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Museos 2016-06-21 08:35

La muestra Antropofagia y modernidad fue inaugurada la noche del jueves 16 de junio en el Museo Nacional de Arte

Un recorrido por siete décadas de arte brasileño en más de 150 obras





La muestra Antropofagia y modernidad fue inaugurada la noche del jueves 16 de junio en el Museo Nacional de Arte





La construcción de la identidad brasileña en el siglo XX, vista a través de la obra de 70 artistas que transitan desde el primer modernismo en Brasil, las raíces autóctonas, la modernización internacional y la ruptura, hasta los inicios del arte contemporáneo, es la esencia de la exposición Antropofagia y modernidad. Arte brasileño en la Colección Fadel (1908-1979), que fue inaugurada la noche del jueves 17 de junio en el Museo Nacional de Arte (Munal).



Retrato de Mário de Andrade de Anita Malfatti, Cuadro abstracto de Antônio Maluf, Rodada de samba de Di Cavalcanti, A boneca de Tarsila do Amaral, Futbol de Cândido Portinari y Esmalte sobre aglomerado de Waldemar Cordeiro son parte de las 103 pinturas, cinco dibujos, seis grabados, 21 esculturas, 23 obras mixtas y una instalación que conforman la muestra.



“Espero que la gente descubra cosas distintas y semejantes a lo que pasó en México. Cuando uno ve arte, aprende a descubrirse y a autoconocerse”, señaló Victoria Giraudo, coordinadora ejecutiva de Curaduría del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) y curadora de Antropofagia y modernidad.



“Una parte de la mejor colección de arte brasileño en manos privadas, que pertenece a la familia Fadel, se encuentra en México y puede admirarse aquí. Este acervo se remonta al descubrimiento de América y llega hasta nuestros días.



“Brasil siempre ha sido arte. Antes de la llegada de los europeos, los brasileños tenían arte, magia y rituales. Esta exposición es una parte chica de un país gigantesco que reúne distintas culturas, climas y topografías, y todo esto ha impactado en el arte. Lo que une al arte brasileño es la antropofagia, el deseo caníbal de tomar del otro, comerlo, deglutirlo y transformarlo en algo nuevo”, concluyó la curadora.



Por su parte, el director del Munal, Agustín Arteaga, refirió que esta muestra es una narración de lo ocurrido en Brasil desde principios del siglo XX hasta los años setenta. “Esta exposición da continuidad a la de Los modernos, pues nos brinda la oportunidad de ver cómo se exploraron las vanguardias en otras latitudes, donde también hubo movimientos relevantes y artistas como los que vamos a admirar”.



Una figura sustancial para el desarrollo del arte en Brasil fue el poeta Oswald de Andrade, agregó Arteaga. “Él escribió dos importantes manifiestos: el Pau-Brasil, en 1924, y el antropófago, en 1928, el cual conformó las bases de un nuevo movimiento cultural latinoamericano.



“En México tuvimos el movimiento estridentista con un manifiesto publicado por Manuel Maples Arce en 1921, lo que nos da oportunidad de tener un dialogo y una reflexión de cómo en ambos países hubo voluntad de crear un arte que fuera nacional, respondiera a lo que los europeos creaban y, sobre todo, los desafiara”, señaló el director del Munal.



La exhibición tiene un sentido cronológico para ser más fácil de entender. Las dos primeras salas integran obra de Los modernos antes del modernismo: pintores que innovaron en su trabajo y que abordaron el tema de la ciudad. Su intención fue convertir a Río de Janeiro en la París latinoamericana, por lo que fue una época de intercambio entre artistas y poetas que viajaban a la capital francesa y regresaban con nuevas ideas, como el cubismo.



Tarsila do Amaral, esposa de Oswald de Andrade, quiso descubrir su país y pintó lo social, lo popular y el campo. Por su parte, Di Cavalcanti tomó a la mulata como personaje real de Brasil.



En 1929 hubo una crisis política y financiera en el país sudamericano e inició un nuevo gobierno. En este contexto surgieron creadores en busca de identidad, como Cândido Portinari, quien empezó a retratar a niños mulatos sin rasgos faciales. En los años treinta inició el muralismo en Brasil, del cual Portinari se convirtió en uno de sus principales representantes.



De cada una de las etapas de la época que abarca la muestra hay obras que ejemplifican los diferentes movimientos: surrealismo, la transición de lo figurativo a lo abstracto, arte orgánico, arte de ruptura, concretismo, neoconcretismo y el inicio del arte contemporáneo.



La muestra tiene un final abierto, dijo la curadora, “porque el arte continúa; no termina en los setenta. En realidad ahí empieza el arte contemporáneo, por lo que faltaría una segunda parte”.





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