Canal Once dedicó un programa especial a la exposición Rojo mexicano. La grana cochinilla en el arte
· En la transmisión televisiva, la directora general del INBA, Lidia Camacho, aseguró que México debe sentirse orgulloso de este insecto y su contribución al arte
En el marco de la exposición Rojo mexicano. La grana cochinilla en el arte, el Canal Once del Instituto Politécnico Nacional transmitió ayer un programa especial en torno a dicha muestra. En él, la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes, Lidia Camacho, mencionó que así como los chinos se sienten orgullosos de la seda, México debe sentirse orgulloso de la grana cochinilla.
En la transmisión televisiva, la funcionaria comentó que la gama de la grana cochinilla es muy amplia, pues ofrecía una paleta a los pintores de enorme versatilidad. En el México antiguo tenía un gran valor, daba la posibilidad de pintar cuerpos, textiles y cerámica, dijo.
El programa destacó la importancia que tuvo ese insecto a partir del siglo XVII, cuando cruzó los mares y se convirtió en un codiciado pigmento en Europa. “Tras palidecer unos años, (la grana cochinilla) regresó para resplandecer en el Palacio de Bellas Artes”, agregó Camacho.
Miguel Fernández Félix, director del Museo del Palacio de Bellas Artes, recinto que alberga la muestra, indicó en la transmisión que para la exposición se analizaron más de 200 obras, de las cuales, 40 por ciento contenían grana cochinilla. A partir de ese resultado se realizó la selección de piezas, de pintores como Sebastián López de Arteaga, Andrés de la Concha, Francisco de Zurbarán y Cristóbal de Villalpando, entre otros.
En el programa se informó que la hembra del insecto, parásito de los nopales, es la que genera el ácido carmínico al alimentarse de la planta, además de que los machos viven tres días, mientras que las hembras lo hacen tres meses.
Se señaló que el colorante que produce la grana cochinilla fina es diferente a la silvestre y a otros colorantes que producen carmines, así como que Fray Bernardino de Sahagún lo mencionó en las crónicas que enviaba a los reyes de España.
En civilizaciones como la inca, dicho colorante era sumamente apreciado, mientras que otros pueblos lo utilizaban como tributo. Con la conquista, el rojo mexicano se exportó a Europa, donde se convirtió en un pilar económico de la Corona.
Los españoles se maravillaron de los textiles que envió Hernán Cortés pintados con ese pigmento y pidieron se mandara cochinilla pulverizada, la cual no tardó en cautivar el arte europeo.
Georges Roque, curador de Rojo mexicano, aseguró en el programa que durante mucho tiempo los españoles no dijeron de dónde provenía el colorante, obteniendo el monopolio durante tres siglos, mientras que en Oaxaca, 90 por ciento de la población se dedicaba a producir el tinte.
Del rojo de la grana cochinilla se pueden obtener diferentes tonalidades, comentó en la transmisión Mariana Morales, coordinadora de gestión de la exposición. Los tonos van desde los rosas, naranjas y morados, lo que proporcionaba más posibilidades a los pintores. Brinda muchas transparencias, dijo.
De Sevilla, el colorante pasó a Venecia, donde, entre otros, lo utilizaron artistas como Tintoretto y Tiziano.
Los banqueros especulaban con el producto y llegó a cuadruplicar su valor; se convirtió en un artículo de lujo en todas las cortes de Europa, ya que el color rojo se asoció al poder. Los pintores lo utilizaban para representar vírgenes, santos y nobles.
Las meninas de Diego Velázquez, uno de los cuadros más emblemáticos, contiene grana cochinilla.
En el siglo XIX, la grana cochinilla comenzó a palidecer al mezclarla con grana silvestre en los cargamentos; sin embargo, se llevó un pie de cría a España, para así convertirse en productores.
Los impresionistas como Pierre-Auguste Renoir adoptaron también el pigmento, aunque no con tanta pericia. La obra Madame León Clapisson, perteneciente al Instituto de Arte de Chicago y que se exhibe en la muestra, es un ejemplo de cómo perdió su tono original.
Vincent van Gogh lo utilizó en más de 40 obras. En La recámara de Van Gogh en Arlés, pieza que se presenta por primera vez en el Palacio de Bellas Artes, el rojo mexicano no se encuentra en la colcha roja de la cama, como es de suponerse, sino en los muros y la silla, ya que lo mezcló con otros pigmentos.
El programa especial del Canal Once mostró además un invernadero en Tequisquiapan, Querétaro, donde Alejandro Reséndiz se dedica a producir la grana cochinilla desde hace menos de un año. En 2018 espera obtener una producción de tres toneladas y media.
“Este insecto nunca ha perdido su importancia, es un halago trabajar con este producto que marcó la historia. Me identificó con la grana y con México”, expresó Reséndiz.
La exposición Rojo mexicano. La grana cochinilla en el arte permanecerá en el Museo del Palacio de Bellas Artes hasta el 4 de febrero.