La escultora Ángela Gurría recibirá la Medalla Bellas Artes
Ø El sábado 14 de noviembre en el Palacio de Bellas Artes
Ø Comentarios de Angélica Abelleyra, Miriam Kaiser y Miguel Ángel Muñoz
Ø Con la Medalla se reconocen 60 años de intenso trabajo: Ángela Gurría
Por su trayectoria artística y su influencia en el arte mexicano, la escultora Ángela Gurría recibirá la Medalla Bellas Artes, máxima distinción que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
La entrega de la presea se llevará a cabo el sábado 14 de noviembre a las 12:00 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, luego de una charla en la cual la periodista Angélica Abelleyra, la promotora cultural Miriam Kaiser y el poeta, historiador y crítico de arte Miguel Ángel Muñoz abordarán la vida y obra de la galardonada.
Calificada como “la dama de la escultura en México” y "punto clave y de referencia para la escultura mexicana del siglo XX”, Susana Angelina Gurría Davó, mejor conocida como Ángela Gurría, es originaria de la Ciudad de México (1929) y estudió letras españolas en la UNAM. Posteriormente hizo estudios de artes plásticas en Inglaterra, Francia, Italia, Estados Unidos y Grecia.
Inició su carrera como escultora en 1951. Fue alumna de Germán Cueto, Mario Zamora y Abraham González. En 1959 realizó su primera exposición individual en las Galerías Diana. Su primera obra monumental fue La familia obrera (1965), realizada en bronce, de cuatro metros de altura, registrada bajo el seudónimo de Ángel Gurría.
Entre sus obras más destacadas se encuentran: Estación 1, Señal, parte de la Ruta de la Amistad creada con motivo de la Olimpiada Cultural México 68; Juguetes populares, en el Paseo Tollocan (Toluca, 1973); Homenaje a Benito Juárez, en el edificio de la Organización de las Naciones Unidas (Nueva York, 1973); México, homenaje al mestizaje (Tijuana, 1974) y el Monumento al trabajador del drenaje profundo (1974).
Además, Monumento a la ceiba (1977); los vitrales escultóricos del Nuevo Santuario de Guadalupe en Monterrey, Nuevo León (1978-1981); Espiral Serfin (México, 1980); El corazón mágico de Cutzamala (1987); Tzompantli (Centro Nacional de las Artes, México, 1993) y Espiral (Bogotá, Colombia, 1994), entre otras.
En 1967 obtuvo el primer premio en la categoría de escultura integrada a la arquitectura de la Tercera Bienal de Escultura. En 1980 se le otorgó la Medalla de Oro de la Academia del Arte del Lavoro de Italia, y en 1973 fue la primera mujer en ser miembro de número de la Academia de Artes de México.
En 2010 recibió un homenaje nacional en el Palacio de Bellas Artes, en reconocimiento a su labor artística de más de 50 años, y en diciembre de 2013 fue galardonada con el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en el área de bellas artes.
Del realismo al abstraccionismo
Además de sus aportaciones a la plástica mexicana, se ha destacado por su determinación y constancia, y por su incursión en otras disciplinas, como la música, faceta poco conocida para muchos.
En su trayectoria ha pasado de una tendencia realista simbólica a casi un abstraccionismo, y en su afán por utilizar la naturaleza como punto de referencia ha dedicado infinidad de obras al tema del hábitat.
En este sentido, el uso de diversos materiales, desde la piedra hasta los metales, le ha permitido explorar distintas técnicas para lograr una armonía en su producción, en especial entre la escultura y la arquitectura, donde retoma la monumentalidad de las figuras prehispánicas y las artesanías populares de los creadores mexicanos.
La mayoría de sus obras son de gran formato, lo cual constituye su sello distintivo. Algunas de sus piezas alcanzan una altura de cien metros. Además de la piedra y los metales, ha trabajado con vidrio, cristal, ónix y mármol negro, tanto en obras de grandes dimensiones como en otras de pequeño formato, de apenas 30 centímetros.
