El gorila celebra 27 años ininterrumpidos en escenarios mexicanos





o Obra de Franz Kafka dirigida e interpretada por Humberto Dupeyron



o Ofrecerá funciones los lunes a las 20:00, del 2 al 30 de mayo, en la Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque





La Coordinación Nacional de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes y Producciones Dupeyron presentarán El gorila de Franz Kafka, dirigida y actuada por Humberto Dupeyron, los lunes a las 20:00, del 2 al 30 de mayo, en la Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque. El montaje celebra 27 años ininterrumpidos en escenarios mexicanos.




El texto de Kafka, escrito en 1917, muestra la lucha interna que prevalece en un primate. Como una crítica social a la pérdida de la libertad y a la misma vida cotidiana, El gorila se desarrolla bajo una múltiple moral donde la mentira, la hipocresía y la falsedad son los sellos distintivos de un mundo actual en crisis.




Un hombre encorvado de rasgos simiescos y movimientos torpes sube al podio vestido de frac para explicar en una conferencia la transformación irreal y absurda de un gorila al verse forzado por las circunstancias a adaptarse al mundo de los seres humanos e instalarse de manera permanente. Este discurso lo hace frente a una serie de prestigiosos académicos de la ciencia.




“La puesta en escena narra el caso de un simio felizmente adaptado a la sociedad, luego de varios años de residir en ella. Incluso, es capaz de dictar conferencias, tal vez entre grotescas y patéticas. La confrontación entre la incivilización y la cultura resulta penosa, ya que en su estado natural era mucho más libre y enriquecedor que hoy”, comentó Humberto Dupeyron.




“Es una obra difícil de digerir, con el reclamo de un animal a los hombres. El autor escogió a un mono, pero puede decirlo cualquier otro animal, aunque el mono es al que más nos parecemos. Todos estamos metidos en jaulas de poder, de vanidad; el hombre se mete en jaulas cada día y se hace presa de sí mismo, aunque haya nacido libre.




“Después de tantos años, estar en el escenario es una terapia motivacional, pues de lo contrario me dejaría morir en mi cama. Además, el mensaje del texto es positivo, ya que se refiere a la libertad y al ego del hombre, un mal actual”, finalizó.




La música es de Odila Dupeyron, y las esculturas, de Gabriel Ponzanelli.




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