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Música 2015-04-20 15:42

Aporte diferente y complementario de las mujeres al son jarocho

Aporte diferente y complementario de las mujeres al son jarocho

ï‚· Adriana Cao Romero, Gisela Farías, Raquel Palacios Vega y

Gemaly Padua participaron en una conferencia en la que

compartieron sus inicios dentro de la expresión musical

ï‚· El son jarocho es un género para cantar poesía, un ritual

colectivo y una forma de vida: Gisela Farías

En años recientes las mujeres tienen un rol más protagónico en el son

jarocho, aseguró la productora de Radio Educación, Graciela Ramírez

en la mesa El papel de la mujer en el son jarocho realizada dentro del

Tercer Encuentro de Son Jarocho. Fiesta de las jaranas y las tarimas

que tiene lugar en el Centro Nacional de las Artes (Cenart).

La creativa en el ámbito radial expuso que las mujeres

actualmente se han abocado más en promover esta expresión musical

enraizada en la zona del Sotavento. “Hace 35 años la presencia de las

mujeres en el son jarocho estaba relegada al zapateado, algunos

grupos tenían como integrante sólo a una mujer, ahora ellas ya tocan

instrumentos y cantan, existen grupos integrados sólo de mujeres,

sacan discos. Ya son una parte importante y vital del son jarocho”,

expresó.

En el Aula Magna José Vasconcelos los presentes escucharon

las anécdotas e historias personales de Adriana Cao Romero, Gisela

Farías, Raquel Palacios Vega, y Gemaly Padua; cuatro mujeres que

relataron se adentraron al son jarocho por influencia de sus familiares,

para después “agarrarle” el gusto y finalmente compartir cómo

prendieron a tocar sus instrumentos, como la jarana o el arpa.Gisela Farías, integrante del grupo Mono Blanco, compartió que

sus tías y abuela participaron de forma activa en los fandangos de la

comunidad en la que vivían, asegurando que las mujeres de su

tradición fueron fuertes, trabajadoras, alegres y capaces de salir

adelante.

“El son jarocho cambió mi vida y la de mi familia, le dio fuerza a

nuestra identidad y me dio espacio para expresarme y desarrollarme

artísticamente. Empecé hace 18 años y ha sido un largo camino de

aprendizajes, nutriéndome de la cultura de mi tierra, retomando

valores perdidos”.

Explicó que le gusta tocar la jarana porque le permite hacer

ritmos y la conecta con otras partes de México, con el Caribe, África, y

le sirve para expresar el canto profundo. “Me gusta el son porque es

un género para cantar poesía, porque es para un ritual colectivo, es

multigeneracional, y permite realizar sueños, porque es una forma de

A los presentes dijo sentirse orgullosa de formar parte del

llamado movimiento jaranero, confesando que su madre no quería que

se dedicara a tocar el son jarocho. “Me decía que eso no era cosa de

mujeres, en general hay una actitud negativa de los padres hacia los

hijos, ni se diga a las hijas, que quieran dedicarse a la música. En esa

época al son se veía como algo que tocaban hombres aficionados al

alcohol”.

Al tomar la palabra Adriana Cao Romero, integrante del grupo

Caña Dulce Caña Brava mencionó que lo que las mujeres han

aportado al son jarocho es una voz y sentimiento diferente. “Ahora que

han pasado años y tenemos un grupo conformado en su mayoría por

mujeres nos interesa decir otros versos, cosas que le podría decir a un

hombre. Uno tiene que hacer un aporte real, en muchos aspectos no

sólo en el canto”.

Al recordar que fue un interés natural el aprender a tocar el arpa,

reconoció que la participación de las mujeres para ejecutar el sonjarocho ha aumentado lo que dijo es bueno y positivo “siempre y

cuando” se haga bien y con responsabilidad.

primera vez a los 14 años y que aprendió a tocarla de oídas al tiempo

que su madre Victoria Vega Hernández cantaba. “Ella me ayudaba

con su voz a ir sacando los sones”.

2012, considerado el gran decano del son jarocho, dijo sentirse muy

honrada y afortunada de pertenecer a una gran familia sobre todo a la

tradición del son jarocho que los representa. “Son nuestras raíces, nos

identificamos y trato de llevarla lo más respetuosamente posible,

apegándome a la tradición”.

adentró a la historia de su familia. “A mí me gustó bailar mucho. A los

13 años me regalaron una jarana, poco a poco aprendí, ahora

prácticamente diario vamos (con un grupo) a tocar a las comunidades,

con las que comparte una tradición”.

allá de lo musical. “No podría ver como separado a las bailaoras o a

las cantadoras, porque si se aparta pierde fuerza el son, ésta es una

música que llena, cuando la escuchas y la sientes es porque todo está

conectado, se aprenden muchos valores, eso es lo que trato de seguir

compartiendo”.

al son jarocho es diferente y a su vez complementario. “Somos un

mundo de hombres y de mujeres, pero debemos de buscar que haya

un equilibrio para ambos, que seamos complementarios”.

DAF

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