Recordarán en Bellas Artes al pintor Saturnino Herrán, a cien años de su fallecimiento
· Con un conversatorio en el que participarán Saturnino Herrán Gudiño, Víctor Muñoz y Víctor Rodríguez Rangel, moderados por Sara Baz
· Lunes 8 de octubre a las 19:00 en la Sala Manuel M. Ponce
Con motivo del centenario luctuoso de Saturnino Herrán, el Instituto Nacional de Bellas Artes, por medio de la Coordinación Nacional de Artes Visuales, llevará a cabo el conversatorio Saturnino Herrán: 100 aniversario luctuoso, para conmemorar al destacado creador mexicano, figura clave para comprender la transición del academismo mexicano al arte moderno.
Participarán Saturnino Herrán Gudiño, nieto del artista y presidente de la Fundación Cultural Saturnino Herrán; Víctor Muñoz, profesor investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, especializado en el pintor, y Víctor Rodríguez Rangel, curador de la muestra Saturnino Herrán y otros modernistas. Estarán moderados por Sara Baz, directora del Museo Nacional de Arte.
Creador de una obra compleja, Herrán logró una visión que renovó la concepción estética del arte mexicano, por lo que se puede considerar su producción plástica como una primera propuesta de arte nacional.
A cien años de su muerte, la obra de Saturnino Herrán (1887-1918) refleja la diversidad cultural que dio origen al México revolucionario, en la que retrata a campesinos, mujeres criollas, indígenas y otros personajes de la vida cotidiana del país en aquella época. El mestizaje jugó un papel principal en su actividad creativa, en la cual, no opera el desdén del arte decimonónico, como tampoco la veneración exaltada de un pasado indígena que niega su hispanidad, como ocurrió durante la posrevolución.
En su obra supo expresar la vida, la historia y el sentir de nuestro país. Aunque el pintor se mantuvo, aparentemente, ajeno al conflicto armado a diferencia de otros artistas de la Academia, en la cual se formó, como Gerardo Murillo, José Clemente Orozco o David Alfaro Siqueiros, es probable que la rebelión ideológica de esos años haya favorecido en parte su decisión por representar temas locales, aunque hay que decir que para 1910, ya había desarrollado obras importantes como Labor, La cosecha, El molino de vidrio y Vendedoras de ollas.