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LA INDUMENTARIA, NUEVO CAMPO DE LA INVESTIGACION
LA INDUMENTARIA, NUEVO CAMPO DE LA INVESTIGACIÓN
*** La vestimenta permite estudiar la economía, arquitectura, la vida cotidiana y los usos y
costumbres de una época, aseguran especialistas
*** La moda también hace referencia a la moralidad, los atavismos y los fetiches de una época
determinada, explican
El estudio sistemático de la indumentaria es un nuevo campo de investigación, porque las
prendas no sólo son vestidos bonitos, sino cultura; son piezas que permiten estudiar la
economía, la arquitectura, la vida cotidiana, los usos y costumbres de una época, coincidieron en
señalar especialistas convocados a reflexionar sobre el tema, con motivo de la exposición Hilos
de Historia: Colección de Indumentaria del Museo Nacional de Historia, que se presenta en el
Castillo de Chapultepec.
La importancia de los vestidos radica en que otorgan identidad y proporcionan
información de un momento histórico, expresó la historiadora del arte María del Carmen
Arechavala. “El uso de faldas tipo panier —amplios en las caderas— cobró auge durante el
virreinato, y dio origen a que se ensancharan las sillas y las puertas, es decir, la prenda influyó
en la arquitectura y el diseño industrial”.
La moda alude a la moralidad, los atavismos y los fetiches. En el siglo XVIII, las mujeres
mostraban sin pudor casi todo el busto, y era socialmente aceptado, pero nadie enseñaba los
pies y menos las piernas, excepto féminas dedicadas al trabajo sexual, quienes dejaban ver sus
pies y parte de la pantorrilla, abundó la experta.
A las mujeres de la Nueva España —prosiguió la historiadora— se les entrenaba desde
muy temprana edad para usar el corsé, aunque en ocasiones tal ceñidor les provocaba fracturas
en la caja torácica. Cuando eran adultas, sus embarazos no se lograban por lo ajustado de las
prendas, lo que no ocurría con las señoras del pueblo, que procreaban gran número de hijos
porque no fajaban su cuerpo.
La estética virreinal también impulsaba a las mujeres a calzar zapatos pequeños, pero a
costa de verse casi imposibilitadas para caminar.
Esta tendencia de portar ropa ceñida al cuerpo también incluía guantes de dos tallas
menos, con el propósito de que les entraran los anillos y brazaletes, símbolos de estatus. Debido
a tal dificultad para vestirse, la señora de élite se rodeaba de al menos cinco doncellas,
encargadas de colocarle corsé, guantes, zapatillas y demás accesorios.
Por su parte, el historiador estadounidense James Middleton, quien se ha enfocado en la
investigación de los atuendos virreinales, destacó que la exposición Hilos de Historia: Colección
de Indumentaria del MNH es una gran aportación del Instituto Nacional de Antropología e
Historia, a través del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, a este nuevo campo
de estudio.
El especialista explicó que la moda entre la clase alta novohispana durante el siglo XVIII
no estuvo plenamente influida por el gusto francés, sino que rápidamente adquirió un cariz
cosmopolita similar al de Madrid y Venecia, ciudades donde lo mismo se compraban relojes
ingleses, que prendas francesas y música italiana.
En la capital virreinal, la moda no la dictaba la élite, sino la población mestiza; ésta
transformó los vestidos españoles de dos piezas en prendas típicamente americanas, con
cuerpos lisos (blusas) y faldas estampadas, como se aprecia en los biombos y cuadros de
castas de la época.
Las faldas estampadas no se conocían en Europa, pero fueron muy populares en la
Nueva España en el siglo XVIII y las portaban las mujeres de todas las clases, abundó el
historiador de la Universidad de Nueva York.
Derivado del comercio con Manila, añadió, se usaban sedas y telas estampadas
procedentes de Oriente, mucho más baratas que las europeas. Además, los avances
tecnológicos propiciaron un aumento en la producción de plata y muy pronto la capital virreinal
se transformó en la ciudad próspera con palacios y una sociedad aristocrática.
Al igual que las mujeres de la capital virreinal, los hombres no quedaron excluidos de las
tendencias europeas del vestir, dándole su toque al traje inglés de tres piezas (chaqueta,
chaleco y pantalón).
“El puño exagerado en las casacas fue una moda de la Nueva España. En Europa sólo
se acostumbraba a combinarla con el chaleco, mientras que en la capital virreinal las prendan
mostraban un ornamento exuberante. Esta exageración en el vestir estuvo ligada con el
comercio con Manila, que incluía telas contrastantes”, puntualizó.
Para 1740 los puños exuberantes quedaron atrás, y los caballeros se vistieron con trajes
al estilo de los uniformes de la Corte española, que usaban como vestimenta de diario y para los
casamientos. A finales de esa centuria, la casaca sufrió otro cambio y fue recortada del frente al
más puro estilo inglés del frac.
Para conocer más sobre la historia de la moda, se puede acudir a la exposición Hilos de
Historia: Colección de Indumentaria del Museo Nacional de Historia, que reúne 180 atuendos de
distintas épocas. Permanecerá abierta hasta el 2 de agosto en horario de 10:00 a 17:00 horas. El
costo de entrada es de 64 pesos. Niños menores de 12 años, estudiantes y maestros con
credencial, adultos mayores de 60 años y pensionados no pagan. El domingo la entrada es
gratuita. El Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, se localiza en la Primera
Sección del Bosque de Chapultepec.
Palabras Clave:
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