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Libros 2015-09-14 10:18

El libro Horas y deshoras, de Miguel Angel Flores, memoria de una sociedad y sus creadores

Editado en la Colección de Periodismo Cultural



El libro Horas y deshoras, de Miguel Ángel Flores, memoria de una sociedad y sus creadores



El título aproxima al lector a la intimidad de los escritores pilares de la literatura, desde el origen de sus procesos creativos
El académico, investigador y periodista cultural narra un encuentro y la charla que sostuvo con Carlos Castaneda, aborda el boom latinoamericano, el Nobel a Pablo Neruda, entre muchos temas



Revelar los procesos de creación literaria desde la cercanía con los autores, así como el diálogo que permite a los lectores conocer el pensamiento, la intención, los búsquedas, los ambientes de los escritores son algunas de las características que ofrece el volumen Horas y deshoras de Miguel Ángel Flores publicado en 2014 en la colección de Periodismo Cultural del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.



El título reúne algunos de los trabajos que Miguel Ángel Flores ha desarrollado durante más de 30 años de trabajo, publicados en las páginas de la revista Proceso.



A través de los cuatro capítulos en los que se estructura esta recopilación periodística, que aproxima a sus lectores al origen de los procesos creativos de los escritores, la esencia del autor queda guardada en las páginas del libro donde, a propósito del periodismo, expresa: “el registro de esa actualidad se va convirtiendo con el paso de los años en la memoria de una comunidad”, “es la materia prima de la historia”, asegura Miguel Ángel Flores.



Partiendo de esta premisa, el autor presenta en la primera parte del libro titulada “Conversaciones y variaciones”, más de treinta entrevistas con personajes de la escena cultural. A través de los distintos diálogos, que parecieran brotar sin dificultad, se va dibujando la vida literaria e intelectual de México.



Es así como se acerca a la intimidad de los escritores pilares de la literatura como José Alvarado, Ernesto Mejía Sánchez, Ramón López Velarde o Carlos Fuentes, a través de los testimonios de distintas figuras como Alejandro Gómez Arias, Juan Bañuelos, Carlos Illescas o Luis Noyola.



En este primer apartado, se redibujan aspectos políticos, nacionales e internacionales, se profundiza en temas literarios y de creación artística enmarcados en hechos históricos como la Revolución Rusa, los usos del Castillo de Chapultepec, e incluso da espacio para debatir sobre las modernizaciones de la lengua española con el caso de la letra “ñ” y su posible sustitución.



Este abanico de posibilidades da lugar para todo tipo de personajes dispares, como podría ser el caso de Carlos Castaneda, quien a decir del autor “vive como si estuviera cubierto de una nebulosa”. En este apartado, el autor da un espacio para plasmar parte de su introvertida vida, puesto que acercarse al escritor y conversar con él significa todo un reto para cualquier periodista.



Así, Miguel Ángel Flores logra conversar con él sobre el encuentro que sostuvo con el mítico personaje de Don Juan y que plasmó en su obra más emblemática, “yo simplemente estoy siguiendo las enseñanzas de Don Juan. Mis acciones son más coherentes con lo que él me enseñó. Una de las bases de su filosofía es la ruptura de la importancia personal. Y yo me he apegado a esa filosofía al pie de la letra”.



En dicha entrevista, se revela la perspectiva critica que el autor de Las Enseñanzas de Don Juan tiene sobre las conversaciones que distintas personas desean entablar con él: “Muchos quieren que les transmita las enseñanzas de Don Juan sin ningún esfuerzo. Ese es el mandato número uno de quienes quieren conocer a Carlos Castaneda. Buscan la salvación instantánea.” Además agrega su visión sobre la crisis de la sociedad moderna “Quieren que yo asuma su salvación por sus acciones, por su vida entera. Ese es el mal de nuestro tiempo: la idea de la síntesis”.



Flores se ocupa de abordar algunos temas coyunturales en el ámbito cultural sucedidos entre los años 1983 y 1993 en la segunda parte del libro titulada “En el espejo de los días”. De esta forma apoya al lector en la comprensión de la relación intrínseca que existía entre el poder político y la vida cultural en México. Asimismo hace evidente su preocupación por la crisis editorial de los años ochenta, surgida a raíz de los problemas económicos que enfrentaba el país y que determinaron la historia de casas editoriales como Nueva Imagen, Planeta o Joaquín Motriz, esta última reconocida por él dadas sus contribuciones a la promoción de autores cuyas obras formaron el denominado boom de los años sesenta.



