Federico Ibarra será reconocido por el INBA por sus 70 años de vida
o El 14 de febrero en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes
o Asimismo, se montarán dos de sus óperas en el recinto de mármol: Antonieta y El pequeño príncipe, los días 14, 18 y 21 de febrero
o “Siempre he conservado mi amor intacto por la música”, asegura el compositor
“La palabra que mejor me define es experimentación porque nunca he querido seguir el mismo camino para crear mis composiciones. Siempre he deseado que estas expresen aspectos diferentes. Mis obras no siguen una receta, por tal motivo sigo experimentando. Me gustan los retos y desafíos. Si no repetimos los mismos acontecimientos de nuestra vida diaria, entonces, ¿por qué la composición se tiene que repetir?”.
La reflexión es de Federico Ibarra, a quien el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) le hará un reconocimiento por sus 70 años de vida el 14 de febrero en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes. Asimismo, se montarán en el recinto de mármol dos de sus óperas: Antonieta y El pequeño príncipe, los días 14, 18 y 21 del mismo mes.
Ibarra señaló en entrevista en su estudio de la colonia Condesa que a lo largo de toda su vida “he tenido muchas experiencias y muchos cambios; muchas cosas buenas y malas que de alguna manera me obligan a revisar lo que he hecho y qué ha sucedido. Me siento contento de lo que he podido hacer en mi vida y sigo esperanzado en hacer algo más en lo que resta de ella”.
El ex alumno de Jean-Étienne Marie aclaró que “de lo malo no me quisiera acordar, pero lo bueno es que, tras haber cursado una carrera inusual en México, como la composición, he podido vivir de la música”.
Apuntó que mediante esta disciplina “me he desarrollado como compositor, intérprete, docente y ensayista. Es decir, he abarcado toda una serie de aspectos que nunca me han obligado a salir de esta profesión. Siempre he conservado mi amor intacto por la música”.
Nacido en 1946, Ibarra rememoró: “Mi amor por la composición nació en la adolescencia. Era una época muy difícil para decidir, pues me quería dedicar totalmente al arte que, en esos momentos, no era bien visto por la sociedad, al grado de no ser considerada como una carrera profesional, sino solamente como un pasatiempo. Esto me acarreó muchos problemas. Incluso dentro de mi casa no se veía con buenos ojos mi decisión”.
Sin embargo, aclaró, “estudié dos carreras simultáneas: arquitectura y música. Los conocimientos adquiridos como arquitecto los pude aprovechar como músico”, afirmó el ganador de la Medalla Mozart y de los premios Silvestre Revueltas, Lan Andomián y de Nueva Música para Danza, por el ballet Imágenes del quinto sol.
Señaló que “los compositores que siempre me interesaron fueron los románticos, hasta que descubrí a Claude Debussy, quien marcó en mi vida toda una serie de situaciones muy fuertes. Debussy se desligó de todo su pasado y propuso una serie de cosas novedosas, y lo hizo de la manera más natural posible para nuestros oídos”.
Al mismo tiempo, refirió el compositor mexicano, “empecé a tener afición a la literatura y el teatro, que me encaminaron hacia el terreno de la ópera. Todavía sigo descubriendo cosas extraordinarias dentro de la poesía escrita en español. De ahí se deriva que la mayor parte de mi obra esté compuesta en este idioma”.
Sus vates favoritos son “los del Siglo de Oro Español. Casi toda la poesía escrita en español me parece maravillosa, sobre todo la del grupo conocido como Los Contemporáneos”.
Para Ibarra, la ópera es una variación de la poesía: “Es la expresión más acabada de personas que colaboran en un mismo tema e idea, lo cual me atrae mucho al momento de componer. En la ópera, la labor del compositor consiste en colaborar con quienes uno nunca imaginó: pintores, bailarines, escultores, escenógrafos, por eso es considerada la fiesta de las artes”.
Por otra parte, indicó que ahora existen más facilidades para estudiar composición que antes, gracias a los apoyos “que son mayores a los que yo obtuve. Los compositores de mi generación tuvimos que trabajar demasiado para lograr lo que queríamos. Muchos de mis compañeros no siguieron adelante por falta de incentivos, no por carencia de talento”.
Añadió que, en cambio, “ahora lo que veo son muchos aspectos muy buenos para los compositores en ciernes, pero ya existen demasiados. Hoy en día resulta mucho más difícil presentar sus obras. Por ello les aconsejo que, si están seguros de querer ser compositores, sigan adelante, a pesar de todo”.
Federico Ibarra también reconoció que en un determinado momento de su vida pensó en desertar de la composición. “Tenía diez años dedicándome a esta profesión y no veía resultados. Presentaba mis obras, pero la falta de respuesta, no del público, sino de gente especializada, no había llegado. Pasó, así, por mi mente desertar de la carrera musical. Un día, inesperadamente, me llegó el primer encargo para realizar una obra y fue así como logré proseguir”.
Afirmó que el siglo XX fue decisivo para la realización de diversos cambios con la aparición de elementos inusitados que a la gente le comenzaron a atraer. Uno de ellos fue el cine, que empezó a alejar al público de la ópera, la cual en ese entonces era crucial para toda la sociedad. “La ópera cumplió, en su época de oro, con la función social que ahora tiene el cine”.
Reconoció que la ópera debe nutrirse de los cambios para responder a la gente. “Esto me llevó a plantear algo que, en lo particular, era muy visible: la ópera estaba envejecida, empezando por el idioma. No se entendían las obras porque no había subtítulos y no se conocían óperas escritas en español. En esto radicaba el gran reto para alguien que deseaba adentrarse a este maravilloso espectáculo”.
Por eso, aseveró, lo primero que hizo en el género “iba en contra de lo tradicional. Quería que fuera un espectáculo que nos regresara a su sentido primario. Mis ambiciones dentro de la ópera han sido muy diferentes a la ópera clásica”.
Aseguró que la composición es un acto íntimo. “Al momento de componer no puedo estar junto a nadie; necesito estar totalmente concentrado. Es una labor, para mí, totalmente solitaria. Busco la música pura. Mi mejor obra es la que voy a componer, no la que he hecho antes, porque si no, ya no podría seguir escribiendo, ya que pienso que lo dije todo”.
Actualmente, Federico Ibarra, quien fue premiado en el Primer Concurso Internacional de Composición Musical de Ciudad Ibagué, Colombia, compone una obra para conmemorar los 80 años de la creación de la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México.