El muralismo, más vivo que nunca
En la segunda jornada del Foro Internacional de Muralismo participaron jóvenes artistas y restauradores
Con las mesas Vientos de cambio. La diversidad en el siglo XXI y Custodia y conservación del patrimonio culminó el Foro Internacional de Muralismo. El reto de los muralistas ante el siglo XXI, que se llevó a cabo en el Aula Magna José Vasconcelos del Centro Nacional de las Artes, en el marco del 30 aniversario del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (Cenidiap) del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
Guillermina Guadarrama Peña, investigadora del Cenidiap y coordinadora del encuentro, señaló que “el muralismo sigue. Son nuevas generaciones, otras etapas, otros momentos. El muralista sigue haciendo cosas a veces como pretexto estético, a veces como lucha social. El muralismo no ha muerto. Se siguen subiendo a los andamios y siguen pintando. El muralismo sigue más vivo que nunca.
“Las nuevas generaciones están muy alejadas de la Revolución Mexicana, pero han cuestionado la verdadera historia de México. Ellos están buscando esa misma forma de lucha social a través de diversas expresiones”.
La pintura mural comunitaria del siglo XXI fue la ponencia de Javier Campos Cienfuegos, quien ha plasmado sus propuestas en la Universidad Pedagógica Nacional, la Universidad de la Ciudad de México, el Cuartel Zapatista de Nezahualcóyotl y la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México, entre otros espacios; expuesto en Francia sus motivos zapatistas, y elaborado un mural en Gelsenkirchen, Alemania.
“México sigue siendo el padre del muralismo en América Latina”, afirmó el artista, e indicó que su reto es seguir realizando pinturas comunitarias a fin de acercarse más al pueblo.
“Tenemos un gran compromiso social. Podemos construir murales comunitarios de largo alcance. Nos dan la inspiración muralistas como Siqueiros. Él quería que continuáramos con la pintura mural. Ahora vienen varios jóvenes atrás. Nosotros seguiremos con la pintura mural de combate, para exaltar nuestra cultura mexicana e inquietudes revolucionarias hasta donde se pueda. Estaremos siempre en la calle”.
Las mujeres también tienen una importante presencia en el muralismo, dijo Guillermina Guadarrama, al presentar a Valeria Álvarez Espejel, joven egresada de la carrera de arte en la Universidad Autónoma de Tlaxcala, quien llevó a cabo un proyecto en la materia en la comunidad de San José Atoyatenco de dicha entidad.
El objetivo fue pintar la identidad de la comunidad, señaló Valeria, quien realizó seis murales en los que registró a los habitantes y sus actividades propias.
“El muralismo busca dialogar reteniendo pasajes históricos del lugar, de la gente que vive ahí, de quienes participaron en este proyecto. Ahí se pintó nuestra identidad y se disfrutó el proceso porque la gente se sentía parte de él”, dijo la creadora al hablar de su experiencia con la población del lugar y de cómo la comunidad, sobre todo los niños y jóvenes, se acercaron a ella para pedirle que les enseñara las técnicas para poder intervenir las calles.
Diseñadores, grabadores y grafiteros integran el colectivo María Pistolas. Ellos, por medio del esténcil, se dedican a intervenir el espacio público. Sociabilización del espacio público fue el nombre de su ponencia.
El colectivo busca que las imágenes que imprimen puedan conservar su carácter de herramienta social y que sean un medio de expresión representativo del lugar. Sus miembros también imparten talleres a niños y jóvenes y acuden a comunidades a llevar su arte.
Del Germen al neomuralismo fue el tema abordado por Germen Crew, grupo de grafiteros que afirma que el muralismo recobrará una nueva fuerza y nadie podrá escapar del color. Sus integrantes, en estos momentos, se encargan de pintar 20 mil metros cuadrados en la colonia Palmitas, en Pachuca, Hidalgo. Asimismo, han realizado otras obras, como el mural del Mercado de las Flores de Jamaica.
