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Libros 2015-07-15 07:18

Recuerda INBA a José María Velasco en el 175 aniversario de su natalicio

Recuerda INBA a José María Velasco en el 175 aniversario de su natalicio

Ø Con una mesa redonda, el 16 de julio en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes



Ø Participarán Víctor Rodríguez Rangel, jefe de curaduría del Museo Nacional de Arte; Andrés Reséndiz Rodea, investigador del CENIDIAP del INBA; y María Sánchez Vega, subdirectora del Museo Nacional de Historia



Ø La pintura mexicana actual no se entendería sin Velasco, asegura la investigadora y bisnieta del artista, María Elena Altamirano



A 175 años del natalicio del paisajista José María Velasco (1840-1912), no se podría entender la p intura mexicana sin él; en este panorama representa un parteaguas, ya que combinó su extraordinaria calidad técnica con sus profundos conocimientos científicos.



Así lo aseguró, entrevistada por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), la investigadora y bisnieta del pintor, María Elena Altamirano, al referirse a la mesa redonda El paisajista mexicano José María Velasco. Belleza, espacio y visión, que se llevará a cabo el jueves 16 de julio a las 19:00 horas en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, como parte de las actividades con que el INBA recordará el 175 aniversario de pintor mexicano.



En la mesa participarán Víctor Rodríguez Rangel, jefe de curaduría del Museo Nacional de Arte con el texto Un panorama de las ciencias naturales y el caso del ajolote mexicano; Andrés Reséndiz Rodea, investigador del CENIDIAP del INBA, quien leerá La influencia de José María Velasco en las generaciones sucesoras;

y María Sánchez Vega, subdirectora del Museo Nacional de Historia, con la ponencia Tiempo, espacio y forma en la obra de José María Velasco.



María Elena Altamirano externó su convicción de que en cada obra del paisajista se respira su gran nacionalismo. “José María Velasco fue un mexicano orgulloso de su país, y lo apreciamos en su insuperable técnica pictórica, externando su profundo amor hacia México”.



Afirmó que Velasco fue un personaje poseedor de una gran cultura y preparación. Por un lado, dijo, manejó la pintura con grandes novedades e innovaciones tanto en la forma como en el color, la transparencia y la perspectiva; y, por el otro, supo rescatar lo que era realmente el paisaje mexicano y representar la grandiosidad del país como él la veía, agregó.



A través de sus pinturas, explicó María Elena Altamirano, Velasco quería mostrar “a un México próspero, que vivía en paz, a pesar de que la situación que se padecía en ese momento no era así”.



Tanto amor y orgullo sentía por México que cuando enviaba sus pinturas a exposiciones a París o a Estados Unidos, quería que los extranjeros observaran un país grandioso. No le cabía en el corazón su gran orgullo nacionalista y su gran amor hacia su patria, tanto por los paisajes como por la cultura en general, señaló Altamirano.



La autora del libro José María Velasco. Paisajes de luz, horizontes de modernidad, observó también que su bisabuelo mostró siempre un gran interés por la ciencia, por ello desde los 23 años, aproximadamente, se dedicó a las ciencias y de esa manera pudo reunir en sus pinturas sus conocimientos aplicados a la cuestión del paisaje.



Aseguró que los paisajes de Velasco no sólo se muestran tal y como son en la realidad, sino que también representan todo el conocimiento científico de cada planta, roca y nube. El paisajista manejaba con gran maestría la pincelada y la perspectiva, de ahí que sus composiciones sean sumamente complejas, apuntó.



José María Velasco estudió en la Academia de San Carlos, donde tuvo como maestro en dibujo y paisaje al óleo al italiano Eugenio Landesio, a la vez ex alumno de Carlos Markó, quien estudió en la Escuela de San Lucas en Roma y contaba con gran prestigio académico. Básicamente, fue el principal guía de Velasco a lo largo de su formación artística.



Con el transcurso del tiempo, Velasco superó a su propio maestro porque, además de contar con una mejor técnica, llegó a la cuestión de las transparencias, las veladuras, las pinceladas y el colorido de los paisajes con una calidad verdaderamente impresionantes, calificó la historiadora.



Durante cuatro décadas, el autor de obras como Valle de México y Ferrocarril, entre muchas otras, dio clases en la Academia de San Carlos, en donde, por supuesto, hubo muchos paisajistas, “pero ninguno con la técnica que él manejaba”, por eso fueron tomando un rumbo diferente, dijo Altamirano.



Reiteró que la capacidad del pintor para integrar la ciencia a la pintura o viceversa es lo que lo convierte en un artista único. “Es raro encontrar un pintor que tenga una formación tan completa como Velasco, quien está considerado como uno de los mejores paisajistas de México”, afirmó.



Asimismo, recordó que Velasco le dio clases a Diego Rivera: es un parteaguas por su calidad y la forma de pintar. En estos tiempos, lo que ahora debe hacerse es profundizar cada uno de los temas abordados por el paisajista”.



Informó que la obra de Velasco, quien en 1889 obtuvo la Medalla de la Exposición Universal de París, es sumamente amplia y lo mismo abarca pinturas al óleo, paisajes y retratos que litografías, dibujos e innumerables investigaciones científicas sobre plantas y animales, concretamente de los ajolotes y los colibríes.



Y afirmó: Velasco es trascendental en la historia pictórica de nuestro país. “Fue el iniciador de un determinado estilo de la pintura mexicana: el paisajismo. Cada una de sus obras muestra su nacionalismo y orgullo por haber nacido en México. En algunos cuadros suyos aparece junto a su firma y fecha el nombre de México. Esto nos habla de su manera de ser”.



La obra de José María Velasco puede admirarse en el Museo Nacional de Arte del INBA. Este recinto resguarda de manera permanente, posiblemente, la colección más grande que se conoce sobre el artista.

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