Nueva exposición revisa el simbolismo, historia y biodiversidad del Escudo Nacional
*** Organizada por el INAH y la Semarnat, El Escudo Nacional. Flora, fauna y biodiversidad ofrece una lectura biocultural de los elementos distintivos del símbolo patrio
*** Se reúnen 340 objetos alusivos a la insignia, entre piezas arqueológicas, taxidermia, escultura, pintura, textiles, publicaciones periódicas y numismática
Dar una relectura a la iconografía y el desarrollo que durante siglos ha tenido la imagen del águila sobre un nopal, devorando una serpiente, es el punto de partida de la muestra temporal El Escudo Nacional. Flora, fauna y biodiversidad, inaugurada en el Museo Nacional de Antropología (MNA), recinto donde permanecerá hasta el próximo 28 de mayo.
Al presidir la apertura de la exposición, organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, expuso que mediante esta propuesta museográfica se busca que el público nacional y extranjero acceda, desde una perspectiva biocultural, a la riqueza histórica de la nación mexicana.
En concordancia, el director general del INAH, Diego Prieto Hernández, acompañado del titular de la Semarnat, Rafael Pacchiano Alamán; del coordinador nacional de Museos y Exposiciones del instituto, José Enrique Ortiz Lanz, y del director del MNA, Antonio Saborit, declaró que la muestra representa una alianza de primer orden entre la política cultural y medioambiental.
“La unión es fundamental, ya que no podemos entender la cultura sin el contexto natural en el que se desenvuelve, y porque además la cultura es hecha por una sola especie, la homo sapiens, resultado a su vez de la naturaleza”, añadió el antropólogo.
Rafael Pacchiano indicó que, a la par de visibilizar el extenso patrimonio natural de México —cuyo territorio ocupa sólo 1% de la superficie global, albergando en él a casi 10% de las especies del orbe—, la exhibición, cuyos preparativos requirieron cuatro años de colaboración interinstitucional, gira en torno al emblema patrio cuyo diseño integra más elementos biodiversos que ninguno otro en el mundo.
La exposición se compone de 340 objetos: piezas arqueológicas, banderas militares, esculturas, pinturas alegóricas, publicaciones y numismática, entre otros, provenientes de diversos recintos del INAH, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), museos estatales y colecciones privadas.
Ejemplo de esta lectura humanística y científica, detalló la curadora de la exhibición, Cora Falero Ruiz, son las cuatro águilas reales (Aquila chrysaetos) que podrán apreciarse; dos en osamentas recuperadas arqueológicamente y bajo resguardo del Museo del Templo Mayor, y un par de taxidermias enviadas desde Saltillo, Coahuila, por el Museo de las Aves de México.
También se muestran los restos óseos de una serpiente de cascabel (Crotalus molossus nigrescens), hallados en la Zona Arqueológica de Cantona, en Puebla, y semillas prehispánicas de tuna, descubiertas por especialistas del INAH en áreas aledañas a la Ciudad de México.
“Buscamos que los visitantes puedan ver y entender la flora y fauna del Escudo Nacional, cuál es su hábitat y de qué forma pueden ayudar a su conservación”, destacó la historiadora al indicar que la museografía cuenta con recursos multimedia en los que biólogos y otros especialistas detallan la trascendencia que cada elemento de la insignia —águila, serpiente, nopal, peña y agua, además del laurel y el encino, que no son especies endémicas— tiene dentro de los ecosistemas del país y la iconografía del símbolo.
La exposición se divide en ocho núcleos. En el primero se exhibe el Teocalli de la Guerra Sagrada, un monolito mexica del periodo Posclásico Tardío (1250-1521 d.C.), que alude al mito según el cual Huitzilopochtli extrajo en batalla el corazón de su sobrino Copil, para luego arrojarlo a un lago y hacer brotar el tunal sobre el cual se posaría un águila; señal que su pueblo reconocería para fundar México-Tenochtitlan. El apartado explica también el simbolismo de las citadas especies de flora y fauna.
El segundo núcleo da cuenta del arraigo que el águila y la serpiente tuvieron en la población indígena durante el virreinato, al grado que su símbolo, tras un proceso de sincretismo con la religión católica, terminó imponiéndose a la heráldica dada por Carlos V a la capital novohispana en 1523. En este apartado se detalla la suma de rasgos grecolatinos como el semicírculo de laurel y encino, retomados del escudo de la Real Academia de San Carlos.
Los cuatro núcleos siguientes repasan los cambios que presentó el escudo durante el convulso siglo XIX, desde las aves coronadas de Agustín de Iturbide y Maximiliano, hasta las estampas liberales de la época juarista. Se habla también de las alegorías usadas por pintores, escultores y otros artistas para fortalecer el nacionalismo, y de la parafernalia (billetes, monedas, libros y otros objetos) que difundió la imagen entre la población.
El núcleo siete se centra en la recuperación que hacia el final del siglo XIX se hizo del pasado indígena de México. En tanto que el último módulo refiere al papel que Venustiano Carranza tuvo en la definición del Escudo Nacional, al decretar, el 14 de abril de 1916, que sería un único modelo, creado por los artistas Jorge Enciso y Antonio Gómez, el que circularía en documentos oficiales, monedas y billetes.
De esta forma, la exposición, donde también se cuenta con una sala lúdica y material para personas con debilidad visual, cierra con la última modificación hecha al emblema nacional, cuando en 1968 se comisionó al muralista Francisco Eppens para dar una actitud más fiera al águila real y la serpiente.
El Escudo Nacional. Flora, fauna y biodiversidad se exhibe gratuitamente en la Sala de Exposiciones Temporales del MNA, ubicado en Paseo de la Reforma y Gandhi s/n, Bosque de Chapultepec. Horario: martes a domingo, de 9:00 a 19:00 horas.