“Descubrir la armonía del universo…”
En su discurso de ingreso a la Academia de Artes en 1973, Ángela Gurría ya expresaba la certidumbre de su profesión de poeta y filósofa de la escultura: “Desde que aprendí a distinguir el lenguaje diferente de la verticalidad de un árbol, del que nos habla mediante la elasticidad de un cuerpo o el juego de un volumen, siempre he encontrado en la forma un medio de aproximarme al sentido de las cosas, de descubrir la armonía del universo”.
A sus 86 años, Ángela Gurría sigue trabajando incansablemente, pero no deja de sorprenderse por la noticia de recibir la Medalla Bellas Artes: “Es una sorpresa muy grande porque, de verdad, nunca lo hubiera imaginado; es una gran alegría ser elegida y agradezco profundamente al INBA que me haya considerado para recibir esta presea. Es fantástico, realmente no lo esperaba y por eso estoy muy contenta.
“Yo creo que con esta medalla se está galardonando, más que nada, 60 años de intenso trabajo dentro de la escultura, solamente eso, de estar creando aquí y allá obra escultórica, que no es fácil hacerlo, pero es, y siempre lo ha sido, un reto, y también una maravilla poder hacerla”, dice la maestra.
“En todos estos años mi material favorito ha sido la piedra, un material que es fiel, noble, el más adecuado. La piedra para mí ha sido de suma importancia. Creo que es un verdadero personaje para mí. Pero también el hierro, que me gusta trabajarlo.
“Cuando era muy joven oía el sonido de la piedra y el cincel trabajar, y ese sonido me llamó mucho la atención, tanto que pensé que también quería hacerlo, no nada más modelarla y tratarla como material, sino establecer un diálogo, una comunicación más íntima.
“Empecé a trabajar con la piedra de cantera, y creo que construí una relación muy cercana, porque la piedra sabía que yo iba a tratarla lo mejor posible, sin lastimarla, porque para mí lo primero es guardar un gran respeto por el material.
“Desde luego, primero fue la piedra mexicana, aunque también de otras partes. Recuerdo que en algún momento fui a las montañas de Italia, a las montañas de mármol, y traje unos pedacitos para trabajarlos en México, y fue fantástico”.
Ángela Gurría asegura que trabajar la piedra para escultura, ya sea monumental o de pequeño formato, “siempre ha tenido un sentido, un ideal, que es el de la comunicación, y la trabajo de acuerdo al momento, a lo que me soliciten, a lo que me inspire”.
Por ejemplo, dice, "me han pedido monumentos para los trabajadores y lo he hecho para ellos, para hacer un homenaje al hombre mismo, en este caso a los trabajadores, porque sin ellos no podría hacer yo muchas cosas como las siento, como creo que deben de ser.
“Siempre he pensado que la escultura es un arte de muchos para muchos, para el ser humano, para la naturaleza, porque creo que son dos elementos que, con el debido respeto, siempre están en diálogo y en comunión. Así lo siento yo”.
A 60 años de distancia, de haber transitado por diversas etapas y momentos dentro del arte, “hoy veo a la cultura en México, al arte en general, en un momento muy importante, positivo, y con mucho futuro, tanto para la escultura y el grabado, como para la música y la danza”, refiere la artista.
“Creo que ha habido un crecimiento importante y hoy somos muchos, tanto hombres como mujeres, trabajando en la escultura, y hay grandes artistas que me sorprenden, y no menciono a algunos para no olvidar a otros. Prefiero no personalizar, pero sí decir que son muchos y muy importantes”.
La galardonada considera que hay una renovación muy amplia en todos los campos del arte en México; que existen creadores, sobre todo jóvenes, que están haciendo grandes obras en la música, la pintura, el grabado; que están renaciendo y abriendo los ojos muy ávidos de trabajar.
“Es esperanzador el futuro del arte en México porque tiene material humano maravilloso, quizá unos con más suerte que otros, pero con un esfuerzo que se está haciendo con gran entusiasmo”.
Finalmente asevera: “No tengo obras preferidas, o sí, todas son mis preferidas, o podría decir que mi obra preferida es mi obra en general: no se puede querer más a un hijo que a otro. Aquí funciona igual”.