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Gustavo Sainz, parteaguas de la literatura mexicana



Como director de Literatura del INBA hizo importantes aportaciones



Gustavo Sainz, parteaguas de la literatura mexicana



· El autor de Gazapo, obra que abrió un nuevo panorama en las letras, fue recordado en el Palacio de Bellas Artes




Como un parteaguas en la literatura mexicana, fue recordado el escritor Gustavo Sainz, autor de más de 20 libros y quien, junto a José Agustín, formó parte de la Literatura de la onda, en un homenaje realizado en el Palacio de Bellas Artes, a casi tres meses de su fallecimiento.



En el acto, el también escritor Hernán Lara Zavala destacó que Gazapo de Gustavo Sainz y De perfil de José Agustín, abrieron un nuevo panorama en las letras, por la inclusión de personajes jóvenes, muy de la época y con un lenguaje fresco, no el explorado y explotado por otros autores como Carlos Fuentes, Martín Luis Guzmán y Ricardo Garibay, que eran muy buenos en reproducir el habla de la clase media de la Ciudad de México.



En Gazapo, obra publicada en 1965, Gustavo Sainz hace “esa inclusión de los jóvenes como parte de las novelas, quienes rememoraban un poco a los rebeldes sin causa, y el lenguaje que ellos estaban utilizando ya no se parecía en absoluto a los lenguajes populares, sino que ya era un lenguaje muy marcado, sobre todo por una nueva manera de expresarse”.



Sin embargo, agregó Lara Zavala, la originalidad radica en que desde Gazapo su autor ya tenía el anhelo de experimentación con el lenguaje y las estructuras narrativas, que lo llevó a la utilización de recursos novedosos en sus novelas como, por ejemplo, contar la historia en un plano no lineal, intercalar escenas, poner diálogos que pueden venir antes o después, así como inventar sueños, lo que le da profundidad, complejidad y atractivo a su obra.



Además, un humor cáustico, sabroso e interesante, que hacen de los libros de Sainz algo memorable, como por ejemplo La princesa del Palacio de Hierro (1974), con el que obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia y Obsesivos días circulares (1969), una obra muy original que se sostiene literariamente al pasar de los años.



Para este homenaje, Lara Zavala releyó Gazapo, según dijo, que en su época leyó conmovido y emocionado porque abordaba a la juventud mexicana, y ahora lo volvió a disfrutar, por lo que la presencia de Gustavo Sainz sigue vigente y tan viva como siempre.



Por su parte, la especialista Luz Elena Gutiérrez, quien fuera alumna de Sainz, celebró que este homenaje se realizara justamente en el Palacio de Bellas Artes, ya que fue un lugar recurrente en la novela de Gazapo, pues sus personajes continuamente acudían a los conciertos que ahí se realizaban, pero que también tuvo un papel importante en la vida del autor.



Gazapo, apuntó, fue un acontecimiento literario en México, pues se trataba de una narrativa joven y sobre los jóvenes, aparentemente despreocupada y desprejuiciada, fresca, malhablada en el sentido de usar malas palabras, efervescente y por otro lado, la devastadora crítica que se dio en aquel momento, de aquellos que estaban en la búsqueda de una literatura más pulida, más acotada a los modelos tradicionales.



A pesar de ese estilo narrativo fresco, destacó la especialista, en Sainz había una preocupación por la escritura y la exploración de las posibilidades de la expresión literaria, por ejemplo con la conjunción de voces, ya que era un conocedor de la literatura estadounidense, europea, latinoamericana y mexicana.



En este sentido, el escritor y crítico literario Ignacio Trejo Fuentes advirtió que Sainz “leía como loco y sabía como dos locos” y lo recordó por sus importantes aportaciones al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), donde fungió como director de Literatura.



Gustavo Sainz, dijo, fue quien inventó las presentaciones de libros como las conocemos en la actualidad, pues antes se hacían sólo con amigos en una casa o restaurante donde no había público ni prensa, abrió espacios a la difusión de las obras en lecturas realizadas en el Palacio de Bellas Artes a donde invitaba a personajes de la talla de Mario Vargas Llosa y Mario Benedetti y que eran aderezadas con magníficos cocteles.



También ideó la apertura de la librería e instauró el suplemento cultural La semana de Bellas Artes, uno de los mejores que ha habido en México y que llegó a tener tirajes de 300 mil ejemplares.



Por ello, Ignacio Trejo se pronunció porque alguno de los espacios que existen en el Palacio de Bellas Artes lleve el nombre de Gustavo Sainz, propuesta que fue vivamente aplaudida por los asistentes.



Finalmente, Sara Poot, quien fungió como moderadora de esta mesa, destacó que Sainz era jovial, entusiasta, chistoso, en cuya casa al parecer no había cama, pues estaba llena de libros, alebrijes y películas.



“Varias sinfonías tiene la literatura mexicana, la oralidad de Rulfo, de Arreola, de Poniatowska, pero la oralidad de Gustavo Sainz esa orquestación que hace de voces, es impresionante”.



Cabe señalar que Gustavo Sainz (Ciudad de México, 1940), falleció el pasado 26 de junio en la ciudad estadounidense de Bloomington, Indiana, en cuya universidad se dedicó a la academia y donde dirigió más de 40 tesis de doctorado.



AGB

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