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Museos 2016-05-31 15:54

Analizan la realidad historiográfica de las crónicas indígenas sobre la Conquista de México

Analizan la realidad historiográfica de las crónicas indígenas

sobre la Conquista de México

* Los cronistas indios formaron parte de un sistema colonial, de manera que los textos que escribieron

fueron hechos bajo formatos literarios occidentales y sirvieron para legitimar el poder hispano en

América

* Los especialistas Guy Rozat y José Pantoja participaron en el ciclo de conferencias Tejiendo la

Historia, que organiza la Dirección de Estudios Históricos del INAH

Las crónicas sobre la Conquista de México, como la de Fernando Alvarado Tezozómoc, deben releerse

con una mirada historiográfica laica y científica, y no desde el pensamiento teológico y moral con las

que fueron escritas hace más de cuatro siglos, señalaron los investigadores Guy Rozat y José Pantoja,

en el ciclo de conferencias Tejiendo la Historia, que desarrolla la Dirección de Estudios Históricos del

INAH.

Guy Rozat, investigador emérito del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH),

puntualizó que esas crónicas sirvieron para legitimar el poder hispano en América. “Los autores

escribieron sus relatos a partir de un complejo teológico y moral, para mostrar la gesta de Dios en estas

tierras, y decir cómo la Divina Providencia empujaba a su pueblo elegido, el español, a apoderarse de

los nuevos territorios y sus riquezas”.

En esas crónicas, dijo, no hay nada verdadero a pesar de sus títulos, como La historia verdadera

de la Conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, porque en ellas el criterio de

veracidad que las sustenta no tiene nada que ver con el principio que intenta construir la historia

científica desde la segunda mitad del siglo XIX.

El trabajo de los historiadores y los periodistas, explicó, se funda en la idea del testigo para que

su producción sea considerada verídica, y debe construirse con una adecuación discursiva entre un algo

que ocurría y un relato que se construye como verdadero, pero en los siglos XVI y XVII, la verdad era

mucho más fluctuante y, finalmente una bonita historia, moralista, retóricamente construida.

Añadió que la historia clásica reporta que años antes de la irrupción de los españoles en las

tierras de Anáhuac, una serie de presagios perturbaron la psique y la organización social de los

indígenas que, incapaces de pensar una respuesta adecuada y obnubilados por el recuerdo de los antiguos augurios que contaban que los dioses regresarían para apoderarse de nuevo de sus tierras, no

pudieron enfrentarse a la nueva coyuntura y el jefe supremo entregó su imperio como lo ordenaban las

profecías.

Lo interesante, dijo, es que los textos hispanos contenían las profecías. El discurso de la entrega

del imperio empieza en las cartas de Hernán Cortés y culmina en el Capítulo XII de la obra magna del

franciscano Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de la Nueva España.

El profesor e investigador del INAH, quien ha dedicado 45 años de su vida a estudiar esta etapa

de la historia a través del Seminario de Historiografía “Repensando la Conquista”, sostuvo que si se

toman en cuenta todos estos escritos se tiene una bella historia, un cuento edificante, pero no un

documento que pueda considerarse hoy histórico. “Lo que pretendía Cortés, y tras de él la Iglesia y los

funcionarios culturales al servicio de la monarquía, era que a través de esa ficción se construyera la

legitimación del poder hispano en estas tierras.

“Cortés a través de sus cartas intentó construir una imagen del conquistador moralmente

impecable. Y sus ‘crímenes’, como la masacre de Cholula, están contados bajo la protección retórica de

la traición. No es una masacre, sino el castigo merecido de unos traidores”, expuso Guy Rozat.

El antropólogo José Pantoja señaló que si se quiere saber un poco de la historia y de la

civilización prehispánica, el último lugar donde se debe buscar es en las crónicas coloniales por más

“indias” que se presenten.

Tezozómoc y el resto de los cronistas indios adquieren importancia en la medida en que se

cuestiona el carácter evangelizador, cristiano, hispánico y medieval de los textos de Sahagún, Durán o

De las Casas, porque si recurrimos a los relatos indios, “sospechosamente” veremos que dicen lo

mismo que sus mentores religiosos.

El origen étnico de los cronistas, prosiguió el investigador de la Escuela Nacional de

Antropología e Historia (ENAH), se vuelve la clave para dotar de verdad y autenticidad a los relatos, y

para convertirlos en depósito de una supuesta memoria prehispánica o, por lo menos, de una memoria

de los vencidos.

El parecido entre las crónicas de indios y españolas fue un problema historiográfico en el siglo

XIX. “Esta identidad discursiva no representaba un conflicto hasta los primeros años del México

independiente, lo fue cuando la historia científica (historicista y luego positivista) trató de dotar de un

pasado cultural digno al nuevo Estado mexicano”.

Si los textos de Alvarado Tezozómoc, subrayó, están conectados con el resto de las crónicas de

la Colonia, no se debe a que los conquistadores hayan sido vencidos por la cultura prehispánica y se

esforzaran por rescatarla, sino porque él, Domingo Chimalpahin y Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, los

cronistas indios, formaron parte de un sistema colonial y participaron de la cultura y mirada cristiana

occidental.

“La Crónica Mexicana y la Crónica Mexicáyotl se hicieron bajo formatos literarios medievales

occidentales, en tanto que el autor (Tezozómoc) las tituló crónicas, porque asumió que estaba siguiendo el modelo de la crónica real o imperial española, pero no lo hizo para meter un contenido prehispánico,

lo que pretendió fue dar un lugar a su pasado en la historia cristiana”.

La siguiente sesión del ciclo de conferencias Tejiendo la Historia se efectuará el próximo 2 de

junio a las 17:00 horas, con la ponencia La modernidad de las ciudades de Latinoamérica y el

Mediterráneo. Miradas cruzadas, que dictará José Luis Gómez Ordoñez, catedrático de Urbanismo y

Ordenación del Territorio de la Universidad de Granada. La cita es en la Dirección de Estudios

Históricos, en calle Allende 172 esquina Juárez, en el centro de Tlalpan.

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