Precisamente esta etapa de creatividad latinoamericana es uno de los sucesos que redibuja en el capítulo “Sepan cuantos”. Al hablar de los méritos literarios de Carlos Fuentes, el autor de Horas y deshoras dice que “la década de los años sesenta, cuando aparece precisamente Artemio Cruz, marca la edad de oro de la novela latinoamericana. En esta época se publican las grandes novelas de Cortázar, García Márquez, Vargas Llosa: un prodigio narrativo que se conoció como el boom”.



En un artículo publicado a dos meses del fallecimiento de Carlos Fuentes, Flores aborda el trabajo de “uno de los escritores más notables, más destacados, más famosos, más celebrados, más carismáticos no solo de la literatura mexicana, sino de la literatura en todas las lenguas”. Describe los pasajes conocidos de la vida del escritor mexicano nacido en Panamá, y cómo fue que tras su consagración como escritor latinoamericano en 1962 adquirió proyección internacional. Carlos Fuentes “fue un escritor verdaderamente profesional que siguió escribiendo a un ritmo vertiginoso: sin pausa, sin descanso. Sin abandonar el ágora que para él era la novela […] Recibió los premios más prestigiosos a que puede aspirar un escritor, pero se le negó el más importante: el Nobel”.



Y es que no sólo para el autor del libro el premio Nobel es el galardón más codiciado por todos los escritores, en este mismo capítulo aborda el tema del enigmático premio a raíz del fallecimiento de Artur Lundkvist, miembro de la Academia Sueca y quien a decir de Flores, levantó algunos centímetros el telón que oculta el otorgamiento del Premio Nobel.



Así explica el caso de Jorge Luis Borges quien a pesar de tener todos los méritos literarios para llevarse el premio, debido a su tendencia política y por “felicitar” (el tono era sarcástico cuando lo hizo, según García Márquez) al dictador chileno Augusto Pinochet en 1976, la Academia Sueca determinó que no ameritaba dicha distinción.



Referido por Flores, Gabriel García Márquez escribió en algún momento en la revista Proceso: “Borges es el escritor de más altos méritos artísticos en lengua castellana, y no puede pretender que lo excluyan, sólo por piedad, de los pronósticos anuales. Lo malo es que el resultado final no depende del derecho propio del candidato, y ni siquiera de la justicia de los dioses, sino de la voluntad inescrutable de los miembros de la Academia Sueca”.



De esta forma, Borges queda fuera de la lista del Nobel, a diferencia de Pablo Neruda ganador del premio en 1971, gracias a la influencia que tuvo Artur Lundkvist en la decisión final, a quien además se le atribuye que la Academia Sueca haya volteado a ver la literatura latinoamericana.



En el último apartado de Horas y Deshoras “… Está en los libros” quiso dar un lugar a las reseñas de libros de Fernando Pessoa, Octavio Paz, Heriberto Frías, Hayden Herrera o Vargas Llosa. El título del capítulo lo otorga en honor a Francisco Zendejas quien en su programa nocturno de novedades bibliográficas en Radio UNAM decía: “Todo lo que somos, lo que hemos sido y lo que soñamos ser, está en los libros”, palabras que para el autor siempre fueron muy sabias y marcaron su trabajo como reseñador de libros.



Miguel Ángel Flores es economista por el Instituto Politécnico Nacional, colaborador de medios impresos como La Jornada, El Universal, Excélsior, profesor investigador de la UAM Azcapotzalco y ganador del Premio Nacional de Poesía Ciudad Aguascalientes en 1980, su libro Horas y deshoras es un ejemplo de periodismo cultural, en donde además de dar cuenta de todo el abanico de posibilidades que existen al momento de escribir, plasma su esencia como poeta y traductor, lo que le otorga otra dimensión de posibilidades al periodismo.



En la opinión de la periodista Judith Amador Tello, autora del prólogo, en la búsqueda de retratar la esencia del periodismo, Horas y deshoras, debe su nombre a las jornadas laborales en las que un reportero se ve inmerso en entrevistas o en los actos donde encuentra la materia de sus notas, pero también requiere de las deshoras del día, donde el ejercicio periodístico exige hurgar entre libros y fuentes escritas en la búsqueda de la precisión y la preparación para las conversaciones.



Este título se encuentra a la venta en la Red de Librerías Educal y se localiza más información en el sitio http://www.conaculta.gob.mx/periodismo/



MHR

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