La Compañía Nacional de Danza rendirá homenaje al coreógrafo y bailarín Carlos López en el Palacio de Bellas Artes
El sábado 5 de septiembre a las 19:00 horas en la Sala Principal del recinto de mármol
La Compañía Nacional de Danza del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) rendirá un homenaje al maestro Carlos López por su destacada labor dentro de esta agrupación, a la cual ingresó en 1977 como primer solista, para posteriormente desarrollarse como maestro, miembro del consejo artístico, coreógrafo y director artístico. Esta gala se llevará a cabo el sábado 5 de septiembre a las 19:00 horas en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes.
“Este reconocimiento es una especie de despedida por todo el trabajo que he hecho. La danza para mí ha sido mi vida entera. Ha sido una entrega total, porque mi caso ha sido absolutamente vocacional. Creo que no podría haber realizado otra cosa que no hubiera sido dedicarme a la danza, a bailar, a estar en el escenario y hacer coreografía. He sido una persona totalmente escénica”, señaló en entrevista el maestro Carlos López.
Nacido en Guadalajara, Jalisco, el 12 de junio de 1937, Carlos López fue el primer bailarín mexicano graduado dentro del sistema Royal Academy of Dancing of London. Junto con Nellie Happee y Tulio de la Rosa, fundó en 1958 el Ballet de Cámara, antecedente importante para la creación de la Compañía Nacional de Danza.
De 1960 a 1964 fue integrante del Ballet Nacional de Cuba, donde llegó a la categoría de solista. Ingresó a la Compañía Nacional de Danza como bailarín para posteriormente desarrollarse en diversas áreas de la danza. De 1987 a 2015 fue régisseur de la agrupación del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
“Me inicié en la danza muy pequeño y desde entonces no dejé de bailar. Al salir de un teatro hice los pasos de ballet que les había visto a unos estudiantes de la Escuela Normal de Jalisco, a quienes les habían montado el Vals de las flores de El cascanueces y la Mazurca de Coppélia. Desde entonces me interesó la danza. Mi primera maestra de ballet fue Amelia Bell, quien radicó en Guadalajara y fundó una escuela.
“He vivido en el mundo de la danza toda mi vida. A los ocho años entré a bailar a una academia, gracias al apoyo de mi hermana. Estar en el escenario me complacía al cien por ciento. La carrera de bailarín es muy efímera y uno difícilmente puede rebasarla a los 40 años, y yo lo hice, pero con holgura, porque bailé hasta los 46”.
Explicó que fue uno de los primeros bailarines que participó en el ballet de El lago de los cisnes con el papel del príncipe: “Dentro de la Compañía Nacional de Danza fui un bailarín importante y principal. Cuando se inició la obra en el Lago de Chapultepec, tuve la oportunidad de bailar todas las funciones de sus primeros años con cinco bailarinas diferentes, las más importantes que había en México dentro de la Compañía, entre ellas Laura Urdapilleta, Susana Benavides Elena Carter y Ana Cardus. Yo bailaba con ellas porque era el único que tenía la experiencia para poder manejar el rol principal.
“Fueron muchos papeles los que interpreté. Estuve también en el Ballet Nacional de Cuba que dirigirán Fernando y Alicia Alonso, y con ellos hice una gira de siete meses por todos los países socialistas de entonces, como Corea, China, la URSS, Checoslovaquia, Rumania, Hungría, Alemania Oriental y Bulgaria. Si me hacía falta alguna facultad, la sustituía con temperamento e ingenio. Ahora estoy a punto de cumplir 80 años y la ejecución es cosa del pasado, pero disfruto de la danza como espectador”.
Durante su etapa como creador, Carlos López realizó más de 20 coreografías, de las cuales 14 pertenecen al repertorio de la Compañía Nacional de Danza. “Para una academia de ballet de San Ángel Inn hice el ballet Suite de jazz, una obra clásica con ciertos acentos modernistas parecidos al jazz. Fue una obra muy buena y no solo la presenté en el Palacio de Bellas Artes, sino que además me pidieron montar un programa especial con la participación de un gran músico mexicano de jazz: Juan José Calatayud, el cual tuvo mucho éxito.
