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Museos 2015-09-09 17:05

EL INAH REFUERZA EL DIALOGO POR LA CREACION DE UNA GESTION ETICA DEL PATRIMONIO INMATERIAL

EL INAH REFUERZA EL DIÁLOGO POR LA CREACIÓN DE UNA GESTIÓN ÉTICA DEL PATRIMONIO INMATERIAL

*** Especialistas de Europa y América Latina se reunieron en Álamos, Sonora, para debatir

sobre líneas de acción normativa

*** Experta destacó la importancia de los mascogos, comunidad afrodescendiente en la historia

de la frontera norte de México

Especialistas de Europa y América Latina se reunieron durante tres días en Álamos, Sonora,

para dialogar sobre nuevas políticas respecto al patrimonio intangible, en el marco del VI

Coloquio Internacional “Construyendo nuestro futuro común. Por una gestión ética del patrimonio

cultural inmaterial”, organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

El Comité del Patrimonio Inmaterial, órgano rector de la Convención para la Salvaguardia

del Patrimonio Cultural Inmaterial establecido por la UNESCO en 2003, se propuso crear a lo

largo del presente año conceptos normativos, por lo que a través de este encuentro el INAH se

sumó al debate internacional y a la construcción del documento que regirá las líneas de acción

en este ámbito.

Entre las propuestas vertidas en las mesas de trabajo, destaca la creación de inventarios,

los cuales serán esenciales para conocer, valorar, interpretar y difundir el patrimonio intangible,

“bajo una transversalidad y participación de sus portadores culturales”, indicó José Luis Perea,

director del Centro INAH Sonora.

Asimismo se planteó la necesidad de otorgar mayor importancia al patrimonio lingüístico,

porque el valor estratégico y aglutinante de las lenguas en tiempos de globalización es

fundamental para su permanencia.

Se debe impulsar la creatividad cultural para lograr beneficios económicos a través del

turismo y proteger los derechos de autor que les asisten a las comunidades. En este sentido, los

gobiernos e instituciones académicas están llamados a propiciar condiciones que fortalezcan las

capacidades de autogestión de las poblaciones en el conocimiento, sensibilización y

salvaguardia de su patrimonio intangible, afirmó José Luis Perea.

Edaly Quiroz, subdirectora de Patrimonio Inmaterial del INAH, comentó que el coloquio se

enmarcó dentro del compromiso que el Instituto suscribió ante la UNESCO para salvaguardar

siete elementos: La ceremonia ritual de los voladores de Papantla; La cocina tradicional mexicana, cultura comunitaria, ancestral y viva. El Paradigma de Michoacán; Lugares de

memoria y tradiciones vivas de los otomíes-chichimecas de Tolimán y El mariachi, música de

cuerdas, canto y trompeta son cuatro de ellos.

Completan La pirekua, canto tradicional de los purépechas; Las fiestas indígenas

dedicadas a los muertos y Los parachicos en la fiesta tradicional de Chiapa de Corzo.

Expertos de Colombia, Uruguay, España, Brasil, Turquía y México participaron en el

encuentro, donde también se buscó hacer visible la riqueza inmaterial del Norte mexicano. La

antropóloga Paulina del Moral, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en

Antropología Social (CIESAS), se refirió al patrimonio intangible en un contexto de migración,

abordando el caso de los negros mascogos, en Coahuila.

La especialista —quien realizó la primera monografía en español sobre esta tribu, como

se autodenominan, asentada en Coahuila— señaló que en el Decenio Internacional de los

Afrodescendientes (2015-2024) es fundamental su presencia. “Son muy relevantes en la historia

de la frontera con Estados Unidos y hace falta darles un lugar en los libros de textos de historia”.

Esta comunidad cuenta con tan sólo 253 integrantes, en un contexto severo de

migración, ya que en las poblaciones de El Nacimiento y Cuarterones Morelos, en el municipio

de Músquiz, Coahuila, no hay fuente de ingresos a causa de la sequía.

Sin embargo, cada 19 de junio los mascogos regresan a la fiesta del Día de los Negros

en solidaridad con sus hermanos de Texas, para conmemorar la abolición de la esclavitud,

aunque sus antepasados fueron libres. Incluso a las nuevas generaciones ya no les gusta

reconocerse como negros, “ya están muy blanqueados, pero hay un sector orgulloso de su raíz”,

apuntó Paulina del Moral.

El grupo, que emigró desde Florida hace 150 años a El Nacimiento, refuerza su identidad

con la cabalgata de abril, donde aparece un contingente portando un estandarte en el que se

designan negros mascogos y marchan al lado de los kikapus.

Durante Navidad y Año Nuevo, muestran sus tradiciones más arraigadas, celebrando con

platillos tradicionales, como el pan de camote y el sosque (bebida de maíz molido en mortero,

que consumen poblaciones amerindias y de origen africano). Las mujeres usan vestidos rojos

con bolitas blancas y turbante (conocido con el vestido de negrita). Además interpretan un canto

tradicional, como el gospel, en tonos alegres e inspirados en pasajes bíblicos, debido a que los

mascogos son evangélicos y católicos.

Su origen se remonta a los siglos XVIII y XIX, cuando vivían libres al lado de los

seminoles en la Florida. Pagaban tributo, pero tenían aldeas independientes, hasta que en 1844

las guerras los obligaron a exiliarse a Oklahoma. En el trayecto encontraron a crics, cazadores

de esclavos, y decidieron seguir hasta México, donde se acompañaron con una comunidad de

kikapus y una de negros seminoles.

Para 1850 los tres grupos se asentaron en El Moral, cerca del límite con Estados Unidos.

Once años después los seminoles cruzaron la frontera de regreso y sólo quedaron kikapus y

mascogos. En 1867, el entonces presidente Benito Juárez les otorgó la colonia Benito Juárez a

los kikapus y El Nacimiento a los mascogos, a quienes Lázaro Cárdenas les da en 1938

Cuarterones y Morelos, sitios que actualmente habitan junto con mestizos y cuarterones

(descendientes de mujeres casadas con kikapus o mascogos).

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