Muestran alumnos de la Escuela de Danza de la Ciudad de México su trabajo en el Museo José Luis Cuevas

Estudiantes del Centro Cultural Ollin Yoliztli salieron de las aulas para mostrar sus mejores piezas coreográficas en una función gratuita donde interpretaron “Aún presentes”, “Fragmentos del camino” y “Luna”

Estudiantes de la Escuela de Danza de la Ciudad de México del Centro Cultural Ollin Yoliztli dejaron las aulas para demostrar lo aprendido a lo largo del ciclo escolar 2015-2016 y, como parte del Programa Escenarios Vivos en tu Ciudad impulsado por la Secretaría de Cultura capitalina, se presentaron este fin de semana en el Museo José Luis Cuevas.

Con las butacas ocupadas a su máxima capacidad, los jóvenes bailarines en formación se ganaron los aplausos del público el sábado 6 de agosto, cuando se presentaron en punto de las 13:30 horas.

Ubicados en el Patio de la Giganta —punto central del recinto que alberga más de mil 860 obras del pintor— los estudiantes bailaron al ritmo de Bach y Reich, temas que contrastaron con el folclor mexicano de la oaxaqueña Lila Downs. Para ello, las piezas coreográficas se dividieron de acuerdo al nivel técnico de los bailarines: básico, intermedio y avanzado.

Antes de la función, la directora académica del Centro Cultural Ollin Yoliztli, Miviam Ruiz Pérez, expresó la importancia de la danza, disciplina que definió como “un arte que siempre está presente en nuestro cotidiano”, pese a lo cual todavía se carece de espacios en los que se pueda llevar hasta el público mexicano.

Los bailarines se apoderaron del escenario durante una hora y media, siendo “Aún presentes” la primera de las obras ofrecidas. Paliacates rojos sobre la frente y mallas de mezclilla ajustadas al cuerpo fueron parte del vestuario de los estudiantes, quienes recordaron la desaparición —el 27 de septiembre de 2014— de los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa, a través de movimientos enérgicos cargados de dramatismo.

“Fragmentos de contemplación” fue una de las obras de mayor complejidad, no sólo por el nivel técnico que los bailarines debían imprimir en cada paso, sino también por la estructura coreográfica y el vestuario utilizados.

En ésta, tres hombres adoptaron el salvajismo de un jaguar, mediante saltos y giros arraigados fuertemente a la tierra. Las mujeres portaban vestidos color rosa con coronas de flores que adornaban su cabello en semejanza a las diosas de la naturaleza y, a diferencia de ellos, se desplazaban alrededor del espacio con suavidad y cautela.

Tres de las obras presentadas fueron interpretadas por alumnos del segundo al sexto año; la otra mitad del programa fue interpretada por los estudiantes más avanzados.

“Fragmentos del camino”, “Seele”, “Luna” y “Siroco” también formaron parte del programa, piezas que abordaron distintas temáticas, trasladadas a algunos de los contextos por los que el ser humano ha atravesado a lo largo de la historia. Para ello recurrieron a dos técnicas de danza moderna: Limón y Graham, herramientas de movimiento creadas en América durante la primera mitad del siglo XX.

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