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Noticias 2016-05-13 13:13

El Palais de Tokyo de Paris exhibe la obra de Hector Zamora

Concluye este 14 de mayo



El Palais de Tokyo de París exhibe la obra de Héctor Zamora



La exposición ha consistido en la destrucción progresiva de cinco barcos, como metáfora de la incapacidad de Europa para dar solución al problema migratorio



Los visitantes han podido experimentar la muestra Orden y progreso, en la que se presenta la más reciente obra del mexicano Héctor Zamora y que el próximo fin de semana concluirá su tiempo de exhibición en el Palais de Tokyo de París.



Se trata de cinco barcos de pesca de madera que se reunieron en la orbe de Nueva York, un espacio dentro del museo que, con toda su extensión y gran altura, está dotado de grandes ventanales que transportan directamente al Río Sena. Es así como se crea un paralelismo entre los barcos del mexicano y el río parisiense.



Sin embargo, las naves serán enteramente destruidas y reducidas a la nada por obreros que, desde su inauguración el pasado 4 de mayo, han ido desmantelando y destruyendo diariamente, pieza por pieza, la obra in situ.



Para el día 14 de mayo ya no quedará nada de la obra original. Poco a poco, el trabajo tomará la forma de un cementerio de barcos, que simboliza la destrucción y aniquilación de toda esperanza, tal y como sucede actualmente en las costas del Mediterráneo en relación con la crisis migratoria que atraviesa Europa.



Invitado a exponer en el Palais de Tokyo de París, el artista mexicano Héctor Zamora, quien reside actualmente en Portugal, propone una instalación “performativa” evocando de manera poderosa la deconstrucción de un universo simbólico que se lleva consigo todas las esperanzas que alguna vez encarnó la navegación.



Estos barcos simbolizan la aventura y el descubrimiento, la esperanza de un abrigo y la capacidad de sobrevivir a la tempestad. “Si en el pasado los barcos fueron el alimento que nutrió el imaginario de grandes epopeyas mitológicas, hoy son sinónimo asociado a la crisis humanitaria de los inmigrantes.”



Con esta exposición titulada Orden y progreso, Héctor Zamora invita a reflexionar sobre los modelos socioeconómicos, que a la vez son una continuidad de sus proyectos anteriores como Atopic Delirium (2009) o Every Belgian is Born with a Brick in The Stomach (2008).



El título de esta exposición, Orden y progreso, proviene del lema que adorna la esfera celeste de la bandera brasileña, y que es también una versión de la fórmula utilizada por el filósofo francés Auguste Comte en su Curso de filosofía positiva (1830) en donde dice: “El amor por principio, el orden como base y el progreso como meta”.



Este título establece un contraste entre la acción que se realizará durante la duración de la exposición, es decir, un proceso estructurado y organizado de desmantelamiento de los barcos, y la idea central de este pensamiento positivista sobre el orden como el camino al progreso.



Nacido en la Ciudad de México en 1974, Héctor Zamora trabaja desde Lisboa, donde reside tras casi 10 años de haber vivido en Sao Paulo, Brasil. Ha realizado numerosos proyectos de gran envergadura en el espacio público, además de haber expuesto de manera individual en la Ciudad de México, en París, Los Ángeles y en Sao Paulo, por mencionar algunas ciudades. Además, ha expuesto en múltiples exposiciones colectivas, ha participado en numerosas bienales en el mundo, incluyendo la Bienal de La Habana, en Cuba; la Octava Bienal de Escultura de Shenzhenen, en China (2014); la Bienal de Estambul, en Turquía (2013) o la 53ª edición de la Bienal de Venecia, en Italia (2009).



−¿Qué papel juegan la historia y la sociedad en imponer lo que está bien y lo que está mal en una obra de arte?



−Todo o ninguno, es muy subjetivo y depende del tipo de obra y el contexto donde se produce.



−Haces una crítica al hecho de inscribir una obra de arte a la continuidad de la tradición histórica, a la identidad local de un lugar, o a hacer referencia a lo que otros artistas hicieron en el pasado. ¿En que sentido el discurso de tu obra está en ruptura con la tradición, la historia, la sociedad y la influencia del performance después de los años 1960?



−No considero que yo esté realizando performance. Tal vez la palabra que se acerca más a lo que hago es “acción”. Y sin embargo, esta palabra no termina de ser ciento por ciento exacta. Creo que definir o encasillar la obra de arte en un movimiento, técnica, estilo, continuidad o tradición no es algo relevante: lo relevante es que el arte se lleve a cabo.



Creo que en esta pregunta te refieres específicamente a mi pieza O abuso da história, en la cual todo comienza con una acción sin ningún contenido específico más allá, que el de aventar plantas desde las ventanas de un patio.



Por el contrario, la acción presento en el Palais de Tokyo está totalmente conectada al contexto local, pero también al universal. Al utilizar el símbolo del Bbarco como vehículo establezco una relación entre el contexto y el sinnúmero de connotaciones que podría llegar a tener la acción de quebrar violentamente esos barcos que los trabajadores destruyen diariamente utilizando únicamente herramientas manuales. Propongo una reflexión sobre esto.



−¿Crees que los museos han democratizado el arte? ¿O crees que han contribuido a mantener el arte como un objeto para la “elite intelectual”?



−Creo que los museos nunca fueron pensados para ayudar a democratizar el arte.



−Existe un gran público que sigue sin entender el propósito del arte contemporáneo ¿a qué lo atribuyes?



−En el mundo hay muchas cosas que no necesitan ser entendidas, simple y sencillamente porque hay cosas que no son importantes para nosotros. Yo intento entender lo que considero importante para mí. Y creo que el mundo tiene derecho a no aproximarse a lo que no le llama la intención. A mí no me gusta el futbol, por ejemplo, y no me preocupa el hecho de no entenderlo o conocer más sobre él. Lo mismo me pasa con el arte que no me parece atractivo.



−¿De dónde viene tu necesidad por ir más allá de los muros de los museos para situar tu obra en el espacio público?



−La idea del cubo blanco: esa esterilidad de los espacios de la clásica exposición, me motivan muy poco. Me atrae el caos de las calles y la complejidad de las normas y las reglas que la rigen. El espacio público me atrae, porque está vivo y son un reflejo de un universo en donde no hay límites.



−Tu exposición en el Palais de Tokyo, me recordó a la tragedia de la isla de Lampedusa, donde una barca se hundió con unos 500 inmigrantes huyendo de sus países en guerra, intentando alcanzar suelo europeo. ¿Es Orden y progreso una metáfora del cementerio migratorio en el que se ha convertido el Mediterráneo?



−Sí.



− ¿Cuáles fueron los retos de hacer esta exposición?



−Muchos, pero estoy muy contento de haber logrado mostrar un tipo de obra que en “teoría” no es posible hacer en países como Francia, donde existen fuertes medidas de seguridad y estándares de regulación de espacios públicos.



−¿Qué supone para ti exponer en un lugar como el Palais de Tokyo?



−Lo considero un museo que se sale de los estándares comunes. Al igual que lo hace su proyecto curatorial, que se compone de un programa experimental que da espacio a todo tipo de propuestas. Es por ello que, en lo que a museo institucional se refiere, el Palais de Tokyo fue uno de los mejores espacios para mostrar esta obra.



−¿Te consideras un activista?



−Sí.



AMR

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