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Museos 2023-06-20 00:26

Por primera vez, la colección artística de Carlos Pellicer en el Centro Cultural Villahermosa

Por primera vez, la colección artística de Carlos Pellicer en el Centro Cultural Villahermosa



· La muestra exhibe una selección de las obras de Pellicer donada al pueblo de México por su familia; la exposición estará abierta al público a partir del 21 de junio



La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través del Museo Nacional de Arte (Munal), presentarán la exposición Carlos Pellicer. Amistad y memoria, en el Centro Cultural Villahermosa, en Tabasco, este miércoles 21 de junio.



A principios de 2022, la Secretaría de Cultura federal, a través del Inbal, recibió la donación de la colección del maestro Carlos Pellicer Cámara (1897-1977), por parte de Carlos Pellicer López, heredero y sobrino del artista tabasqueño.



Este importante acervo, el cual comprende poco más de dos mil piezas artísticas y documentales, fue puesto en resguardo del Munal, con la finalidad de conservarlo, difundirlo y compartirlo con el pueblo de México.



La colección está integrada por dos vertientes: la primera, de 651 piezas pictóricas, escultóricas, gráficas y documentales de diversos artistas nacionales e internacionales, pertenecientes al poeta Carlos Pellicer; y la segunda, compuesta por 1426 obras del artista duranguense Mario Alonso Ostolaza (1912-1989).



Después de una exitosa temporada de exhibición, de julio de 2022 al pasado mes de abril de 2023, en el marco por el 40 aniversario del recinto, el Munal se congratula en presentar la exposición Carlos Pellicer. Amistad y memoria en el Centro Cultural Villahermosa.



Al ser Tabasco el lugar de nacimiento de este ilustre personaje, y parte fundamental en su labor como servidor público y museógrafo, esta exposición adquiere un cariz importante, en la tierra donde experimenta sus primeros pasos poéticos.



El título de la muestra alude a la historia y conformación del acervo, el cual se nutrió principalmente de obsequios personales, fruto del acercamiento y las relaciones de amistad que el poeta mantuvo con figuras prominentes de la vida artística y cultural del siglo XX.



Bajo la curaduría del propio Pellicer López y de la investigadora, María Estela Duarte, acompañados por un nutrido grupo de especialistas, la muestra presenta una selección de obras divididas en siete núcleos temáticos:



El rostro del poeta y sus entornos abre la exposición con obras y documentos que reflejan la personalidad del artista y sus ambientes más cercanos, conformado por diversos retratos, entre los que destaca el realizado por Diego Rivera en 1942, así como por importantes fotografías, dibujos, óleos y esculturas de afamados artistas, como Manuel Álvarez Bravo, Armando Salas Portugal, Alfredo Ramos Martínez, Rafael Doniz, entre otros.



Entre los siglos XIX y XX, cuenta con obras producidas en la intersección de estas centurias, fruto del interés que el poeta manifestó por el arte nacional de aquella época; en este se reúnen piezas que transitan por el desnudo académico, el paisaje y el simbolismo, bajo el pincel de artistas como Julio Ruelas y José María Velasco.



Baluartes del arte mexicano da cuenta del trayecto histórico del arte moderno en México. En este apartado se congregan piezas de múltiples talentos e importantes nombres, entre ellos: Félix Parra, Leopoldo Méndez, Nahui Ollin, Mateo Herrera y José Clemente Orozco.



Alternancias a la Escuela Mexicana muestra la relación de Carlos Pellicer con creadores visuales afines al movimiento de Los Contemporáneos, como Julio Castellanos, Roberto Montenegro, Juan Soriano, Lola Álvarez Bravo y Gelsen Gas, entre otros, quienes consolidaron un vínculo entre los artistas visuales que ilustraban las obras literarias, y los escritores que se valían de estas últimas para redactar artículos y crítica de arte.



Poética del paisaje es un núcleo dedicado a la íntima relación que la obra del escritor guarda con la naturaleza y su apreciación, conformado por obras de artistas mexicanos como Dr. Atl, Joaquín Clausell y Salvador Conde.



