de México las retrospectivas de Lucinda Urrusti y Enrique Climent



Las muestras de los artistas plásticos serán inauguradas el próximo jueves 16 de abril y permanecerán en exhibición hasta el 12 de julio

Muestras retrospectivas de los artistas plásticos Lucinda Urrusti y Enrique Climent, quienes formaron parte de la llamada generación de La Ruptura, se expondrán en el Museo de la Ciudad de México a partir del próximo jueves 16 de abril y hasta el 12 de julio.

Además de compartir su origen español, ambos abandonaron su país natal y llegaron a México, donde produjeron una vasta obra que se alejaba de la influencia del nacionalismo, entonces en auge en el país.

El poeta guatemalteco Luis Cardoza y Aragón definió a la generación de La Ruptura como un “momento en la historia del arte en México en el que los discursos artísticos se multiplicaron y el individualismo se reforzó para bien de la colectividad”.

La intuición de la libertad, exposición antológica de Lucinda Urrusti, es una muestra que reúne un total de 74 piezas, entre las que hay obras de caballete, gráfica, dibujo, objetos y cerámica, sobre cinco núcleos temáticos recurrentes en su vida profesional: Animales, Abstractos, Retrato, Naturaleza Muerta, Desnudo y Figura Humana.

Lucinda Urrusti (Melilla, Marruecos español, 1926) llegó a México en 1939, al lado de su familia, como exiliados de la Guerra Civil Española, y su formación artística fue más bien autodidacta, aunque tomó talleres libres en la Escuela de Pintura y Escultura “La Esmeralda” con Jesús Guerrero Galván, Agustín Lazo y Federico Cantú.

Su generación está vinculada con los artistas de La Ruptura, quienes buscaron abrirse espacio frente al arte hegemónico nacionalista, proponiendo nuevas formas de expresión más acordes con el arte internacional de su momento.

Entre las piezas de caballete están presentes técnicas como óleo sobre tela y sobre madera, así como técnicas mixtas que han sido recurrentes en su obra, en la que incorpora tela, cerámica, collage, metal y alambre.

A su vez, dentro de la gráfica hay aguafuerte y litografía; de dibujo, lápiz, crayón, pastel, sanguina y carboncillo, y se exhibirán piezas elaboradas en madera y piedra, para mostrar al público el trabajo versátil de esta creadora.

Asimismo, se incluirán algunos documentos, libros, catálogos de exposiciones, revistas y fotografías captadas por la lente de los Hermanos Mayo, Rogelio Cuéllar y Paulina Lavista sobre la vida y obra de Lucinda Urrusti.

De acuerdo con el curador, Eduardo Espinosa, se trata de una exposición antológica porque abarca una selección de las obras más representativas en la producción artística de Urrusti, la cual permite tener una visión general de sus más de sesenta años de intensa y productiva labor artística.

En entrevista, Espinosa adelantó que el criterio de la curaduría se basó en torno a los cinco temas recurrentes en su obra, y aunque ha habido muchas exposiciones de Lucinda Urrusti, ésta es la más completa, no tanto por la cantidad de piezas sino por la diversidad de temas que se están incluyendo, ya que generalmente se resaltan sus creaciones más recientes.

Los temas elegidos se advierten desde los inicios de la creadora, en los años cincuenta, cuando Urrusti tiene ya una presencia en el campo artístico mexicano, y se mantienen presentes hasta hoy en día, pero siempre de una manera novedosa.

Así, la pieza más antigua que se incluye en la exposición es un retrato de Juan Rulfo, que la pintora realizó en 1953, el resto es obra que creó a partir de los años sesenta y hasta 2014. Esto permitirá que el público advierta la evolución de cada uno de los temas a lo largo de su producción.

Aunque según la propia Urrusti, se “va trabajando según el deseo de lo que se quiere hacer en ese momento, de lo que uno está motivado, pero sin propósito definido”.

Para Eduardo Espinosa, en La intuición de la libertad resaltan muchas piezas, hay excelentes obras de carácter abstracto, como Siena o Brocha negra y blanca, “porque ella siempre se ha movido entre la frontera de la abstracción y el realismo”; mientras que en los desnudos, generalmente femeninos, sobresalen desnudos horizontales con fondo blanco, otro con fondo negro y una litografía de un desnudo persa.

“Da la impresión de que las figuras estuvieran emergiendo de la tela, o a la inversa, como si estuvieran desapareciendo; son figuras un poco como esfumadas, son atmósferas muy sugerentes, que es una de las cualidades específicas de Lucinda Urrusti”, refirió el curador.

Entre los retratos, comparte Espinosa, está uno que Lucinda Urrusti hizo de su madre, un dibujo a lápiz de pequeñas dimensiones en el que se puede ver muy bien el rostro de perfil de su madre, pero la cabeza y el cuerpo están resueltos a manera de líneas, muy precisas pero muy libres que dan esa idea de la figura sin que realmente se esté viendo. Además, hay retratos de escritores como Octavio Paz y Gabriel García Márquez.

Para Espinosa, Lucinda Urrusti es una de las grandes retratistas de México, muestra de ello es que en 1961, cuando ella tenía entre 34 y 35 años, fue incluida en una exposición en el Palacio de Bellas Artes en la que se exhibía la obra de los mejores retratistas de México que había hasta principios de los años sesenta, donde había figuras como Diego Rivera, Frida Kahlo, José Clemente Orozco, Juan O'Gorman, Pablo O'Higgins, Jesús Guerrero Galván y Jorge González Camarena.

