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Teatro 2018-03-22 08:34

Rinden homenaje a la fundadora del Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena

En el Museo Nacional de Culturas Populares


Rinden homenaje a la fundadora del Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena

ï‚· De la pluma de María Alicia Martínez Medrano emanó un teatro
comunitario de magnitud revolucionaria

La Secretaría de Cultura del Gobierno de la República rindió un sentido homenaje a
María Alicia Martínez Medrano (1937-2018), quien en su amplia trayectoria llevó el
poder transformador del teatro, uno de tintes revolucionarios, a diversos rincones
del país.


El Museo Nacional de Culturas Populares fue la sede para recordar a esta
destacada mujer de teatro, creadora del Laboratorio de Teatro Campesino e
Indígena, con un conversatorio y la lectura en atril de dos de sus obras
emblemáticas: Los alaridos y El silencio de Dios.
En el acto, Antonio Crestani, director general de Vinculación Cultural, a
nombre de la secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, recordó que
María Alicia “sabía que tenía que hablar y con su teatro le dio voz a los pueblos”.
Agregó que “el teatro tiene la capacidad de cambiar a la sociedad y la
maestra Martínez Medrano, toda una visionaria, fue mucho más allá: involucró e
incluyó a la sociedad para transformar la realidad. Descanse en paz la maestra
María Alicia Martínez Medrano y que su labor y su memoria perduren por siempre”.
Por su parte, Jacinto Chacha, director general de Culturas Populares,
Indígenas y Urbanas, también de la Secretaría de Cultura, destacó que Martínez
Medrano hizo no sólo un teatro transformador, sino incluso revolucionario.
Nacida el 24 de noviembre de 1937 en Ciudad Obregón, Sonora, fue una
mujer de carácter firme, pero sencilla y dulce, con buenas ideas a la mano, una

persona que entendió el tiempo que le tocó vivir y lo puso en su obra, además de
que relacionó a los pueblos originarios con el teatro.
En 1964 ganó el Premio Nacional de Teatro por Los Alaridos, montó obras
multitudinarias con más de 170 actores indígenas y campesinos en selvas, valles y
cerros, a veces hasta con elefantes y cocodrilos e incluso su versión indígena de
Romeo y Julieta, llegó al central Park de Nueva York.
Delia Rendón, directora del Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena,
indicó que Martínez Medrano, a quien llamaban Marily, fue una luchadora
incansable, que creía en la función social del teatro, el cual acercó a estudiantes y a
trabajadores, para brindarles formación y diversión.
Después de estas presentaciones vino el conversatorio, donde Alberto
Lomnitz, coordinador Nacional de Teatro, leyó un texto de María Eugenia Márquez,
quien rememoró uno de los aspectos fundamentales en la trayectoria de Martínez
Medrano, el proyecto nacional de guarderías infantiles.
Marily, quien siempre estuvo en movimiento y creación, consideraba que los
niños nacen para ser felices, de ahí su preocupación por brindar protección a los
niños en México, pues como señaló la escritora Elena Poniatowska, a Martínez
Medrano le interesaba la educación, por la cual veló con descomunal generosidad y
capacidad de entrega totalmente desinteresada.
Raquel Sosa, quien también participó en el conversatorio, indicó que la magna
obra de Marily está marcada por la defensa de la dignidad de los pueblos, en la que
hacía una recreación de la belleza a través de la multitud, como fue el caso de un
Árbol de la Vida que desplegó en el Zócalo capitalino con la participación de 30
pueblos originarios.
Finalmente, la crítica e investigadora teatral Luz Emilia Aguilar Zinser,
consideró que el mejor homenaje es volver la mirada a sus proyectos de guarderías
y teatro comunitario, ya que Martínez Medrano quería gente pensante, conocedora
de su origen e identidad, a partir de sus raíces.
Aguilar Zinser, quien recientemente terminó un libro sobre la vida y obra de
Martínez Medrano, destacó su personalidad deslumbrante y admirable para hacer

un teatro comunitario de magnitud revolucionaria, a partir de la batalla contra la
discriminación.
Reiteró que Marily veía al teatro como un vehículo de transformación de las
personas a través del lenguaje corporal, con lo cual cambió la postura tradicional de
sumisión de los indígenas, que trajo consigo una enorme transformación en los
pueblos.
Aguilar Zinser comentó que a pesar de la capacidad de dialogar con el poder,
Martínez Medrano fue víctima del machismo y por su gran capacidad de mando,
acotó Poniatowska, muchos le tuvieron miedo, pues como advirtió Raquel Sosa,
logró que la expresión de los pueblos originarios no fuera algo folclórico, sino de
dignidad teñida de belleza.
El merecido homenaje a esta mujer de talento teatral extraordinario concluyó
con la lectura en atril de Los alaridos y El silencio de Dios, a cargo del Laboratorio
de Teatro Campesino e Indígena, con la participación de las actrices Angélica
Aragón y Ana Ofelia Murguía, con lo cual el público pudo disfrutar una vez más de
estas magníficas obras.
AGB

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