Presentan escritores y juristas la Constitución Poética de los Estados Unidos Mexicanos en Casa Refugio Citlaltépetl



●El libro reúne el trabajo de 26 poetas de diferentes estados convocados por Manuel de J. Jiménez a través del “Congreso Virtual Constituyente”

● El compilador señaló que pensó a la Carta Magna como un poema colectivo y el libro hace una traducción disciplinaria del lenguaje técnico, jurídico y constitucional, al lenguaje poético



Casa Refugio Citlaltépetl, recinto de la Secretaría de Cultura de la CDMX, congregó a poetas y juristas integrantes del llamado Congreso Virtual Constituyente, con motivo de la presentación del libro Constitución Poética de los Estados Unidos Mexicanos, un ejercicio de reescritura de la Carta Magna.



El libro fue presentado el sábado 10 de febrero por su compilador, Manuel de J. Jiménez —licenciado en Derecho por la UNAM e integrante de la Asociación de Escritores de México A.C.— y Rafael Mondragón —doctor en Letras por la UNAM y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras—.



Manuel de J. Jiménez explicó que el proyecto fue planeado en 2017, cuando se cumplió el centenario de la Constitución de 1917, para hacer una reescritura del texto constitucional a 100 años de su promulgación, el cual se materializó en la Constitución Poética de los Estados Unidos Mexicanos, publicado por el sello editorial Ediciones Proyecto literal.



“Decidí hacer de modo fraterno esta empresa y convoqué vía electrónica a alrededor de 100 escritores mexicanos; yo quería emular y hacer un congreso constituyente: un virtual constituyente, no tanto en el sentido de que la comunicación fue por correos electrónicos, sino atendiendo a la etimología virtual, y más atrás virtus, la idea y la virtud del poder que se tiene para hacer ciertas cosas”, compartió el compilador.



Explicó que hizo una selección de los artículos que pudieran tener más carga poética y al final 26 autores de diferentes estados de la República fueron convocados para la Virtual Constituyente, 13 hombres y 13 mujeres por paridad y equidad de género.



A través del Congreso Virtual Constituyente se establecieron tres ejes rectores para hacer el libro: la Carta Magna como un documento que busca conquistar una utopía, la de hacer soñar a la población de que es posible alcanzar un objetivo. “En ese sentido, se puede pensar a la Constitución como una utopía, sobre todo en un país como el nuestro, donde la cuestión entre el ser y el deber ser queda muy distanciado, donde hay un desfase entre los hechos y las normas, sobre todo en las normas de derechos humanos”, apuntó el compilador.



Y agregó que también “podríamos ver esta Constitución como una carta de derechos, donde el género epistolar interpela al soberano es a través de una carta y esta carta debe ser concertada, tiene que responder la autoridad, pero también se puede pensar la Constitución como un poema colectivo, hacer una traducción disciplinaria del lenguaje técnico, jurídico y constitucional, al lenguaje poético”.



Po ello, la obra incluye la reescritura de 26 artículos constitucionales a modo de poemas, como fruto del trabajo creativo de creadores de distintos puntos del país, entre éstos, el artículo 4, reescrito por Mariana Rodríguez:



“El varón y la mujer son iguales ante la ley / sin embargo, son separados en los vagones del Metro por la espada de la justicia / vara de cirio adornada con papel maché / varón y mujer / entonces, ¿dónde ubicamos al queer o al trans? / Por ley carecerán de recursos institucionales / y sus relaciones de poder desde su sexualidad y homosexualidad serán excluidas de la balanza histórica / sostenida en el aire por una mano invisible / de un lado la muerte y del otro la ruptura / más nunca la esperanza o la caridad…”.



Manuel de J. Jiménez dijo que el valor simbólico y literario del libro Constitución Poética de los Estados Unidos Mexicanos reside en la facultad de ligar la jurisprudencia con las palabras, “vincular la poesía con el derecho y sobre todo con el derecho constitucional parecería algo complicado y peligroso e incluso completamente contradictorio, pero realmente no lo es, la poiesis vive en la Constitución”.



Entre los motivos que llevaron al jurista a pensar y estructurar el libro está el distanciamiento entre la sociedad y la Carta Magna, que genera el desconocimiento de las leyes que amparan y regulan la vida de los ciudadanos. “Este texto (la Constitución Política) no hay que verlo como algo ajeno a la vida pública; al final, nosotros vivificamos la Constitución aplicando la no discriminación, aplicando el principio del artículo cuarto. No sólo es una cuestión de las autoridades, sino de nosotros como ciudadanos hacer una cultura cívica real, potente y satisfactoria”, planteó.



A su vez, el catedrático Rafael Mondragón acusó que se ha olvidado la capacidad de la ley para soñar y para pensar en el futuro, no sólo en el ámbito de la creación, también en el ámbito del trabajo comunitario y la acción social comprometida, la dimensión utópica relacionada con pensar, donde el futuro está cada vez más ausente.



Mondragón destacó la capacidad de la poesía para generar puentes entre las personas y los derechos constitucionales, quebrantados por la corrupción, la impunidad y la injusticia que aquejan a la sociedad. “Este es un texto de ficción amorosa (…); muestra el poder épico y sanador que puede tener una ficción en un contexto como México, la diferencia que puede tener la ficción con la mentira. Si bien es cierto que los y las poetas que trabajan en este libro juegan con el texto constitucional, no lo hieren, porque saben que ese cuerpo constitucional está enfermo y tiene que ser curado para volver a significar”, planteó.



Durante la presentación también estuvieron presentes poetas que participaron en la reescritura del texto constitucional, quienes compartieron su trabajo, entre ellos, Karloz Atl, Mariana Rodríguez y Lauri García Dueñas.



Al término de la presentación, Manuel de J. Jiménez invitó a los asistentes a escribir ellos mismos adiciones a los artículos para ser contenidos como anexos en la edición facsimilar de la Constitución Política que el jurista conserva.



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