Asimismo, indicó que Justino Fernández, uno de los grandes historiadores del arte mexicano, en los años sesenta también la menciona dentro del grupo de las grandes retratistas de México.

“La de Lucinda Urrusti es una obra de mucha sugerencia, esto también exige que el público interprete y saque sus propias conclusiones; no es una obra que se vea a la primera y se entienda, sino que invita mucho a la reflexión”, aseguró Eduardo Espinosa.

El curador también subrayó que la obra de Urrusti tiene un carácter muy intimista, como lo muestran los desnudos, los retratos y hasta la naturaleza muerta, y consideró que ver esta exposición será un privilegio porque es una gran artista que sigue activa en su creación artística.

Mientras que para la artista de más de 80 años, es importante exponer en el Museo de la Ciudad, un recinto enclavado en la capital mexicana y que le ha abierto las puertas con un amplio espacio para mostrar su obra.

También se inaugurará la Exposición retrospectiva de Enrique Climent, muestra homenaje al artista, a través de una revisión de su obra a lo largo de sus sesenta años de trayectoria, la cual está integrada por 120 piezas de obra pictórica enmarcada, de técnicas como óleo, gouache, tempera, acuarela, lápiz, tinta y carbón; así como por alrededor de 50 caricaturas, ilustraciones y bocetos

Enrique Climent (Valencia, España, 1897–Ciudad de México, 1980) estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia; colaboró ilustrando para diferentes publicaciones como Blanco y Negro, Atlántico, La Gaceta Literaria, Luz, Hoja Literaria y los periódicos ABC y Noreste. En 1939, por la Guerra Civil abandonó España y llegó a México, donde se dedicó plenamente a la pintura y realizó su más importante obra. De 1940 a 1977 realizó 28 exposiciones individuales y participó en importantes certámenes internacionales.

Su producción artística está vinculada al movimiento de La Ruptura, en el que se inserta específicamente en el plano temporal e ideológico, con un discurso pictórico alejado de las temáticas que desarrollaron la Escuela Mexicana de Pintura y el Muralismo de la primera mitad del siglo XX en México.

Sus primeros años en el país se definen por su interés en el retrato, el paisaje y la naturaleza muerta; se aleja de las corrientes vanguardistas e incursiona en una pintura individual más libre. En la década de 1940 adquirió reconocimiento en México, exponiendo en las principales galerías de la ciudad junto con artistas de la talla de Carlos Mérida, Rufino Tamayo, Alice Rahon, Juan Soriano, entre otros.

Pilar Climent, hija del artista y curadora de la exposición, junto con Brenda Luna, indicó que se realizó una curaduría cronológica para representar desde lo que pintaba en España antes de la Guerra Civil, entre los años veinte y treinta, hasta su muerte en 1980.

No obstante, antes de entrar a la cronología, la primera sala de la muestra contiene las piezas más emblemáticas de Climent, entre las que está la obra Rito negro. De igual manera, se exhibirá una reproducción de su taller-estudio de pintura, con una foto mural de lo que era y con algunos de los muebles y piezas que usaba, como en una especie de escenografía del lugar.

Ya en la cronología, se podrán apreciar piezas representativas de las vanguardias de 1920 y 1930, que pintaba Climent en España; así como algunos dibujos que sobrevivieron a los campos de concentración y al barco en el que viajó hacia México.

Luego seguirán las creaciones de sus primeros años en México, en las que vuelve a la pintura realista, como parte de llegar a un país nuevo y empezar de cero. En esta etapa hay obra muy valiosa de retratos.

De acuerdo con Pilar Climent, para los años cincuenta su padre entra a una pintura más propositiva, colorida y bastante cubista; mientras que en la época de los sesenta su obra alcanza la madurez y se consolida, aunque su primer retorno a España lo remite a volver al paisaje.

A lo largo de los últimos veinte años de su vida, Enrique Climent pinta “como desde un recuerdo”, pero dejando salir toda una faceta poco conocida de su humor y que alcanza al dibujo, la caricatura e incluso algunos escritos.

“Al final decidió que quería divertirse y jugar un poco, ya que hizo obra que llamó divertimentos y ésta es una etapa muy simpática llena de dibujos y cosas llenas de humor”, dijo Pilar Climent, al tiempo que compartió que curar la obra de su padre fue “una experiencia vivencial, como si lo estuviera invocando” y requirió de adentrarse a un mundo tan rico que le recordó su admiración por el gran artista que es.

Según Pilar Climent, tener reunida la obra en esta exposición permitirá al espectador conocer todo el mundo del artista: mientras que los jóvenes podrán descubrirlo, la gente mayor redescubrirá al gran pintor que fue, así como su fuerte personalidad y su mentalidad con respecto a la pintura, pues creía en un arte sin discurso político.

“Era poco amigo de discursos, creía mucho en la pintura abstracta, en que la forma en que estuviera pintada y el mundo que nos presentara fuera la que le diera la calidad y la fuerza a la propuesta”, apuntó la cocuradora.

Las exposiciones serán inauguradas el jueves 16 de abril, a las 19:00 horas, y permanecerán en exhibición hasta el al 12 de julio en el Museo de la Ciudad de México (Pino Suárez 30, Centro Histórico).


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