Conformada por 80 piezas
Misterios del imperio tarasco se exhiben en el Museo de Antropología
ï‚· La muestra La ciudad perdida. Raíces de los soberanos tarascos ofrece
un amplio marco referencial sobre su vida cotidiana y su cosmogonía
Desde hace casi un mes el público puede encontrar en el Museo Nacional de
Antropología una ventana mística, ritual y cosmogónica hacia el pasado para
conocer los vestigios de una cultura poco conocida de nuestro país, todo ello a
través de la magna exposición La ciudad perdida. Raíces de los soberanos
tarascos.
La muestra, dividida en 10 ejes, da cuenta de la vida cotidiana, las tradiciones
y creencias de los grupos chichimecas de la Cuenca de Zacapu, un territorio
volcánico ubicado al norte de Michoacán y que ha guardado desde hace años un
misterio para los investigadores, mismo que se comenzó a develar desde hace una
década gracias a las excavaciones del Proyecto Arqueológico Uacúsecha.
El sitio de Zacapú es también conocido por la gente de la región como Ciudad
Perdida, nombre que da título a la exposición que se exhibe en el espacio de la
Media Luna del Museo Nacional de Antropología, pero también en el primer piso
con la exposición fotográfica de Guillaume Roux quien viajó a la región entre 2010 y
2012 para dejar su testimonio en imágenes.
El público puede encontrar piezas de hueso, vasijas con diversos motivos
religiosos, objetos de la vida cotidiana de los chichimecas de la región así como
algunas piezas artísticas, todas ellas elaboradas alrededor del año 1250 después
de Cristo, fecha en la que comenzó el asentamiento de esta cultura sobre un
conocido derrame volcánico que se extendió por esa zona del norte de Michoacán y
que se convirtió en pieza clave del llamado imperio tarasco.
En los diversos ejes de la exposición se analiza la creación del asentamiento
en la zona, sus primeros pobladores, las diversas etapas por las que cruzó el
imperio tarasco, la manera como construyeron sus ciudades, así como sus rituales
y vida cotidiana.
Con la ayuda de audiovisuales se explica la llegada de los llamados
uacúsechas a la región de Pátzcuaro y la manera como se unieron con otras tribus
para consolidar una sociedad avanzada y con un alto sentido religioso y artístico.
Entre las piezas que se exhiben y que han visto otra vez la luz gracias a los
esfuerzos de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia y del
Centro Nacional para la Investigación Científica, bajo la dirección del arqueólogo
Gregory Pereira, destacan piezas de huesos de coyote, pájaros pequeños,
zopilotes, venados y hasta mapaches, especies que convivían juntas en la región
en el 1250 a.C.
Destaca de este periodo una escultura en forma de coyote, un instrumento
musical de percusión llamado omichicahuaztli, cuya característica principal es la de
estar elaborado con hueso de mapache, así como cuchillos de hueso de venado
finamente labrados y que dan cuenta del alto nivel técnico de los uacúsechas.
En el recorrido también se ofrece información de cómo la caída del imperio
tarasco coincidió con la llegada de los españoles. En uno de los pocos documentos
que los describen se encuentra la llamada Relación de Michoacán, escrita por Fray
Gerónimo de Alcalá, quien recuerda que uno de los mayores líderes de la gente de
la zona de Zacapú fue Xire Ticatame.
Otras piezas de gran interés son la vasija con patas de trípode en tonos rojos
y sepias que exhibe una detallada decoración y perteneciente al 1450 d.C, también
la olla funeraria tipo Zacapú Rojo, así como un cráneo de venado conservado de la
época como elemento de buena suerte, pues éste animal era el más sagrado en la
cosmovisión tarasca.
También se exhibe una pinza para ropaje que aún guarda algunas hebras de
su antigua capa y que se elaboró en entre 1459 y 1521, así como un brasero de
barro que muestra el rostro de una deidad desconocida y que se remonta a 1200
d.C.
La exposición La Ciudad Perdida. Raíces de los soberanos tarascos se
presenta en el Museo Nacional de Antropología hasta el 29 de julio.
HBL