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Musica 2018-10-22 20:14

Culminó con éxito la temporada de estreno de la coreografía Omphalos, de Damien Jalet

Culminó con éxito la temporada de estreno de la coreografía Omphalos, de Damien Jalet



· Se ofrecieron cinco funciones de esta reflexión física sobre lo efímero de la existencia humana, del tiempo y la muerte



· El Centro de Producción de Danza Contemporánea se ve cada vez mejor, con más convicción, compromiso y plenitud: Marco Antonio Silva



Con un inusitado éxito, dada la respuesta de un público que quedó deslumbrado con la magnitud de la propuesta, este fin de semana culminó la breve temporada de estreno mundial de la obra Omphalos, proyecto dancístico del coreógrafo belga-francés Damien Jalet, la cual estuvo a cargo de los bailarines del Centro de Producción de Danza Contemporánea (Ceprodac) del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) que dirige el coreógrafo Marco Antonio Silva.



En total fueron cinco funciones realizadas en el Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes de la Ciudad de México: una función el viernes 19 y dos funciones cada día el sábado 20 y domingo 21 de octubre. La producción contó con la colaboración de un destacado equipo formado por artistas mexicanos y europeos.



Tal y como lo habían prometido los creativos, se trató de un ambicioso proyecto dancístico que se convirtió de hecho en un parteaguas dentro de la danza contemporánea de nuestro país y que permitió apreciar al Ceprodac en su máximo potencial artístico, motivo por el cual la directora general del INBA, Lidia Camacho, felicitó y elogió el trabajo de la agrupación, del coreógrafo y su equipo.



Desde el inicio de la puesta en escena, el público se mostró sorprendido por el largo obscuro de la sala, con algunos sonidos perturbadores, hasta que poco a poco de entre la penumbra se fue descubriendo un inmenso dispositivo escenográfico que giraba a lo largo y ancho del escenario: una especie de radar astronómico, del cual emergía una luz como tratando de iluminar el firmamento, del cual emergieron extraños personajes.



Se trató de una profunda reflexión física sobre lo efímero de la existencia humana, del tiempo y la muerte. Para ello, Jalet partió de dos mitos: uno europeo, que dice que Zeus envió dos águilas, cada una desde un extremo del mundo, y el sitio donde se encontraron definiría su centro, el “omphalos”, “el ombligo del mundo”, materializado con una roca, comúnmente protegida por una serpiente; y otro mexicano, que cuenta que los mexicas, guiados por su deidad principal, Huitzilopochtli, salieron en busca de “la señal”, el águila devorando una serpiente sobre el nopal, que indicaba el lugar donde debían fundar su ciudad, México-Tenochtitlan. México, en náhuatl, significa “en el ombligo de la luna”.



A lo largo de la obra, los bailarines, convertidos en seres con lo que juegan las fuerzas del universo, recrearon su cosmogonía a través de las leyes gravitacionales, geométricas e historias personales, emergieron del ombligo del universo y a él volvieron de manera irremediable, en medio de sonidos propios de la era tecnológica que vivimos.



El coreógrafo belga-francés Damien Jalet expresó previamente: “Mi trabajo está frecuentemente inspirado en rituales y México tiene muchos”, por lo que, dijo, “me inspiré en los voladores de Papantla, los cuales giran en torno a un centro. Lo que hice fue escarbar en esas ideas tan antiguas y conectarlas con el mundo contemporáneo, además de que encuentro fascinante la observación del cosmos y tratar de investigar de dónde vienen las nociones del tiempo”.





Parte importante de su propuesta fue la colaboración de un equipo nacional e internacional: los compositores Ryuichi Sakamoto y Marihiko Hara (Japón), el diseñador Jean Paul Lespagnard (Bélgica) y el escenógrafo Jorge Ballina y el iluminador Víctor Zapatero (México).



Al culminar la breve temporada, el director artístico del Ceprodac, Marco Antonio Silva, hizo un balance: “Siento que ha sido un trabajo de mucho esfuerzo, que se está logrando cada vez mejor; la compañía cada vez se ve mejor y con más convicción, compromiso y plenitud, con técnica filosa, por lo que estoy muy satisfecho con el resultado.



“Fue una producción que ha conjuntado muchos talentos, tanto mexicanos como europeos, y me parece afortunado poder crear un territorio en común que básicamente es el arte, un arte que despierta conciencias, produce nuevos efectos y permite nuevos encuentros que son sustanciales: no hay muros que lo impidan, por el contrario, abre puertas, ventanas y corazones. Me parece que aquí se cumplió bien la misión principal del arte”.



Y la reflexión final: “Acabamos de ver al ser humano en el centro del universo, pero paradójicamente en el centro de la nada, siendo principio y fundamento de todo, a partir de la imaginación, diría yo. Alguien nos imagina. Como diría Octavio Paz: soy hombre, duro poco, pero es inmensa la noche; volteo a ver las estrellas y descubro que son palabras que están escritas en el cosmos y en este momento alguien me deletrea a mí. Creo que todo es un juego del universo”.



Omphalos fue una producción del Ceprodac-INBA, el Fonca y el Centro Nacional de las Artes a través del programa México en Escena, Kampnagel Hamburg (Alemania) y el Conjunto de Artes Escénicas de la Universidad de Guadalajara, con el apoyo del Instituto Francés de América Latina / Embajada de Francia en México.

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