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Noticias 2022-11-01 20:33

Público rinde tributo al actor Ignacio López Tarso al dar vida a su personaje Macario, el ahijado de la muerte

Público rinde tributo al actor Ignacio López Tarso al dar vida a su personaje Macario, el ahijado de la muerte



En una actividad del ciclo ¡Leo… luego existo!, el primer actor mexicano hizo la lectura dramatizada de este personaje cuya historia forma parte ya del Día de Muertos
Acompañado de Juan Ignacio Aranda, Gabriela Pérez Negrete y el guitarrista Guillermo González, en el Teatro de la Danza Guillermina Bravo
La directora general Lucina Jiménez anunció al gran actor que la Secretaría de Cultura y el Inbal le rendirán homenaje en el Palacio de Bellas Artes



El público brindó un aplauso, de principio a fin, al mejor actor con que cuenta nuestro país en la actualidad, Don Ignacio López Tarso, quien participó en una lectura dramatizada del clásico cuento Macario, el ahijado del diablo, de Bruno Traven, la noche del lunes en el Teatro de la Danza Guillermina Bravo del Centro Cultural del Bosque como parte de su ciclo ¡Leo… luego existo!, la velada se realizó para celebrar las tradicionales fiestas de Día de Muertos.



Al término de esta representación, la directora general del Inbal, Lucina Jiménez López, acompañada por la subdirectora general de Bellas Artes, Laura Ramírez Rasgado, tras agradecer a López Tarso el compromiso por fomentar el hábito de la lectura, le dio a conocer que la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Inbal le rendirán un homenaje en el Palacio de Bellas Artes para reconocer su contribución al arte escénico del país. La fecha se definirá con el actor mexicano para los primeros meses de 2023.



Este emotivo encuentro escénico-teatral-musical fue un reconocimiento por parte de público a la trayectoria del actor que diera vida a Macario en la histórica película del mismo nombre filmada y exhibida por primera en 1960.



En un escenario con una ofrenda de muertos (papel picado, velas, calaveras, calacas, etc.) y cuatro atriles acompañados de candelabros y figuras propias de la celebración del Día de Muertos, Ignacio López Tarso apareció en el proscenio y de inmediato recibió un largo aplauso del público e inclusive le tributó vivas ante la mirada complacida del primer actor.



El histrión estuvo acompañado en esta lectura dramatizada de Macario por el actor Juan Ignacio Aranda y la actriz Gabriela Pérez Negrete, acompañados en la guitarra por Guillermo González Phillips, todos ellos bajo la dirección de Eduardo Ruiz Saviñón.



A sus 97 años de edad, López Tarso hizo gala de una memoria privilegiada que le permitió dar rienda suelta a su personaje, Macario, así como a improvisar, cantar y, sobre todo, llevar al público, por medio de la voz, a experimentar las emociones propias del ser humano, desde la bondad, la ternura, la amargura y el sufrimiento, hasta el miedo, la risa y la carcajada abierta, todo desde el personaje creado por Bruno Traven.



Así, entre las tinieblas y acompañados por las notas musicales del guitarrista Guillermo González, los actores contaron la historia de Macario, un humilde leñador padre de 11 hijos que se ve impedido de cumplir su sueño de toda la vida: comerse un guajolote él solo, sin tener que compartirlo ni con sus hijos ni con su esposa, “una mujer de ojos tristes”.



Escondido en el bosque para su banquete, Macario recibe la visita de tres personajes muy influyentes: el diablo, Dios y la muerte, quienes le suplican un pedazo de su guajolote cocinado por su esposa, a lo que el leñador se niega.



“Compadre, tengo hambre, mucha, muchísima hambre”, dice el tercer visitante, un ser pegado a los huesos, y en un gesto de resignación Macario comparte la mitad de su tesoro culinario. A cambio de ello, la Muerte le concede la gracia de curar a los enfermos y hacerse rico.



Sin embargo, cuando más lo necesita, la parca le da la espalda e inclusive le cobra factura: su propia vida. Macario es encontrado en el bosque sin despertar de lo que parece ser un dulce sueño. Junto a él, solamente medio guajolote.



Con sonrisas y hasta una que otra lágrima y sollozos, el público, que abarrotó el Teatro de la Danza Guillermina Bravo, ofreció prolongados aplausos de pie al primer actor mexicano y a sus acompañantes, por momentos de pie, por momentos sentado, mientras el público le lanzaba vivas que duraron varios minutos, mientras el actor, feliz, emprendía la marcha hacia su camerino.



La función formó parte del ciclo literario ¡Leo… luego existo!, organizado por el Inbal desde hace varios años. Está dirigido a público mayor de 15 años, personas adultas y adultas mayores con actividades en las que participan actores y actrices con amplia experiencia, reconocimiento y compromiso social que leen en voz alta textos de diversas autoras y autores, preferentemente nacionales.

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