El pianista Santiago Piñeirúa interpretará obras de Beethoven junto a la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México
· Como parte de un programa que conmemorará los 75 años de El Colegio Nacional y en el marco del ciclo Conciertos de Bellas Artes
· Sábado 12 y domingo 13 de mayo en la Sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli
En el marco del ciclo Conciertos de Bellas Artes, organizado por la Coordinación Nacional de Música y Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), el pianista Santiago Piñeirúa compartirá escenario con la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México este fin de semana, como parte de un programa especial que conmemorará los 75 años de El Colegio Nacional.
Bajo la batuta del director huésped Roberto Beltrán Zavala, ofrecerán al público dos conciertos que podrán disfrutarse el sábado 12 de mayo a las 18:00 y el domingo 13 a las 12:30 en la Sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli.
Santiago Piñeirúa, integrante desde 2010 del grupo Concertistas de Bellas Artes, participará en la interpretación del Concierto para piano y orquesta núm. 4 en sol mayor, op. 58 y la Sinfonía núm. 4 en si bemol mayor, op. 60, ambas obras del genio de Bonn: Ludwig van Beethoven (1770-1827).
El destacado intérprete compartió con el INBA que la Sinfonía núm. 4 en si bemol mayor, op. 60 “es una obra emblemática para la literatura pianística, incluso para la sinfónica. Es uno de los cinco conciertos para piano que escribió Beethoven. Muchos estudiosos saben que al escuchar los cinco conciertos se puede constatar la evolución del compositor, tanto en estilo como en técnica”.
El maestro Piñeirúa, quien se ha presentado en diversos escenarios de México, Estados Unidos, España, Francia, Inglaterra, Italia, Chile, Argentina y Uruguay, comentó que “el Concierto para piano y orquesta núm. 4 en sol mayor, op. 58 es una obra cúspide en la carrera de Beethoven, no solo porque es bellísima sino porque está llena de innovaciones y de una calidad artística elevadísima.
“Tocar esta obra es un reto técnico muy demandante, sin embargo, lo más difícil no radica en el virtuosismo, lo cual parece contradictorio porque uno la estudia y la trabaja desde el punto de vista técnico para que salgan las notas, pero eso no es suficiente, porque es una obra cuyo valor estético realmente radica en la musicalidad y en el fraseo”.
El virtuoso del piano recordó que dicha pieza fue la primera que tocó con una orquesta cuando tenía 17 años. “Ahora tengo 34; la toque tres veces y en aquel momento hice el trabajo que podía hacer. Al escuchar las grabaciones recuerdo que fue una experiencia muy bonita; las notas las podía tocar y sonaban muy bien.
“Sin embargo, ahora que tengo otro tipo de madurez, 17 años después, con una formación profesional, llega el punto en que la obra toma un significado completamente distinto y, efectivamente, es otra cosa. Ahora que vuelvo a abordar la pieza encuentro su valor estético en la interpretación más que en la técnica”.
Y agregó: “Lo que cambia ahora es la madurez con que se abordan las composiciones y la búsqueda cada vez más detallada y más profunda, espero que este concierto salga mejor que hace 17 años”.
El egresado de la Manhattan School of Music de Nueva York aseguró que “el éxito se mide, para mí, en el nivel en el que se toque la obra; no quisiera relacionarlo con el aplauso o con el público, no es egoísmo con ellos, sino que yo sabré que al público le gustará en la medida en que yo tenga un control de la pieza adecuado para este momento de mi vida”.
En ambos conciertos, los asistentes también podrán escuchar, con la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, Sarabanda para cuerdas, de La hija de Cólquide, de Carlos Chávez.