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Noticias 2016-03-08 15:06

Encuentro academico en el MNA

Encuentro académico en el MNA

Festividades indígenas, una reelaboración sincrética

de símbolos y creencias

· La mayoría de los rituales indígenas coinciden con cuatro festividades católicas importantes para

el año litúrgico y para el calendario prehispánico

· Especialistas en religiosidad popular comparten estudios sobre el sincretismo, la reconstrucción

de símbolos y la vinculación con la naturaleza que contienen estas prácticas culturales

La religiosidad sincrética de los actuales pueblos indígenas de México se manifiesta con la presencia de

símbolos prehispánicos y judeocristianos en las festividades del culto a la fertilidad de la tierra, que

coinciden con el ciclo agrícola mesoamericano establecido en el calendario prehispánico, manifestaron

especialistas en el Congreso “Festividades indígenas, culto y religiosidad” que se realizó en el Museo

Nacional de Antropología (MNA).

Al participar en la tercera reunión plenaria del Observatorio Intercontinental sobre Religiosidad

Popular de la Universidad Intercontinental (UIC), con la colaboración de la Subdirección de Etnografía

del MNA, los expertos hablan del vínculo sincrético en fechas como el 2 de febrero (Día de la

Candelaria), 3 de mayo (veneración de la Santa Cruz), el 15 de agosto (celebración de la Virgen de la

Asunción que coincide con la temporada de cosecha) y el 2 de noviembre (festividad de muertos).

Mencionaron que el propio Fray Bernardino de Sahagún dio cuenta de ese nexo al observar que esos

días coincidían con el ciclo agrícola mesoamericano.

Los investigadores compartieron una serie de estudios etnográficos sobre las manifestaciones

culturales de grupos indígenas, entre ellas la forma en que asocian el cultivo y cosecha del maíz con los

ritos y creencias religiosas para pedir las lluvias, y el culto a las entidades sagradas de la naturaleza para

relacionarse con los fenómenos meteorológicos, como lo hacían sus ancestros.

En su conferencia magistral: La fiesta de la Santa Cruz y su transformación en el mundo

indígena americano, la etnóloga Johanna Broda, investigadora del Instituto de Investigaciones

Históricas de la UNAM, consideró necesario un método de indagación histórica que precise este

fenómeno antes y después de la Colonia.
“La herencia católica española exaltó la cruz como símbolo religioso por excelencia, tal como se

implantó desde los orígenes del cristianismo. Su devoción, también presente en las guerras de conquista

de la España medieval sobre las culturas paganas, se ligó íntimamente con el periodo de preparación de

la tierra para la siembra en aquellas latitudes.

“Se supone que en la Nueva España los indígenas asimilaron automáticamente en sus ritos estas

fiestas europeas, porque coincidían con los ciclos de culto de la fertilidad; sin embargo, las temporadas

estacionales eran distintas, y aunque se produjo el sincretismo, los significados fueron diferentes”.

La etnóloga afirmó que hoy en día la celebración de la Santa Cruz coincide con el apogeo de la

estación seca, cuando los campesinos ruegan a la divinidad que les traiga las lluvias. En el centro y

noreste de Guerrero, las comunidades de San Juan Tetelcingo, San Agustín Oapan y Oztotempan, entre

otras, se reúnen en torno a un altar rústico de piedra, a menudo proveniente de un sitio arqueológico.

Ahí adoran a una o varias cruces, generalmente en la parte alta de un monte, con sendas ofrendas y un

cúmulo de oraciones respetuosas y suplicantes para obtener el favor de las aguas.

Arturo Gómez Martínez, subdirector de Etnografía del MNA, dijo que el maíz como centro de

gravedad de la fiesta agrícola, trasciende el trabajo que los indígenas hacen por preservar su fuente de

alimentación. “El maíz, desde siempre y para siempre, es motivo de culto como entidad sagrada

recordando los procesos de metamorfosis y transformación, donde el vegetal primigenio interactuó con

los humanos en calidad de planta, persona y deidad”.

En Los rituales del maíz en la Huasteca, el etnohistoriador y antropólogo describió las

celebraciones que nahuas y tének de la región realizan para compartir peticiones al cobijo de la

geografía sagrada (cerros, fuentes de agua y cuevas), en compañía de factores del clima: sol, rayos,

truenos y tempestades, y donde también tienen cabida santos y símbolos católicos así como otras

entidades locales.

Con el tema Intercesión celestial y pluvial: ejemplos etnográficos de rituales del agua, la

doctora en Antropología Alicia María Juárez, del MNA, resaltó la figura del especialista espiritual que

dirige la ceremonia. “En este oficio divino, recaen en él la responsabilidad y la obligación de que salga

todo correctamente antes, durante y después de la actividad que se realiza en distintos lugares de la

naturaleza.

“La finalidad del culto a los cerros es que estas entidades sagradas intercedan ante las fuerzas

supremas para conseguir buen temporal. La veneración de santos católicos, como San Gregorio para el

Popocatépetl y Santa Rosita en el Iztaccíhuatl, se integra en un orden de reciprocidad, pues en la medida

que ellos trabajan por ayudar a la comunidad, ésta mantiene vivas las creencias religiosas católicas”.

En Santos, fiestas y maíz: cristianismo agrícola mesoamericano, Ramiro Gómez Arzapalo,

doctor en Historia y Etnohistoria de la UIC, aludió a la intervención de estos personajes divinos y cómo

se reintegraron a las prácticas culturales. “Si bien el sistema religioso de los antiguos pobladores fue

devastado durante la Colonia, la actividad agrícola básica de la época prehispánica trascendió hasta nuestros días, donde los actos rituales tienen a los aires, la lluvia, el cerro y el maíz como entidades

sagradas. “Las comunidades fueron integrando a santos católicos que por su iconografía o por sus

atributos fueron y son considerados útiles en el proceso productivo agrícola de acuerdo con su

cosmovisión”.

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