Diseño y artes escénicas realiza un recuento por la cercanía que mantuvo con las artes escénicas y el diseño a lo largo de su vida. Estas relaciones profesionales y de afecto se reflejan en el corpus de la colección, en la cual encontramos firmas tan destacadas como las de Miguel Covarrubias, Ramón Valdiosera y José Luis Aguerrebere.



La emoción, de Mario Alonso clausura el recorrido con un conjunto de obras inéditas del artista duranguense Mario Alonso Ostolaza, amigo de la familia del escritor, a quien este último le dedicó un poema y cuyo legado quedó bajo custodia de su sobrino. Tras permanecer resguardadas por más de medio siglo, una selección de estas piezas será exhibida por primera vez al público a través de la muestra.



Carlos Pellicer Cámara, originario de San Juan Bautista (hoy Villahermosa), Tabasco, nació el 16 de enero de 1897. Sus primeros años de vida transcurrieron entre distintos estados del sureste mexicano y el entonces Distrito Federal, hoy Ciudad de México.



Ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria en 1915, colaboró y fue fundador de las publicaciones estudiantiles Gladios, El Estudiante y San-Ev-Ank, donde editó su obra más temprana. En sus primeros años de preparatoria tuvo la oportunidad de conocer a Antonio Caso y recitarle varios de sus poemas.



Los viajes marcaron su vida y obra. En 1918 fue nombrado, por el gobierno de Venustiano Carranza, representante oficial de la Federación de Estudiantes de México en Colombia y Venezuela. A su regreso a México en 1921, publicó su primer poemario Colores en el Mar, con tres ilustraciones, de Roberto Montenegro; ese mismo año conoció y empezó a colaborar con el entonces secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, con quien realizó un segundo viaje a Sudamérica como miembro de la delegación que representó a México en las celebraciones del Centenario de la Independencia de Brasil. Durante ese viaje visitó Uruguay, Argentina y Chile, donde conoció a Pablo Neruda.



Nuevamente de vuelta a México e inspirado por el paisaje latinoamericano, en 1924 publicó el libro Piedra de sacrificios. Poema iberoamericano, ilustrado por Adolfo Best Maugard y con prólogo de José Vasconcelos.



Gracias al apoyo y a las gestiones de José Ingenieros, Pellicer viaja a Europa con una beca de la Secretaría de Educación Pública (SEP) para estudiar la organización de los museos europeos.



Durante su estancia de casi tres años visitó Palestina, Turquía, Egipto, Grecia, Italia y los Países Bajos; en Europa publicó desde París los libros: Hora y 20, en 1927; y Camino en 1929. Formó parte del grupo de Los Contemporáneos, jóvenes intelectuales reunidos en torno a la revista Contemporáneos, publicación que difundió la obra de jóvenes artistas y escritores mexicanos.



La presencia de Carlos Pellicer en el núcleo artístico mexicano forma parte importante de la vida del poeta tabasqueño. Desde muy joven, tuvo un afecto especial por las artes plásticas. Su pasión por la pintura de paisaje es uno de los ejes de inspiración más frecuentes en su poesía. Amigo y promotor de artistas mexicanos y latinoamericanos, su actividad como crítico de arte es variada: algunos de sus textos siguen la forma tradicional del escrito literario sobre arte, otros surgen como escritos personales que rinden homenaje y otros son textos en prosa con un infalible aliento poético.



El lugar que Pellicer ocupó en la vida cultural de México durante el siglo XX constituye un capítulo muy importante en la historia del arte mexicano; por su actividad como poeta se la ha reconocido y galardonado en América Latina y Europa, fue miembro de la Academia de la Lengua en 1953, recibió el Premio Nacional de Literatura en 1964 y electo presidente de la Asociación de Escritores de México en 1966.



Creador y organizador de museos, es reconocido también por su labor como director y museógrafo; su interés por el arte y la arqueología prehispánica lo llevó a trabajar en la fundación de múltiples recintos, entre los que se encuentran el Museo Arqueológico de Villahermosa, Museo Parque de La Venta, Museo Arqueológico de Hermosillo y Museo Arqueológico de Tepoztlán, el cual nace de la donación directa de la colección de arte prehispánico de Pellicer. En su labor como museógrafo destaca su participación en la creación del Museo Anahuacalli y el Museo Frida Kahlo (Casa Azul).



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