Evocan el pensamiento de Carlos Lenkersdorf en la Escuela de Música del Rock a la Palabra
· Ana Esther Ceceña, Paulina Fernández Christlieb, Miguel Álvarez Gándara y Guillermo Briseño, amigos del filósofo, recordaron su trabajo como un reconocimiento al pensamiento de los pueblos indígenas
· En la cátedra que lleva el nombre del también teólogo y lingüista alemán, los expertos destacaron la importancia de la colectivización de la democracia y la vida en la ciudad
Por sexto año consecutivo, la Escuela de Música del Rock a la Palabra, de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, realizó la Cátedra Carlos Lenkersdorf para perpetuar la difusión de su obra, en esta ocasión en voz de sus amigos y colegas Ana Esther Ceceña, experta en geopolítica; Paulina Fernández Christlieb, doctora en Ciencia Política; Miguel Álvarez Gándara, director de Servicios y Asesoría para la Paz (Serapaz), y Guillermo Briseño, director de la escuela.
“Él formó parte del consejo consultivo de esta escuela desde el principio, pero lo que traía en su vida y corazón nos permitió saber que había que continuar con esa tarea de saber quién era y quién sigue siendo Carlos Lenkersdorf; por ello, el nombre de la cátedra, porque de lo que se trata es de pensar el país, el papel de los artistas y de los jóvenes en el mundo que habitamos y nuestro deseo de transformarlo en un lugar más justo”, expresó Briseño.
La importancia del trabajo comunitario en la sociedad tojolabal, documentada por el filósofo y teólogo alemán, fue resaltada por Paulina Fernández Christlieb, quien explicó que el principio organizativo de esta sociedad no tiene como finalidad el dinero, ya que no cuantifica ni comercializa las relaciones sociales, por ello, la autoridad no se diferencia de los otros trabajos. “Las autoridades elegidas por nosotros son mandados por nosotros”, citó del también lingüista alemán.
Añadió que en este contexto la autoridad es elegida abierta y colectivamente, misma que puede ser revocada o reelegida según su desempeño. “La democracia o es colectiva o no es democracia. Las autoridades no se pueden mandar solas, aunque se nombra al que tiene buen comportamiento”, expresó la doctora en Ciencia Política, y destacó que estas representaciones no buscan el enriquecimiento rápido ni la acumulación de poder.
Ante alumnos y maestros de la institución de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, acotó que en tojolabal la palabra poder no existe, por lo que el ejercicio de éste sobre otros no es posible en esta sociedad. Por ello exhortó al público a volver a una relación colectiva con la naturaleza y a leer la obra de Carlos Lenkersdorf para acercase al pensamiento indígena como una vía para enfrentar al “capitalismo desalmado”.
Luchar contra los dispositivos de fragmentación comunitaria es la prioridad para Ana Esther Ceceña, quien agradeció a Carlos —fallecido 23 de noviembre de 2011— y a su esposa Gudrun Lenkersdorf —presente en la Cátedra— el rescate de este pensamiento a través de sus diversos libros, como La semántica del tojolabal y su cosmovisión, Filosofar en clave tojolabal y Cosmovisiones, entre otros.
“Fue curioso, de repente en un México tan diverso, tan rico y tan lleno de pensadores, llegaron estos alemanes a descubrirnos cosas que teníamos ahí y no veíamos tan fácilmente; nos sacaron al indígena que todos llevamos dentro y nos lo pusieron frente a nosotros para volvernos a identificar y a reconocer como parte de toda esa historia”, dijo la experta en geopolítica.
Priorizó las practicas colectivas de los tojolabales para combatir la occidentalización de las relaciones sociales, como el hecho de hablar con las plantas o los animales, sustentadas en un razonamiento circular y equitativo con la naturaleza. “La expulsión de lo comunitario es lo que le permite al capitalismo avanzar a terrenos más profundos. El desafío es entender la comunidad en un mundo urbano. La impunidad es una de las herramientas del capitalismo”, expresó.
Es necesario recuperar los sentidos nosótricos de los tojolabales, que nos enseñó Lenkersdorf, para dislocar la realidad y enfrentarla, señaló Ceceña; se debe crear comunidad nosótrica en la ciudad, que quizá será distinta a la de la selva, pero ésta se hace todos los días en el trabajo y la escuela, así como en el rock, la poesía y el arte.
“El centro con lo que él entendió y articuló todas estas dimensiones fue la lengua: el lenguaje, basado en esta comprensión de la nación ligada a tierra y territorio, y proyectada a lo colectivo y comunitario, a la cultura en todas sus dimensiones de vida, trabajo, distribución, compartires y relaciones, ligados a un proyecto a futuro fundado en una cosmovisión, en una serie de valores, principios y espiritualidades”, dijo Miguel Álvarez Gándara.
Resaltó que Carlos Lenkersdorf ayudó a la diócesis y a la teología a comprender esta profundidad del pensamiento tojolabal y la importancia de distinguirlo de los demás pensamientos de otras comunidades indígenas. “Sólo por la vía de lo comunitario y colectivo camina lo alternativo, nada que no construya identidades y se base en las culturas; no es sólo un accionar, es el ser en su conjunto y no basta tener derechos o resistencias, hay que alzar la mirada, hay que tener un proyecto”, concluyó el director de Servicios y Asesoría para la Paz (Serapaz).
Alumnos y miembros de la Escuela de Música del Rock a la Palabra recibieron y agradecieron a los expertos y su aportación en esta Cátedra con algunos temas musicales de su autoría. Los jóvenes músicos compartieron sus pensamientos y disolvieron algunas dudas con la participación de los especialistas mediante una ronda de preguntas y respuestas que hicieron destacar la importancia de la obra de Carlos Lenkersdorf.
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