La Orquesta Filarmónica de Londres y Alondra de la Parra ofrecieron el primer concierto de su gira por México
La directora general del INBA, María Cristina García Cepeda, estuvo presente en la presentación del lunes 14 de septiembre en el Palacio de Bellas Artes
La agrupación británica, bajo la batuta de la directora mexicana, interpretó piezas de Arnold, Revueltas, Saint-Saëns y DvoÅ™ák, entre otros compositores
Con una magnífica interpretación de English Dances (Second Set) de Malcolm Arnold, la Orquesta Filarmónica de Londres, bajo la batuta de Alondra de la Parra, ofreció el preámbulo de una noche inolvidable en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes.
En el palco se encontraba presente la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), María Cristina García Cepeda, quien, al igual que el público que abarrotó la noche del lunes 14 de septiembre el máximo recinto cultural del país, atestiguó la magnitud de uno de los mejores conciertos que se han ofrecido en este espacio en lo que va del año.
A ello habría que destacar el virtuosismo y la calidad de la violinista Jennifer Pike, quien hizo una sensible y muy bien ejecutada versión de The Lark Ascending (El ascenso de la alondra) de Ralph Vaughan Williams, título por demás sugerente, ya que bien pudo referirse a la directora mexicana de fama internacional.
Enseguida, Janitzio de Silvestre Revueltas despertó el fervor patrio de este mes y remitió a lo mejor del espíritu nacionalista. En manos de la orquesta europea cobraría un nuevo aliento esta pieza estrenada en 1933.
El público se entregó sin contemplaciones desde el comienzo del primero de los dos conciertos que en el recinto de mármol ofrecerán la agrupación británica y Alondra de la Parra.
La orquesta de Londres cuenta con una larga tradición y concentra en sí misma todo el poder de su encanto para tocar la sensibilidad de los melómanos más exigentes.
Así quedó demostrado al ofrecer, después del intermedio, la Introducción y rondó caprichoso op. 28 de Camille Saint-Saëns, una obra que cautiva desde el comienzo y no cede hasta el final.
En esta pieza, Pike volvió a interpretar magistralmente su violín. Y lo hizo de tal forma que tuvo que salir al escenario dos veces para ofrecer un encore. Pike tocó de tal forma una partita de Bach que el sonido de su violín se convirtió de pronto en una alegría fresca y gratificante, alejada del temor y la desesperanza.
Alondra de la Parra se lució también al dirigir la Sinfonía núm. 8 en sol mayor op. 88 de Antonín DvoÅ™ák, cuyos 34 minutos de duración tienen el poder de contener el espíritu de los más sagaces.
Afuera del Palacio de Bellas Artes se colocó una pantalla gigante para que el público que no pudo adquirir entradas apreciara la calidad de Alondra de la Parra y de la orquesta londinense, a pesar de que la lluvia cayó sin cesar, luego del inicio de la obra Saint-Saëns.
La directora mexicana cumplió a cabalidad al frente de una orquesta que ha sido dirigida por figuras de la talla de Bernard Haitink, Georg Solti y Kurt Masur.
Al final del concierto, de más de dos horas de duración, De la Parra tuvo una feliz ocurrencia: ofrecer como encore dos obras que no estaban en el programa de mano y que acrecentaron el nacionalismo mexicano: el Danzón núm. 2 de Arturo Márquez y el infaltable Huapango de José Pablo Moncayo.
Ambas piezas, en manos de la orquesta londinense, cobrarían un significativo valor en el espíritu mexicano; el éxtasis en su máxima expresión.
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