“Para la Compañía Nacional de Danza realicé 16 ballets, algo que nadie había hecho. La primera obra que hice para la agrupación fue Fanfarria, un ballet clásico-contemporáneo muy dinámico y lleno de vida, acompañado por música barroca. Fue una coreografía que se bailó 16 años; un ballet para 36 bailarines, para un gran cuerpo de baile, y tenía un gran movimiento en el escenario. Fue un trabajo muy exitoso”.
La Compañía tiene ahora un repertorio muy variado, con obras contemporáneas y clásicas como El lago de los cisnes, El cascanueces y La bella durmiente, consideró. “La Compañía Nacional de Danza es suficientemente potente como para poder llevarlas adelante, pero también tiene su propio repertorio y se aventura a traer coreógrafos más contemporáneos. Creo que ahora está muy bien. El nivel técnico de los bailarines es bueno y están bien dirigidos. Está en un nivel muy importante y uno de sus maestros, Carlos Carrillo, tiene un potencial enorme para la creación.
“Yo estuve en el Palacio de Bellas Artes desde los años cincuenta, cuando se apoyaba a la danza contemporánea que tenía un cierto toque de nacionalismo. Aunque yo era un bailarín de danza clásica, entré a la compañía de danza contemporánea del INBA que en esa época se llamaba Ballet Mexicano. Viajamos a Cuba al Primer Festival de Ballet de La Habana, a Estados Unidos y a toda la República Mexicana. Después las cosas se neutralizaron, hasta que apareció lo que ahora es la Compañía Nacional de Danza, de corte y tradición clásicos, y que es ahora una agrupación formal y totalmente estabilizada.
“Es una gran compañía con casi 80 bailarines y muchos maestros. Creo que yo ayudé a su consolidación y tuve la oportunidad de hacer para ella obras muy exitosas. Como régisseur trabajé siempre muy cerca del director en turno”.
Con la confianza que le brinda su experiencia, forjada a lo largo de muchos años de trayectoria artística, externó un consejo para los jóvenes que desean ingresar a esta disciplina: “A la danza hay que amarla intensamente; es muy demandante y a las nueve o diez de la mañana hay que estar en el salón de clase para ensayar. El cuerpo no puede descuidarse un solo día y hay que atenderlo permanentemente y entrenarlo todos los días. Lo primero que hace un bailarín en su día es tomar una clase de ballet y el entrenamiento cotidiano, una disciplina para mantener el cuerpo lo suficientemente fuerte para que pueda utilizarse para llevar obras al escenario”.
En 1994, Carlos López fue premiado por la Unión Mexicana de Cronistas de Teatro y Música por su labor coreográfica. Ese mismo año se integró como creador artístico al Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), al cual aún pertenece en la actualidad.
“Mi carrera ha sido muy importante, me ha divertido y me ha gustado mucho. He sido extraordinariamente feliz gracias a ella. Creo que no fui un bailarín más: hice una autentica carrera, conocí medio planeta, estuve en el Ballet Nacional de Cuba, con compañías de Florida y en las principales de México. La Compañía Nacional de Danza fue la culminación de muchos años de esfuerzo y todavía me van a hacer un festejo final como una especie de despedida oficial. Creo que es el momento del adiós”, concluyó.
El programa que ofrecerá la Compañía Nacional de Danza en homenaje a Carlos López reunirá cuatro de las coreografías que el maestro creó para la agrupación mexicana: Fanfarria, La silla, Fragmentarios y Vivaldi para trece bailarines, con la participación de Elisa Ramos, Iratxe Beorlegui, Blanca Ríos, Erick Rodríguez, Lorena Kesseler, Mayuko Nihei y Roberto Rodríguez, entre otros bailarines. Además, se proyectará un video sobre la trayectoria artística del maestro.
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