El Curso Internacional de Conservación de Piedra celebra su vigésima edición en México
*** Gracias a un esfuerzo sin precedentes entre el ICCROM y el INAH, es la primera vez que esta importante actividad académica se realiza fuera de Italia
*** Cerca de 20 especialistas de diversos países, estarán dos meses atendiendo aspectos teóricos y prácticos en la materia, estos últimos en el sitio de Chicanná, Campeche
En un momento decisivo para generar estrategias de restauración del patrimonio inmueble de México, en particular tras los estragos que distintos sismos han provocado en más de dos mil monumentos arqueológicos e históricos, México se convierte —fuera de Italia— en el primer país sede del Curso Internacional de Conservación de Piedra, gracias a un esfuerzo sin precedentes entre el Centro Internacional de Estudios para la Conservación y la Restauración de los Bienes Culturales (ICCROM) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
En las instalaciones de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), el antropólogo Diego Prieto Hernández, director general del INAH, dio la bienvenida a los cerca de 20 jóvenes especialistas procedentes de diversos países de Europa, África, Asia, Oceanía y América, que a lo largo de dos meses permanecerán en territorio mexicano para aprender múltiples aspectos sobre el tratamiento de materiales pétreos y traducirlo más tarde en acciones de preservación, concretamente en las estructuras de la Zona Arqueológica de Chicanná, en el estado de Campeche.
El doctor Joseph King, director de Unidad de Sitios del ICCROM, destacó que la organización de este evento académico en México es resultado de años de trabajo conjunto entre este organismo internacional y el INAH, así como con las distintas instituciones mexicanas responsables del cuidado del patrimonio cultural, entre ellas el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y la Dirección de Sitios y Monumentos de la Secretaría de Cultura.
El propósito del curso internacional, que llega a su vigésima edición —dijo—, es formar cuadros especializados en el conocimiento de este componente fundamental del patrimonio edificado y de destacadas obras exentas, para lo cual es necesario profundizar y enfrentarse a distintos contextos, de ahí la oportunidad de que por primera ocasión éste se realice fuera de Italia. Todo esto, con el fin de crear cuadros técnicos del más alto nivel que sepan abordar las más diversas problemáticas.
En ese sentido, el titular del INAH, Diego Prieto, enfatizó que este evento llega al país en un momento trascendente, considerando que más de dos millares de monumentos arqueológicos e históricos del país —sin contar bienes muebles o inmuebles por destino— presentan diferentes grados de deterioro luego de los terremotos del 7 y 19 de septiembre de 2017, y el del pasado 16 de febrero. Un desafío del que solo puede salirse avante mediante estrategias sustentadas en el conocimiento.
“Gran parte de estos inmuebles y bienes muebles afectados tiene como principal componente a la piedra. Se trata en gran parte de edificios construidos en mampostería de piedra unida con argamasa de cal y arena. De manera que para nosotros es importante comprender el comportamiento de estas estructuras en comparación con las modernas creadas a base de concreto, acero y cemento.
“Una actividad académica de esta índole es fundamental para atender las situaciones de desastre, al mismo tiempo que podemos intercambiar experiencias y estrechar los lazos de fraternidad con los 18 países que se hacen presentes. Este curso en particular demuestra los enfoques compartidos entre el INAH y el ICCROM, que es construir un saber para el cuidado del patrimonio que nos corresponde”.
Prieto Hernández detalló a los asistentes provenientes de Nigeria, Tailandia, Palestina, Canadá, Estados Unidos, Zimbabue, Japón, República de Corea, Tanzania, Filipinas, España, Kenia, Perú, Grecia y Siria, por mencionar algunos de los países, el universo del que el INAH es responsable: 50 mil sitios arqueológicos, de los cuales 189 están abiertos al público; 121 museos y 110 mil monumentos históricos, además de sus invaluables colecciones documentales entre las que se encuentran la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, la Fototeca Nacional y el Archivo Técnico de Arqueología.
De vuelta al tema de la piedra, el antropólogo hizo mención de los monolitos de la Piedra del Sol y la Coatlicue, descubiertos en 1790 con escasos meses de diferencia, y que a través de reflexiones de estudiosos como Antonio de León y Gama, “despertaron un sentido de identidad, una idea de patria”. Estas icónicas obras las apreciarán los participantes del 20° Curso Internacional de Conservación de Piedra durante su visita al Museo Nacional de Antropología, uno de los tantos espacios que conocerán durante su estancia a lo largo de un mes en la Ciudad de México, antes de trasladarse a Campeche.
Aída Castilleja, secretaria técnica del INAH, conminó al grupo de jóvenes a aprovechar esta ocasión para adentrarse en la diversidad del patrimonio cultural de México, desde sus valores tangibles y también intangibles, como son las expresiones de cada una de sus comunidades, “pues de la comprensión de ambas, de lo material y de los hacedores de estas expresiones, es que se pueden derivar las mejores prácticas de conservación”.
Liliana Giorguli, coordinadora nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, destacó que los mejores expertos del país serán los encargados de aproximar a los asistentes del curso a temas como los sistemas constructivos, conservación en contexto, alteraciones y deterioros; conservación, tratamientos y materiales, diagnósticos y documentación.
Los especialistas están adscritos a distintas instancias de las universidades Autónoma Metropolitana y Nacional Autónoma de México, de la CNCPC y la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), ambas del INAH; y del Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam), del INBA.
La sinergia entre estos expertos y los miembros del curso internacional, a partir de los conocimientos y las experiencias compartidas, “abrirán la posibilidad de establecer lazos que deriven en redes internacionales de investigación y conservación en los temas que nos ocuparán en estos meses”, concluyó la restauradora.