A la escena se suma el lenguaje cinematográfico mediante el recurso del circuito cerrado, que además de dotar de un carácter confesional a la puesta en escena, permite al espectador profundizar en los detalles gráficos del diario personal de Hedda así como en sus gestos
y micro-expresiones captadas por la lente de la cámara, que hacen de esta una experiencia íntima.