El pabellón mexicano, uno de los 10 mejores de la LVI Bienal de Arte de Venecia, según la revista Dove Viaggi
Ø Junto con los de Bélgica, Polonia, Alemania, Islandia, Estados Unidos, Albania, Finlandia, Corea y Armenia
El pabellón que representa a México en la LVI Bienal de Arte de Venecia ha sido considerado por la revista Dove Viaggi como uno de los 10 mejores de los 89 expuestos, junto con los de Bélgica, Polonia, Alemania, Islandia, Estados Unidos, Albania, Finlandia, Corea y Armenia, galardonado con el León de Oro.
La obra Possessing Nature de los artistas mexicanos Tania Candiani (1974) y Luis Felipe Ortega (1966), y curada por Karla Jasso (1976), hace una comparación entre los mapas de Venecia y de la Ciudad de México. Mientras que en la primera ciudad el mar determina la topografía de la zona, en la segunda se muestra el agotamiento de los lagos que la nutrieron.
“México y Venecia comparten y a la vez se distinguen desde su propia condición. Ambas son ciudades anfibias. Si bien sus historias de urbanización y ritmos de mutación han sido diversos, también existe una memoria que las aproxima. El proyecto parte de una idea puntual: trazar el recorrido de las sedes que han albergado el pabellón mexicano durante el siglo XXI. Al recuperar el valor de la traza, se devela con violencia el tejido entre arquitectura y espacio acuático, en tanto es reflejo del poder que ambiciona obsesivamente poseer la naturaleza: ciudad de canales, ciudad de desagües”, se destaca de la obra de los representantes mexicanos.
El encargado de la instalación de ingeniería eléctrica de Possessing Nature, Marcos Ochoa, refiere que “para poderla entender hay que sentirla, escucharla, tocarla. No se entiende solo con los ojos”.
Possessing Nature es una digna sucesora de las obras que en anteriores ediciones de esta bienal internacional han participado en representación de México: Hay cosas que pasan más veces que todo el tiempo (2007) de Rafael Lozano-Hemmer, ¿De qué otra cosa podríamos hablar? (2009) de Teresa Margolles, Cuadrado rojo/Imposible rosa (2011) de Melanie Smith y Cordiox (2013) de Ariel Guzik.
Los 89 pabellones de la LVI Bienal de Arte de Venecia estarán abiertos hasta el próximo 22 de noviembre. Bajo el título Todos los futuros del mundo, la exposición internacional ha sido curada por el crítico de arte nigeriano Okwui Enwezor. Su intención es provocar en el público una reflexión sobre los problemas actuales que aquejan al orbe.
De acuerdo con la publicación italiana, el pabellón que mayor asombro ha causado en esta edición es el de Armenia, el cual fue reconocido con el León de Oro, el máximo galardón de la Bienal. En este trabajo, el concepto de identidad se reconstruye al evocar el genocidio armenio. El pabellón de la ex república soviética, ubicado en la isla de San Lazzaro degli Armeni, es un palimpsesto de imágenes e historias donde las obras contemporáneas se instalan junto a artefactos históricos.
De Albania se expone una instalación que recoge películas y materiales de archivo para investigar el espectro del comunismo, el neoliberalismo y las ruinas de la historia. Un enorme esqueleto de ballena ocupa el centro de la obra.
El legado del colonialismo, que dio lugar a un nuevo imaginario colectivo en el mundo contemporáneo, se analiza en el pabellón belga, a través de las obras de Vincent Meessen y otros cinco artistas internacionales; y en el de Polonia, que toma como base la película Fitzcarraldo de Werner Herzog, se investiga el concepto de identidad nacional y se cava en la historia colonial de este país.
De Alemania se presenta el colectivo Fabrik, el cual refleja las formas de producción económica en la sociedad actual, y Corea ofrece una instalación de cine donde el futuro se dice al revés, como si ya fuera el pasado.