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Museos 2016-04-21 18:24

El Museo Nacional de las Culturas renueva sus sistemas de resguardo y conservación

50 aniversario

El Museo Nacional de las Culturas renueva sus sistemas de resguardo y conservación

· El depósito de colecciones fue dotado de espacios con condiciones adecuadas de temperatura

y humedad, mobiliario y sistemas de seguridad

· El recinto alberga un acervo de 17 mil piezas representativas de las principales culturas del

mundo

Con un acervo de 17 mil piezas arqueológicas, etnográficas, paleontológicas e históricas, el Museo

Nacional de las Culturas (MNC), que este año celebra su 50 aniversario, ha renovado sus sistemas

de resguardo y conservación con el fin de preservar esta invaluable colección de las principales

culturas del mundo.

Gran parte de esta riqueza cultural se resguarda en el Depósito de Colecciones, un lugar de

reciente renovación, en constante movimiento y tan vivo como los pueblos que dejaron este crisol

de legados, un repositorio de la vasta memoria de la humanidad.

Con piezas que van desde el periodo Paleolítico (de 125,000 a 200,000 años de antigüedad)

hasta la actualidad, todas las edades de la humanidad están contenidas en esta colección, la cual se

divide en seis acervos y está organizada por tipo de materia prima, objeto y área cultural. Por una

parte se agrupan objetos de materiales inorgánicos: metal, cerámica y vidrio; y en otro espacio están

los de componentes orgánicos: madera, textiles, fibras vegetales y cestería.

Entre los más significativos se encuentran objetos de vidrio del Medio Oriente, que datan de

la época de Cristo, lítica del Paleolítico proveniente del norte de África, un muestrario único de

textiles arqueológicos de Perú, del siglo XVI, un tigre dientes de sable del periodo Pleistoceno

(10,000 años de antigüedad) y las llaves originales de la puerta principal del museo.

Se suma una pieza contemporánea, obsequio de un chamán maorí que visitó recientemente

el MNC y al final de un ritual regaló “una pipa que sólo se utiliza como símbolo de amistad y cuyo significado es un enlace del museo con el pueblo māorí”, comentó el geógrafo Luis Felipe Crespo,

subdirector de Catalogación y Documentación.

Como parte de la reestructuración hecha por el Instituto Nacional de Antropología e Historia

(INAH), de las diferentes áreas del museo —que comenzó en 2006 bajo los lineamientos de un

proyecto integral de intervención y adecuación arquitectónica—, el Depósito de Colecciones cuenta

con espacios dotados de condiciones adecuadas de temperatura y humedad, mobiliario, material de

guardas y sistemas de seguridad, todos de primera línea.

El depósito presenta un diseño que garantiza la funcionalidad y el buen resguardo de las

colecciones propias y las que llegan en préstamo. La organización permite actualizar las salas

permanentes y nutrir nuevos espacios de exhibición, como fue el caso de la Sala de Corea,

recientemente abierta al público.

Asimismo, en el área de Conservación y Restauración del MNC los especialistas desarrollan

diariamente un trabajo de conservación preventiva o curativa, y de restauración, de acuerdo con las

necesidades de cada pieza.

Fernanda Núñez Vázquez, jefa del área, explicó que se trabaja con textiles, papel, cestería y

pintura mural (en la que se incluyen cenefas), así como en el portón, ventanas y otros elementos

complementarios a la arquitectura del edificio, considerados bienes inmuebles por destino.

“No hay una pieza que no te enseñe algo o que sea igual que la anterior, sin importar que

provengan incluso del mismo contexto o de la misma cultura. Es un trabajo muy nutrido en

aprendizaje que implica pensar más allá de dos o tres técnicas de manufactura, o algunos tipos de

materiales constitutivos”.

Las piezas laqueadas son algunas de las más sensibles, ya que el exceso o falta de humedad

relativa del ambiente es fácilmente captado por la laca, a tal grado que su reacción puede ser

irreversible. Uno de los trabajos más difíciles fue el realizado en una obra de la exposición temporal

Amazonía. Pueblos de selva. Era una sonaja de huevo de caimán que estaba en malas condiciones

de conservación y tenía rastros de tela, papel y adhesivo sintético producto de intervenciones

anteriores. Los restauradores se centraron en su limpieza y posteriormente unieron los fragmentos

en un soporte estable.

Como parte de la conservación preventiva se elaboran guardas para los objetos. Una vasija

de cerámica es forrada con papel laminado de fibras de polietileno de alta densidad, con el fin de

que mantenga la acidez y alcalinidad neutras para evitar el deterioro por agentes ambientales.

Posteriormente, la pieza se coloca en una base de espuma de polietileno adaptada a su forma y

tamaño, lo cual permite que pueda ser manipulada de manera segura.

La conservación curativa o directa tiene la finalidad de estabilizar y/o detener los deterioros.

Si el estado de la pieza lo requiere se procede a la restauración para lograr su estabilidad estructural

y estética.

Las instalaciones del área de Conservación están en proceso de reestructuración para

dotarlas de un espacio de recepción de colecciones, laboratorio, taller de restauración y una cámara

de fumigación. Al mismo tiempo, se harán adecuaciones especiales para la extracción y filtrado de

solventes tóxicos.

La colección del Museo Nacional de las Culturas se originó con el Museo de Historia

Natural, Arqueología e Historia, inaugurado en 1865 en este mismo inmueble de la calle de Moneda

13, y creció a lo largo del siglo pasado.

Algunas piezas han llegado por donaciones de embajadas en México, de personalidades

como Miguel Covarrubias o de instituciones culturales como el Museo de Brooklyn. Alrededor de

90% del acervo son piezas originales, mientras que el resto se trata de reproducciones hechas por

los propios museos (como el de Louvre), o bien realizadas con moldes y materiales tradicionales de

cada región del mundo, por lo que se trata de réplicas exactas.

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