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Libros 2015-09-30 17:31

Eduardo Mosches da la voz poética a la esperanza, el recuerdo y las angustias del hombre


Coeditan Conaculta y Ediciones Sin Nombre

Eduardo Mosches da la voz poética a la esperanza, el recuerdo y las angustias del hombre

• El autor publica el libro Los enemigos del silencio donde da testimonio de cómo encara el poeta los avatares de los tiempos que le ha tocado vivir

Sobre la balsa de la noche, trepando siempre por encima del silencio se levanta la voz del poeta. Su estruendo solamente lo percibe el alma que se pierde en los senderos de los ritmos, capaz de percibir la imagen en que se transforman las palabras y sus sonoros empedrados. Porque la poesía es calles, paradas, escalinatas, arena, arquitecturas de los tiempos y temas propios y universales. Son estas las insinuaciones que como el vapor va desprendiéndose del poemario de Eduardo Mosches, Los enemigos del silencio coeditado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y Ediciones Sin Nombre.

A la hora en que las estrellas reconquistan el espacio y el espacio material recae en la vaguedad de la disolución, en la que las cosas pueden ser otras cosas, despierta vivaz el lenguaje del poeta. Su acompañante es siempre el estremecimiento y unidos se vuelven los enemigos del silencio. “Se amplía el doloroso grito del silencio/ Es sólo una espera que sólo espera/ la tranquilidad de la luz/ para seguir gritando”. De ese grito de la angustia ante el hueco germinan los versos de la primera parte de este volumen titulada: “El cercano enemigo”, que es la personificación del insomnio.

Ese no dormir no significa en Mosches, un quedar invariable, sino con brusquedad amatoria, escarbar en la montaña de andanzas y botellas, salir a perseguir el recuerdo escondido entre las grietas de las paredes, en las arrugas que se pliegan sobre lo irrepetible, volviéndose la vigilia, quizá, la propia voluntad de la creación.

El insomne es la escisión de la naturaleza que se pregunta por sí misma. Es un exiliado de la fantasía onírica, pero se convierte en habitante de la ensoñación poética de igual manera se le abren caminos y recreaciones. Hay, entonces en los enemigos del silencio, un sueño distinto poblado de luna y de ladridos, de noticias como la de los mineros chilenos, ¿sería el insomnio su forma de dormir mientras permanecían atrapados en una noche eterna?

El poeta que no duerme vive en la unidad, no distinguen sus horas los contrarios, la luz y la sombra, lo efímero y lo eterno son el dinamismo del Uno. Así junto al recuerdo de la abuela Ucraniana que entre idish y castellano recitaba recetas contra el no dormir, aparece la angustia de la realidad violenta de un país donde descabezar se ha vuelto un mensaje oscuro que aterra, marca y hermana en la angustia. Porque como Mosches sentencia: “Dormir es tomar el bolsillo de la vida y darlo vuelta/ para descubrir cataratas de nidos con pájaros/que toman vuelo para seguir en amplia elipse/ y rasgar el techo de nuestras propias rarezas”.

En el poema XVI Eduardo Mosches crea una poética del sueño y la vigilia liberando ambos universos a través del arte: El arte trabaja con materia fronteriza,/ …materia mezclada,/ sencillamente impura/ Alzar la cabeza y entrar al laberinto/con el lado insomne del arte”.

Al alba vive el espíritu, sus aguijones son la alerta de las preguntas, la lejanía que marca con las certidumbres. Su nutrimento, el desasosiego y el instinto de soñar.

Despedidas y Reencuentros se titula la segunda parte de este poemario que va tejiendo un viaje de reconocimiento que inicia con la patria primera. La vuelta del viajero es la epopeya original, la llegada al puerto se iza como el primer paso de reafirmación, plantarse ante los paisajes, darles tiempo para que vuelvan a ser familiares, sobre eso nos habla el poema, “Un viaje de reconocimiento”.

La carrera es un poema que captura el ritmo vital señalado por un estarse yendo, pasar por la memoria y abandonarla en cuanto comienza a diluirse a deformarse para crear otra más, correr al abrazo materno de ahí alejarse de la infancia, montar el caballo de las piernas y hacerlas andar entre árboles, a través de las noticias, en medio de la guerra que se traga a fuerza con un trago de grapa, y seguir corriendo y atravesar países detenerse para que la simiente sea posible, pero después correr sobre las aguas huyendo de todas las intolerancias que se transfiguran solamente en los nombres que les damos, atestiguar después que el paso del potro que nos lleva ya ha perdido su velocidad y que el camino por delante únicamente es el del recuerdo.

Y es todo un cabalgar encabalgado en la poesía, la que estrena herraduras cada vez que el poeta escribe un poema.

Eduardo Mosches, nació en Buenos Aires en 1944. Estudió ciencias sociales en Berlín. En 1976 llegó a México y estudió Cinematografía en la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue coordinador editorial de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Fundador y director de la revista literaria Blanco Móvil desde 1985. Ha publicado los poemarios: Los lentes y Marx, Los tiempos mezquinos, Cuando las pieles riman, Viaje a través de los etcéteras, Como el mar que nos habita, Molinos de fuego, Susurros de la memoria, Avatares de la memoria (antología poética 1979-2006) y el libro de prosa Caminos sin ruta.

Ha colaborado en periódicos y revistas en México, Argentina, Alemania, Brasil, España, Estados Unidos, Israel, Italia y Chile, entre otros. Ha recibido varios premios como poeta y editor. Su obra ha sido traducida al alemán, italiano, portugués, hebreo e inglés.

Eduardo Mosches, Los enemigos del silencio, Conaculta/ Ediciones Sin Nombre; México 2014, Pp. 84.

ARR

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