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Museos 2016-02-10 19:09

Estudian etnia desaparecida en Baja California

Al sur de Ensenada

Estudian etnia desaparecida en Baja California

· Por primera vez, restos de indígenas cochimíes del cementerio de la misión de San Fernando

Velicatá, extintos en el siglo XIX, son analizados desde la antropología física

· Se descubrieron restos arquitectónicos de la etapa franciscana de la edificación misional, y

un par de cruces del siglo XVIII que debieron pertenecer a nativos convertidos al catolicismo

Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) desarrollan un proyecto de

investigación integral en entierros de indígenas cochimíes inhumados entre 1780 y 1790 en el

cementerio de la misión franciscana de San Fernando Velicatá, en Baja California. Esta es la

primera ocasión en la historia que se realizan estudios de antropología física en restos de esta etnia

extinta desde el siglo XIX.

Lo anterior fue dado a conocer por los arqueólogos Juan Martín Rojas, investigador del

Museo Nacional de Antropología y director del proyecto Prehistoria de Baja California en San

Fernando Velicatá, y Antonio Porcayo Michelini, investigador del Centro INAH-BC.

Hasta el momento los especialistas han recuperado 24 individuos: seis de ellos entierros

primarios, es decir que guardan todas sus partes anatómicas articuladas, y 18 desarticulados. Los

restos se encontraron en posición extendida (bocarriba), algunos con las manos cruzadas sobre el

pecho, característica de los sepelios cristianos, explicó el arqueólogo Rojas.

Estimó que se trata de indígenas, por el desgaste que presentan las piezas dentales a causa de

la dieta de la etnia, y por las huellas que el esfuerzo excesivo de los músculos dejó en los huesos,

como se advierte en las marcas provocadas por las largas caminatas en terrenos pedregosos de la

región.

Como parte de la investigación, asociada al cementerio se descubrió una cruz de cobre del

siglo XVIII con la imagen grabada de la Inmaculada Concepción de María, advocación mariana

utilizada por los franciscanos, así como otra cruz con las mismas características fuera del contexto de sepulturas. La postura de los entierros y su asociación con las cruces hacen pensar a los

estudiosos que se trató de indígenas cochimíes convertidos al catolicismo.

Los huesos exhumados en San Fernando Velicatá son los únicos vestigios de esta población

nativa hallados hasta el momento junto con otros localizados en 2006, en el Ejido de San José de las

Palomas, Ensenada. Cabe recordar que el último registro de defunción en San Fernando Velicatá de

un cochimí data de 1824.

Los restos de los 24 individuos recuperados han sido objeto de tratamientos de limpieza y

conservación, así como de un diagnóstico para saber el estado que guardan.

Respecto a la investigación arqueológica, Antonio Porcayo informó que durante las

excavaciones han salido a la luz vestigios que confirman la presencia de los franciscanos en San

Fernando Velicatá, y arrojan información relevante para el estudio de las misiones porque hasta

ahora no se habían encontrado rastros de la edificación franciscana, toda vez que la arquitectura

visible es dominica.

Las evidencias consisten en una sección de pisos de baldosas cuyo desplante está en la roca

negra. La arquitectura franciscana conserva señales de haber sido derrumbada por los dominicos,

quienes la usaron como cimiento para construir un edificio acorde a su orden.

Además de la exploración arqueológica, Antonio Porcayo hizo un estudio iconográfico de

las cruces para descifrar las inscripciones que hay junto a la imagen de la Inmaculada. Durante un

año hurgó en bibliotecas y archivos mexicanos y de España, hasta que determinó que las grafías

afirman el carácter inmaculado de la Virgen.

La Misión de San Fernando Velicatá se localiza a 50 kilómetros de la población El Rosarito,

al sur de Ensenada. Fue fundada por fray Junípero Serra en mayo de 1768, y es la única establecida

por la orden franciscana en toda la península de Baja California. Su extensión era de 7,150

kilómetros cuadrados y llegó a tener alrededor de 2,800 fieles que vivían en los alrededores.

Entre 1781 y 1805, la misión fue azotada por diversas epidemias: viruela, sarampión, tifus,

tifoidea, disentería y tuberculosis. De acuerdo con las fuentes históricas, en 1780 se registraron 365

defunciones. En junio de 1773, la administración pasó a la orden dominica y los franciscanos fueron

enviados a la Alta California, en el actual territorio estadounidense. La misión dio servicio religioso

hasta junio de 1818.

El proyecto de investigación comenzó en 2011 y a la fecha se han efectuado tres temporadas

de campo. Durante la primera etapa se elaboró el mapeo detallado de la misión y áreas anexas:

huertos, acequia, represa, canales de irrigación, pila para almacenar agua y cementerio, cuya

existencia se desconocía. Actualmente se trabaja en determinar el área de administración que abarcó

la misión.

También se hizo un monitoreo ambiental que permitió medir los cambios de temperatura y

humedad, con el fin de adoptar medidas de protección para los restos humanos que aún están in situ

y cuya cantidad se desconoce.

Asimismo, se realizaron recorridos de superficie por las áreas circundantes a la misión, para

registrar posibles entierros cochimíes y comparar las características de los restos de indígenas

conversos con los de aquellos que continuaron su vida nómada, lo que permitirá establecer

parámetros de cada uno y confirmar si el cambio de hábitos mejoró su calidad de vida.

Los investigadores sostienen que con la llegada de los misioneros algunos indígenas fueron

convertidos al catolicismo y con ello su forma de vida cambió: se hicieron sedentarios, comenzaron

a practicar la agricultura y a comer carne de animales domésticos. Todas esas modificaciones

debieron incidir en su biología.

Sin embargo, muchos regresaban a sus campamentos estacionales. Cuando enfermaban se

iba a morir con los suyos, lo que propició que las epidemias se expandieran y ello derivara en la

extinción de la etnia, refirió Juan Martín Rojas.

Los cochimíes fueron un grupo con hábitos seminómadas que se movía de acuerdo con las

estaciones del año y la maduración de frutos y semillas. Investigaciones anteriores han logrado

determinar que usaron los afloramientos rocosos en las laderas y colinas como centros mortuorios.

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