El Paraguas del Museo Nacional de Antropología recobra su esplendor
*** Celebran 54 años del museo con la conclusión de las labores de limpieza de la fuente diseñada por Pedro Ramírez Vázquez, en 1964
*** Durante cuatro meses fue sometido a un proceso de limpieza con hielo seco (dióxido de carbono) que arrastró la suciedad y las sales acumuladas
El Paraguas, fuente invertida ubicada en el patio central del Museo Nacional de Antropología (MNA), vuelve a lucir impecable tras cuatro meses de labor de conservación consistente en una limpieza profunda con la técnica alemana ice-blaster (se disparan pellets de hielo seco aplicados con presión controlada), que permitió eliminar en su totalidad la suciedad y sales acumuladas durante más de medio siglo.
La fuente, diseñada en 1964 por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, es considerada un hito de la ingeniería y la arquitectura mexicana, ya que está construida con una columna principal de concreto armado y una losa que se sostiene con 20 vigas radiales de acero y 80 tensores, los cuales forman la techumbre de cuatro mil 500 m2. El acabado de la cara inferior está realizado con perfiles de aluminio, formando el plafón, cuya altura en la parte central es de 12m y 17m en la parte distal. Este elemento es además una fuente invertida por la que corre una cortina de agua que circunda la columna.
Durante la presentación del Paraguas totalmente limpio a los medios de comunicación, el antropólogo Diego Prieto Hernández, director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), sostuvo que la mejor manera de celebrar los 54 años del museo de México es con la conclusión de estas acciones de limpieza en las que colaboró el Patronato del MNA y tres empresas que conjuntaron esfuerzos para hacer posible una labor monumental.
Añadió que el INAH está agradecido con el gesto de colaboración de las compañías Kärcher, Praxair y Power Wash, empresas social y culturalmente responsables, “porque la tarea de investigar, conservar y difundir el patrimonio cultural en general, y particularmente, el patrimonio arqueológico, histórico, paleontológico y antropológico, no se puede hacer solo, sino que se tiene que incorporar a la sociedad, a las empresas privadas, instituciones y grupos culturales para que contribuyan en su protección”.
El titular del INAH estuvo acompañado por Antonio Saborit, director del MNA; Stacey Symonds, presidenta del Patronato del MNA; Javier González, director general de Kärcher para la región de Norteamérica; Josué Lee, director de Praxair para México y América Central; y Joaquín Iturbe, director general de Power Wash.
Antonio Saborit apuntó que después de 54 años la fuente icónica del museo vuelve a recuperar el esplendor con el que la mañana del 17 de septiembre de 1964 fue inaugurada para que todos los mexicanos la pudieran apreciar. Asimismo, agradeció al patronato que hizo posible la conjunción de voluntades para que se llevara a cabo la limpieza de este elemento arquitectónico.
Por su parte, Josué Lee, representante de Praxair, dijo que es la primera vez que en México se interviene un monumento histórico con hielo seco, por lo que se sienten orgullosos de aportar 240 toneladas de hielo con las que se limpió el plafón de aluminio del Paraguas.
En tanto, Javier González, director general de Kärcher, mencionó que esta empresa tiene 38 años de experiencia en la limpieza de monumentos históricos alrededor del mundo, y el Paraguas representó un gran reto debido a sus dimensiones y la altura, el cual luego de analizarlo y contar con el apoyo del museo y las otras empresas se pudo atender de la mejor manera.
Gilda Salgado Manzanares, encargada del Proyecto de Conservación de Obra Moderna y Contemporánea del Museo Nacional de Antropología y responsable de la limpieza del elemento arquitectónico, informó que dichas labores llevaron cuatro meses, pero el proyecto inició un par de años atrás con la investigación y la gestión por parte del patronato del recinto para conjuntar voluntades y a los especialistas que hicieran posible la intervención del plafón.
Durante 2015 se llevaron a cabo pruebas con hidrolavadoras, detergentes neutros, cepillos y otros materiales para eliminar la suciedad pero ninguno funcionó, hasta que encontraron ice-blaster, proceso consistente en disparar pequeñas partículas de hielo seco (dióxido de carbono) con presión controlada que al chocar con la superficie, desprende la suciedad sin lastimarla.
Esta técnica inocua puede limpiar cualquier superficie, el hielo no es abrasivo, es suave y su acción es a través de baja temperatura. “Ese choque térmico y la presión arrastran la suciedad fácilmente. El único problema era la logística para llevarlo a cabo, porque se utilizan grandes máquinas para alcanzar alturas considerables, pero el proceso es excelente y muy benévolo”.
A decir de la restauradora, los trabajos comenzaron a finales de marzo con el ingreso de las máquinas al MNA, y siguieron hasta el 30 de junio, fecha en que se suspendió por las vacaciones de verano. Continuaron el 15 de agosto para concluir la limpieza el pasado 7 de septiembre.
Señaló que el principio fue lento, porque los operarios de Power Wash debían aprender cómo manejar las plataformas y las pistolas de presión. “En la primera semana sólo se limpiaron 18 metros cuadrados por día, pero después nuestro mayor avance alcanzó los 50 metros cuadrados diariamente.
“Cada turno de 15 horas iniciaba a las cinco de la tarde, al cierre del museo, y concluía a las ocho de la mañana del día siguiente; laboraban tres plataformas con tres máquinas y seis operarios que cambiaban cada tres horas porque el trabajo era muy pesado y el ruido excesivo. Por turno se ocupaban 6 hieleras de hielo seco aproximadamente, dependiendo del avance”.
El proyecto contó con la colaboración de las empresas Kärcher (especialista en limpieza industrial), quien se encargó de brindar —de forma altruista— la tecnología y aleccionar a los operarios que realizaron los trabajos, y Praxair que donó muchas toneladas de hielo seco Ultralce.
El trabajo de conservación incluyó ajustar las pijas de los perfiles de aluminio que se habían aflojado con el paso del tiempo y se efectuó un análisis del tipo de suciedad, en el cual se encontró una diversidad de sales: nitritos, nitratos, carbonatos y todos aquellos minerales que transporta el agua, aunados a contaminantes incrustados en la superficie.
Explicó que la acumulación de materiales ajenos al Paraguas fue similar al proceso de creación de las estalactitas y estalagmitas en una cueva. “La humedad deposita minerales que se solidifican transformándose en piedra. En el caso del plafón las sales se rigidizan y era más complicado eliminarlas, sobre todo en el perímetro donde hay una mayor incidencia de viento o de rayos solares.
Gilda Salgado comentó que pasaron 53 años antes de efectuar esta limpieza profunda, por lo que sería recomendable no dejar pasar más de una década para intervenirlo nuevamente, aunque eso dependerá de las condiciones ambientales, la suciedad y los contaminantes.
Finalizó que en un extremo del plafón se dejó un testigo de la suciedad acumulada, para poder apreciar los cambios