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Teatro 2017-08-31 17:35

El Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque cumple 60 años

El Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque cumple 60 años



El Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque, que en sus inicios ostentaba el nombre de Recreo Infantil del Bosque, cumple 60 años de presentar montajes teatrales para todo tipo de público. Fue inaugurado en agosto de 1957 con la obra Mundo de maravillas, dirigida por Manuel Lozano, con actores de teatro guiñol del Instituto Nacional de Bellas Artes.



Rodrigo Romero, jefe del área de Utilería del recinto, tiene 27 años de trabajar en el espacio teatral. Recuerda que, desde que tenía ocho años de edad, su padre, Tomás Romero Palacios (jefe de los talleres de Tramoya y Utilería, y profesor de escenografía en la Escuela Nacional de Arte Teatral), lo llevaba a ese foro que originalmente estaba destinado al público infantil. Principalmente se ofrecían puestas en escena con títeres de varilla.



Comenta que la entrada era por la guardería contigua, por lo que antes de la función los pequeños podían subirse a los columpios, jugar en la fuente diseñada por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez y entrar al salón de cantos y juegos.



Ya en el teatro, decorado con fotografías de gran formato de niños jugando, podían pintar en los pizarrones distribuidos en las paredes del vestíbulo. “Había sillas altas de colores y las butacas contaban con un aditamento para que a los infantes no les colgaran los pies. Al centro, en forma circular, se encontraba la dulcería”.



Rememora que una compañía le pidió a su padre que le permitiera actuar en sus montajes. Fue así que interpretó diversos papeles en Peter Pan, El soldadito de plomo y Pinocho, entre otros.



“Técnico, espectador, actor. Todo eso he sido en el Teatro Orientación”, afirma don Rodrigo, y agrega que en 1973 inició como trabajador eventual en la obra Cuatro animales en busca de hogar.



Su función como jefe de Utilería es recibir de las producciones todo lo que utilizarán y facilitarles lo que no tienen. “Hay utilería de mano, de piso, decoración, armas… es bastante complejo, porque también hay que saber en qué época se desarrolla una trama para que coincida un mueble u objeto.



“También manejamos solventes. Como no tenemos departamento de efectos especiales, tenemos que hacer llover o nevar, armar una playa o lo que se requiera”.



Entre las obras con mayores retos en las que le ha tocado intervenir se encuentra Ceremonia en el templo del tigre, una de las primeras en las que trabajó.



Otra puesta en escena difícil, pero que también le dejó grandes satisfacciones, es Feliz nuevo siglo doktor Freud de Sabina Berman, en la que en tan solo 15 segundos tenían que hacer cambios de escenografía. “Allí es donde empieza el trabajo en equipo y cuando a uno le gusta más el teatro”. Con ese montaje viajó al Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz, en España, donde tuvo mucho éxito.



Refiere con entusiasmo que ha visto pasar un sinnúmero de primeros actores, como Carlos Ancira, Héctor Bonilla y Luisa Huertas, y otros muchos que conoció cuando eran estudiantes, como Damián Alcázar o Luis Felipe Tovar, quienes no lo olvidan y lo saludan cuando lo ven.



“Uno aprende en esta carrera bisutería, costura, plomería, electricidad. Cuando mis hijos necesitaban, o ahora mis nietos requieren un disfraz, una máscara o una espada, los hacía y los hago con gusto.



“En casi todas las placas está mi nombre. Es el reconocimiento que hacen las compañías a los técnicos. Se siente una gran satisfacción cuando a uno lo felicitan por su labor”.



Y aunque a don Rodrigo Romero le apasiona su trabajo, dice que al cumplir 30 años de servicio se retirará para descansar y disfrutar al cien por ciento a su familia. “Regresaré al teatro solo como espectador”

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