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Musica 2018-05-14 19:36

El 17 de mayo Francisco Araiza protagonizará una historia de amor sin final feliz

El 17 de mayo Francisco Araiza protagonizará una historia de amor sin final feliz


Interpretará los 46 poemas del Cancionero Italiano de Hugo Wolf

· La cita es la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, a las 20:00 horas

· Acompañarán al tenor, la soprano croata Marija Vidovic y el pianista ruso Alexander Pashkov



Una historia de amor sin final feliz es la que protagonizará el tenor Francisco Araiza, en compañía de la soprano croata Marija Vidovic y el pianista ruso Alexander Pashkov, durante la semiescenificación del Cancionero Italiano, de Hugo Wolf.

La Compañía Nacional de Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes presentará el 17 de mayo, a las 20:00 horas, en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, esta serie de 46 lieds basados en poemas italianos anónimos que, entre 1891 y 1896, dejó el compositor austriaco de origen esloveno Hugo Wolf, basándose en la traducción de Paul Heyse.

Alonso Escalante, director de la Ópera de Bellas Artes, presentó a los integrantes del recital titulado: Francisco Araiza presenta Cancionero italiano de Hugo Wolf, obra emblemática que el propio Wolf describió como su trabajo más satisfactorio, que más orgullo le ha generado dentro de los ciclos presentados, apuntó Escalante.

Indicó que la semiescenificación es una manera novedosa de acercarse al género del lied; se trata, dijo, de un diálogo entre solistas, dos cantantes y el pianista, tres solistas que están exponiendo una obra llena de matices emotivos, inspirada en poemas de la lírica popular italiana.

El Cancionero italiano lo integran 46 pequeñas piezas de amor, en versos decasílabos y endecasílabos, sin ningún orden, por lo que el tenor realizó un arduo trabajo durante seis meses para crear con esos poemas una historia.

Araiza mencionó que este ciclo tiene un papel especial en el repertorio del lied, disciplina de los reyes, ya que es el género que da mayor posibilidad a los intérpretes de imprimir su sello propio.

Señaló que integrar los poemas en una obra fue un trabajo muy laborioso, ya que no tenía un bosquejo de lo que perseguía. “No es cuestión de decir yo quisiera contar esta historia. Viendo las piezas, comencé a acomodar como mosaicos, y se empezó a formar un tronco con ramas y hojitas, que movía y cambiaba”.

“Al final me salió un árbol de una lógica increíble, que me gustó mucho, no tuve que suprimir ninguna canción”.

Comentó que al tenor le dio la libertad de interpretar dos canciones juntas y romper un poco el diálogo; a la soprano, tres, pero extrañamente quedaron muy bien, le dan continuidad al diálogo y presentan facetas nuevas de información.

A la soprano le permite construir un puente estético y estilístico increíblemente interesante en esas tres canciones que canta de corrido y el resultado es que la gente quedó encantada por la frescura de la música.

“Ahora que lo estudiamos, cada vez me sorprende y digo: qué genial solución, sí me salió”.

Mencionó que no es fácil acercarse a estas composiciones, pues requiere mucho trabajo y tiempo para indagar, por lo que cree que hasta el momento nadie se ha dado a la tarea de realizar el trabajo que él hizo.

Resaltó que es una obra demandante, tanto para el pianista como para la soprano, quien también debe ser especialista en lied y contar con gran pericia artística y vocal, a lo que Marija Vidovic comentó que “este ciclo le encanta”.

Mientras que el pianista Alexander Pashkov señaló que ni las obras más complejas, le habían costado tanto trabajo como estos lieds, ya que es prácticamente tocar una hora con cuarenta minutos sin interrupción, además de que representa un personaje.

Indicó que la música sonaría mejor con una orquesta completa, ya que él debe imitar y expandir los marcos de sonoridad para que suene como si hubiera una orquesta.

Araiza señaló que en lo particular encuentra también varias canciones muy difíciles, como la canción del Perdón.

Esta será la tercera ocasión que se escuche el Cancionero Italiano en México, la primera fue con ocasión de la entrega de la Presea Cervantina a Francisco Araiza, en el Festival Internacional Cervantino 2016 y la otra en una edición del Festival Alfonso Ortiz Tirado

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