Custodia y conservación del patrimonio fue la mesa en la que participaron los restauradores Eliseo Mijangos, Alejandro Morfín, Renato Robert Paperetti y Juan Montoya.
Alejandro Morfín, quien enseñó la técnica para realizar un mural a estudiantes de la Escuela de Arte y Comunicación Visual de la Universidad Nacional de Costa Rica, explicó que al ser Costa Rica un país sísmico y con mucha humedad, se consideró que lo mejor sería elaborar un mural en bastidor. Con fotografías ilustró su plática, en la que se vio desde la elaboración del soporte hasta el resultado final.
El pintor y restaurador Eliseo Mijangos, por su parte, indicó que desde 1923, año en que inició el muralismo, el movimiento no ha parado. Recordó que mientras Diego Rivera pintaba en la escalera de Palacio Nacional, acudía a ver sus murales en la Escuela Nacional Preparatoria, a los que empezó a notar varias grietas.
De allí surgió su interés por buscar otra forma de pintar sin depender del muro, por lo que comenzó a elaborar frescos sobre bastidores metálicos.
En los años cincuenta se creó el primer laboratorio de conservación y los ayudantes de los grandes maestros se convirtieron en los primeros restauradores, rememoró, y sostuvo que él, recién salido de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, se sumó a ese primer grupo.
“Me fijaba en la pincelada de Diego, de Orozco; me nutría de informaciones visuales que después practicaba en mi pintura, hasta que al final la restauración me absorbió definitivamente”.
Desde el ejercicio de la conservación y con años de experiencia es como se obtienen los secretos desde el muro, dijo el restaurador, y agregó que puede saber cuántos murales pinto Rivera con arena de mina, cuántos con grano de mármol, qué secciones decoró Siqueiros con encáustica y cuáles al fresco, en el patio chico del Antiguo Colegio de San Ildefonso.
Apreciar la firma de Orozco en el Hospicio Cabañas o descubrir un chapulín de dos centímetros de largo entre las plumas del águila que González Camarena pintó en el Instituto Mexicano del Seguro Social fueron otras vivencias que confió a los asistentes.
Renato Robert Paperetti habló sobre la intervención que realizó al mural Historia de la medicina en México de Diego Rivera, que se encuentra en el Hospital de La Raza, mismo que fue dañado a raíz de los sismos de abril y mayo de 2014.
Señaló la importancia de la investigación para realizar esa pintura, en la que Diego pintó el Códice Mariano y a la diosa Tlazoltéotl, entre otros elementos, e indicó que se hicieron trabajos de corrección de grietas, limpieza, reposición de mosaicos y reintegraciones cromáticas.
Mostró documentos con fecha de 1963, que indican que a nueve años de terminada la obra ya mostraba daños por salitre. En marzo de 1979 también tuvo una intervención por daños derivados de otro temblor y enfatizó en la necesidad de educar para respetar las obras de nuestros artistas, que, como ese mural, tenía muchos chicles pegados.
Juan Montoya Polín, fue el último expositor, y quien abordó la restauración de bienes muebles e inmuebles por destino. Refirió que los inmuebles por destino son aquellos como esculturas, retablos y pintura mural que se encuentran adosados a una estructura arquitectónica y no se pueden retirar.
Habló de la restauración de un tríptico de José Chávez Morado y de la realización de cinco murales en diversos espacios de Guanajuato.
“Antes de intervenir un mural existe un trabajo de investigación y exploración para poder determinar el deterioro y cómo será la intervención. A los grandes maestros les llevó mucho trabajo hacer su obra, y el reto de los restauradores es rescatar y fomentar el oficio del pintor muralista”.
Carlos Guevara Meza, director del Cenidiap, dio por terminado el primer Foro Internacional de Muralismo, del que dijo sentirse satisfecho y que valieron la pena todas las horas de trabajo y desvelo para que resultara un encuentro maravilloso.
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