Esta historia se remonta a la época virreinal en Vetagrande, Zacatecas, cuando dos amigos, Misael Galán y Gildardo Higinio, hartos de no recibir el pago suficiente por su trabajo, emprendieron una aventura en busca de riquezas propias, adentrándose en la sierra zacatecana.
Después de muchos meses en los que los amigos soportaron las inclemencias del tiempo y un sinnúmero de peligros que los acechaban, encontraron una extraña cueva y, al adentrarse, descubrieron una veta madre en la que excavaron y excavaron, pero, después de mucho trabajo no encontraron nada. Gildardo, molesto y exhausto gritó: ¡Maldito seas, cerro infernal! ¡Ya entrégame mi riqueza!