Acompañaron a Leonor Lascuráin de Parra tanto familiares como
amigos
Presentan en Bellas Artes el libro Manuel Parra, el otro arquitecto
del siglo XX
ï‚· Mientras modernistas y funcionalistas destruían lo antiguo,
él lo reunía para dar forma a una arquitectura collage,
afirman
ï‚· El ejemplar es uno de esos libros de arte que tienen cuerpo
y alma, afirmó Chac, diseñador editorial
Considerado como un arquitecto de culto, Manuel Parra (1911-1997)
construyó exclusivamente casas, recintos para ser vividos, los cuales
se caracterizan por la magia de su espacio, el manejo de la luz y
sombras, el respeto por la naturaleza, su sabiduría para mirar y
escuchar la tipografía del terreno, la recuperación de materiales y
sistemas constructivos de antaño, fueron los principales atributos de
su obra que reflejan la arquitectura mexicana contemporánea.
Cientos de casas únicas forman su obra, entre otras las de la
familia Prieto y la de El Indio Fernández. A él se debe la fisonomía del
Bazar del Sábado en San Ángel. Restauró San Ángel Inn y construyó
las casas alrededor de él; además de restaurar haciendas en Morelos,
residencias en Coyoacán, San Jerónimo, Chimalistac, Las Lomas,
Pedregal, incluso en Guanajuato, en León y en San Miguel de Allende;
en Acapulco y en el sur de Estados Unidos.
Manuel Parra nunca quiso que se le hicieran homenajes en vida,
por lo que Leonor Lascuráin de Parra, esposa del arquitecto, comentó
jocosamente, que si Manuel estuviera vivo “no me volvería a dirigir la mirada ni la palabra”, ya que el volumen que ese día se presentó sería
una traición a sus principios fundamentales, pues no le gustaba
promocionarse, ni buscó premios, honores ni fue miembro de
asociaciones.
Así lo declaró en la presentación del libro Manuel Parra, el otro
arquitecto del siglo XX, realizada en la Sala Manuel M. Ponce del
Palacio de Bellas Artes, el miércoles 30 de septiembre, en donde
estuvo acompañada por Dolores Martínez, Francisco Arroyo Vieyra,
Chac, José Luis Cortés y Jorge F. Hernández.
Durante la charla, José Luis Cortés Delgado, presidente del
Consejo Directivo del Colegio de Arquitectos de la Ciudad de México,
refirió que una de las peculiaridades de la arquitectura de Manuel
Parra fue haber rescatado todos aquellos pedazos y piezas de
demoliciones que realizaban en el centro de la ciudad para reutilizarlas
en las construcciones que en buena parte se encuentran en San
Ángel.
Mientras arquitectos modernistas y funcionalistas destruían todo
lo que consideraban antiguo en la ciudad, él lo reunía para dar forma a
una arquitectura collage en zonas enteras de la Ciudad de México.
Por su parte, Chac, artesano de libros de arte y creador de
objetos impresos, fue el encargado del diseño editorial del libro de
Manuel Parra. Manifestó que el ejemplar es uno de esos libros de arte
que tienen cuerpo y alma, “son objetos que transmiten sueños y
emociones logrados, el de Parra es uno de ellos”, subrayó el también
diseñador, escenógrafo y poeta.
Para Cortés Delgado, Manuel Parra tenía el arte de elegir a sus
clientes, pues se dice que detrás de toda buena obra de arquitectura
hay siempre un buen cliente y él lo llevaba a cabo, además de
ajustarse a las condiciones económicas de la gente, por ello construyó
casas para sus trabajadores. Se ganó el respeto y cariño de sus
colaboradores con el ejemplo del trabajo, logrando con ello una
calidad notable en sus construcciones.
Puntualizó que la mejor herencia que dejó el arquitecto del siglo
XX es gracias a la calidad del espacio que brindó a través de su obra
arquitectónica: “Estoy seguro que si los que habitan casas de Parra
pudieran valorar el índice de felicidad, podrían decir que su calidad de
vida ha sido muy alta, y tal vez no saben por qué, y es gracias a la
calidad del espacio que nos brindó Manuel”, aseveró José Luis Cortés.
Leonor Lascuráin de Parra compartió con los asistentes diversas
anécdotas que vivió al lado de Manuel Parra durante su carrera como
arquitecto, por lo que aseguró que a pesar de la falta de visión de su
esposo en uno de sus ojos, eso no fue impedimento para que tuviera
una amplia visión, ya que podía ver hasta las mentes.
GVG