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Noticias 2015-09-08 16:33

Arqueología, título que aborda el origen y desarrollo de esa disciplina en México

Coedición de Conaculta y Editorial Debate



Arqueología, título que aborda el origen y desarrollo de esa disciplina en México



· El volumen, preparado por Enrique Vela, forma parte de la colección Historia Ilustrada de México



Audio: Adjunto



De todo lo vivo sólo quedan rastros, restos, aspectos; lo que se salva y lo que se pierde es cuestión muchas veces del azar, pero rescatarlo es siempre un empeño de la voluntad y de la memoria. Somos seres en busca de señales, y éstas muchas veces se encuentran en los vestigios, en las huellas que algo ha dejado tras de sí. No es filosofía, es la fascinación por saber más sobre aquello que no presenciamos, pero que fue majestuoso. Un irremediable impulso por volver a tener, por recuperar.



Sobre todo esto descansa la búsqueda de la huella del pasado que el libro Arqueología, escrito por Enrique Vela y de la colección que coeditan el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y editorial Debate, Historia Ilustrada de México, nos va relatando casi exclusivamente en imágenes.



La imagen seduce, inquieta a la imaginación, nos pone frente al objeto y nos permite apreciarlo, evocar. Por ello, el volumen coordinado por Enrique Florescano ha de verse como una especie de catálogo de objetos maravillosos, de construcciones que como en un sueño surrealista emergen de entre paisajes diversos, aquellos en los que habitaron las múltiples culturas prehispánicas.



Son 12 los capítulos que completan Arqueología. Textos breves que tienen la función de acompañar lo que se ve con lo que se informa. El primero atañe a la Conquista y en él se da cuenta de que la primera intención arqueológica comenzó con los registros que de la vida religiosa, económica y del pensamiento, hicieron los conquistadores, los evangelizadores y las autoridades. Fue el empeño de los segundos en aprender las distintas lenguas de los pobladores del país, el que más información y conocimiento rescató.



Otra fuente fueron los códices, esa escritura pictográfica de cuyos ejemplares totalmente prehispánicos sobrevivieron unos pocos. Aunque hay otros que combinaron lo prehispánico con lo occidental, como el Códice Mendoza, elaborado entre 1541 y 1542 a petición del Virrey de la Nueva España, Antonio de Mendoza. Otros documentos fueron las Relaciones geográficas que se elaboraban con la finalidad de recabar información sobre la historia y la cultura de las principales poblaciones de este territorio. Rescatar, fijar, comprender fueron los ejes sobre los que se centró el acopio de información de este periodo.



En 1625, durante el periodo colonial, Carlos de Sigüenza y Góngora realizó lo que se considera la primera expedición arqueológica en México, al excavar una de las pirámides de Teotihuacan. Los documentos por él recopilados quedaron en las manos del italiano Lorenzo Boturini Benaducci, quien formó una colección que incluía los códices más importantes. Pero el suceso deslumbrante fue el descubrimiento en 1790 en la Plaza Mayor de México, de “dos de las obras maestras de la escultórica mexica: la Coatlicue y la Piedra del Sol, el 13 de agosto y el 17 de diciembre”. En 1792 Antonio de León y Gama publicó Descripción histórica y cronológica de las dos piedras, que para muchos, asegura el autor, es el primer libro sobre arqueología en México.



Durante el siglo XIX los avances más significativos en esta disciplina fueron la publicación de varios manuscritos y códices, la formación en 1825 del primer Museo Nacional, que en 1865 se ubicaría definitivamente en Chapultepec recibiendo el nombre de Museo Nacional de Antropología. Y la presencia de un abundante número de viajeros que llegaron para recorrer diversas regiones del país buscando vestigios prehispánicos, para ilustrarlos o incluso fotografiar hallazgos como el del Chac Mol en Chichén Itzá. El interés en el extranjero por estas culturas se vio reflejado en exposición que en 1824 organizó William Bullock en Londres.



El siglo XX afiló las herramientas para hacer más precisos los estudios arqueológicos, como establecer las bases para la interpretación de las inscripciones mayas, la epigrafía, y fijar la cronología. En 1910 se publicó la Carta Arqueológica “un resumen sobre el estado del conocimiento alcanzado en la época”. Se sucedieron exploraciones en Mitla, Monte Albán, Teotihuacan, etc. para establecer sus características y poder realizar estudios comparativos. Surgió el interés de abrir esas zonas al público con motivo de la celebración del primer centenario de la Independencia.



Fue 1911 un año especialmente importante para la arqueología, pues la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología Americanas, inició formalmente su actividad siendo México el sitio de mayor atractivo. Estudiar, pero igualmente formar estudiosos fue su propósito. Las innovaciones que aportaron los investigadores fueron: la aplicación de del método estratigráfico que hizo posible establecer la primera secuencia cronológica sostenida por datos arqueológicos.



Manuel Gamio, figura esencial en la disciplina y su desarrollo, propuso un enfoque nuevo: que la investigación debía ser interdisciplinaria y abordar diversos aspectos de la cultura.



Explorar, rescatar, restaurar y preservar han sido las preocupaciones constantes en la arqueología de México. Los trabajos no cesan para avanzar en cada aspecto. Este libro es una prueba de esa preocupación, la de acercarnos, derribar el muro del tiempo para que la fascinación reviva en cada lector-explorador. Las imágenes que lo forman nos conducen a la pregunta por la espiritualidad que dio vida a estas huellas.



Enrique Vela nació en la Ciudad de México, estudió arqueología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Es coautor del Atlas del México prehispánico y autor de Las culturas prehispánicas de México. Desde hace 15 años es editor de la revista Arqueología Mexicana.



Enrique Vela, Arqueología. Colección Historia Ilustrada de México. Coordinador, Enrique Florescano; Conaculta- Editorial Debate. México, 2014. Pp. 261.



ARR

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