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Noticias 2018-08-31 11:37

Intenso trabajo de restauradores del INBA en la Capilla Riveriana



Intenso trabajo de restauradores del INBA en la Capilla Riveriana



· Se realizó el registro fotográfico de los daños, el cual será incorporado al dictamen actualizado del estado de conservación de la obra



· Para evitar el riesgo de desprendimiento, de manera preventiva se colocó un velado en el primer intercolumnio del recinto



· Se tienen que hacer evidentes las partes restauradas y respetar el trabajo del artista: Alejandro Morfín Faure



En la década de 1920, Diego Rivera dejó plasmada la lucha agraria mexicana y una alegoría a la tierra en una serie de frescos que pintó en la Capilla Riveriana de la Universidad Autónoma Chapingo. Actualmente, dichos murales están en proceso de restauración, luego de los sismos del pasado mes de septiembre.



El trabajo lo realizan nueve especialistas del Taller de Obra Mural del Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam) del Instituto Nacional de Bellas Artes.



Alejandro Morfín Faure, restaurador encargado del proyecto, señaló en entrevista que dichos murales “se intervinieron en el 2010 por necesidades de conservación; sin embargo, debido a los sismos de 2017, diversas grietas se volvieron a activar, algunas se fisuraron más. Como los murales están realizados con la técnica al fresco sobre muro directo, las grietas se volverán a reactivar si vuelve a temblar”.



El especialista comentó que diversas fisuras se produjeron en el terremoto de 1985 y algunas otras son anteriores, ya que el recinto es una construcción que data del siglo XVII. Detalló además que una de las zonas más afectadas es el primer intercolumnio, donde se tuvo que colocar un pequeño velado (non woven) como medida preventiva, ya que había riesgo de desprendimiento.



Esta fisura es una nueva ramificación de una grieta anterior, la cual se origina en el muro lateral izquierdo, donde se encuentra expresada la lucha de los campesinos mexicanos. Asimismo, resultó dañado el muro frontal del recinto o altar, para el cual posó Guadalupe Marín, quien representa la tierra fértil.



El equipo de restauradores ya realizó el registro fotográfico de los daños, el cual será incorporado al dictamen actualizado del estado de conservación de la obra. El proceso de restauración consiste en la limpieza mecánica y acuosa de la zona a restaurar, la consolidación, inyección de oquedades o cámaras de aire con cal y polvo de mármol, la nivelación de superficie con resanado y la reintegración cromática.



Morfín Faure explicó que, de acuerdo a los principios de restauración internacionales, la reintegración cromática de los fragmentos dañados se realiza con un material reversible, en este caso acuarela, y con técnicas como el puntillismo y el rigatino, pues “se tienen que hacer evidentes las partes restauradas y respetar el trabajo del artista”.



La Capilla Riveriana funcionaba como un lugar de culto religioso en una antigua hacienda del siglo XVII. El conjunto de frescos que contiene representa uno de los primeros trabajos muralísticos de Diego Rivera en nuestro país, en el que abundan alegorías a la tierra, la lucha, el trabajo y la unión de los campesinos, obreros y estudiantes con el fin de conducir el desarrollo del país. La obra está conformada por un conjunto de nueve lienzos, para los cuales posaron Tina Modotti, Guadalupe Marín y Pablo O’Higgins.



En este trabajo, el pintor guanajuatense hizo uso de la arquitectura del lugar, como las claraboyas, las ventanas, los resquicios y arcos, donde colocó trampantojos y jugó con las dimensiones y las perspectivas.



Eva Enríquez, directora del recinto, explicó que para pintar la capilla, el destacado muralista “pidió que quitaran el segundo piso de ese espacio y detallaran la arquitectura con arcos, para darle forma de una capilla religiosa. Para el diseño, Rivera utilizó iconos religiosos a lo largo de toda la obra”.



En el mural frontal, donde Diego hizo una especie de epílogo, el artista mexicano pintó la tierra fértil, representada por la figura de una mujer embarazada, rodeada de los elementos naturales: el agua, evocada en una forma femenina; el aire, que es expelido por un querubín; y el fuego, el cual es dado al hombre por Prometeo. En la base aparece Adán, sosteniendo el fruto del conocimiento: la manzana.



“En esta época, Rivera estaba en el Partido Comunista, por eso, al entrar, se pueden ver el martillo y la azada. El discurso inicia con dos pequeños: una niña sosteniendo dos mazorcas que evoca a la diosa azteca del maíz y el niño que representa el mestizaje de nuestra tierra”, detalló la historiadora

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