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Libros 2015-05-11 07:34

Recrean la vida nocturna de la Ciudad de México en una charla bohemia en Buenos Aires

Recrean la vida nocturna de la Ciudad de México en una charla bohemia en Buenos Aires

· Los escritores mexicanos Guillermo Fadanelli, Sergio González Rodríguez y Enrique Serna comparten en la Feria Internacional del Libro de Argentina, con relatos de sus experiencias personales, lo que es vivir de noche en el Distrito Federal

· Consideran los autores que abarcar a una macrópolis como la capital del país es una misión casi imposible, porque está viva y a pesar de ser pequeña es también enorme por la gente que la habita

BUENOS AIRES, Argentina.- Cual si estuvieran en una mesa de alguna de las tantas cantinas que existen en la Ciudad de México, tres escritores mexicanos se reunieron en Buenos Aires y, entre trago y trago de agua, rememoraron sus andanzas por diversas zonas del Distrito Federal, especialmente por aquéllas llenas de peligro y que le dan un sentido especial para quien recorre sus calles.



El lugar de reunión fue el Stand CDMX que instaló la Secretaría de Cultura en la Feria Internacional del Libro 2015; la hora, cualquiera de la noche. Los bohemios procedentes de tierras aztecas fueron Guillermo Fadanelli, Sergio González Rodríguez y Enrique Serna. Y sí, la bebida para ahogar sus palabras, agua; el pretexto para estar juntos, participar en la mesa de diálogo Vivir de noche: crónicas nocturnas de la Ciudad de México.



El primero en hablar fue el escritor y animador de la cultura underground Guillermo Fadanelli, quien sin más aseguró que la Ciudad de México es “una mala broma de Dios”, pues sólo de esa manera se entiende que exista un lugar así, tan pequeño, pero a la vez tan enorme por la gente que lo habita.



Poco a poco, rememoró los recorridos que realizó durante muchas noches por diversas calles de la capital del país, todo con el objetivo de conocerla, de vivirla y de disfrutarla, con lo que después de su experiencia logró alcanzar el nombramiento de “Guerrero de la Ciudad”.



Porque después de caminarla y conocerla, indicó, no sólo “se vuelve tuya”, sino que te das cuenta de lo grande y peligrosa que es y hace que te preguntes “¿cómo es posible que podamos vivir al lado de alguien que no conocemos?”.



Cual lucha de relevos, Enrique Serna entró al diálogo envalentonado por los dos o tres tragos de agua que ya llevaba, y sin más aseguró que hablar de la ciudad es un asunto muy difícil, porque es inabarcable, porque es una macrópolis y porque, retomando algunas palabras del escritor Efraín Huerta, la vida nocturna de la Ciudad además de viva es venenosa.

Pero si hay algo que se puede destacar, indicó, es que los giros negros, esos lugares a los que pocos se atreven a ir, han sido generadores de una parte muy importante de la cultura mexicana, desde que surgieron y pese a su evolución.



El mundo del prostíbulo,el del lupanar, aseguró Serna, también ha sido y es un lugar importante para conocer el amor, porque el encanto canalla que se vio en la llamada época de oro del cine mexicano y que mostraba a las cabareteras muy enamoradas a pesar de todo, es algo a lo que aspiraban las mujeres en esos años, incluso de las clases altas, y las marcaba.



Ahora, indicó con preocupación, la mayoría de los antros se han vuelto más peligrosos, por ejemplo, los table dance, esos lugares en donde las mujeres bailan y se desnudan, son zonas muy deshumanizadas, porque el principio de esos antros, de sus propietarios, es sacarle el dinero a los clientes lo más rápido posible, sin importarle nada más.



A botepronto, el escritor Sergio González Rodríguez pescó el tema y aseveró que la vida nocturna de la Ciudad no se entiende sin ver las películas que muestran esos momentos de diversión y la música con que se vinculaba a ese estilo de vivir, que siempre tuvo una substancia musical.



De esta manera, continuó, siempre tratamos de capturar imágenes y adaptarlas a nuestra realidad a partir de escuchar las canciones y recordarlas en momentos precisos, y ubicando también un recuerdo vívido de sus padres y abuelos, aunque no todo es nostalgia.



“La vida nocturna implica esta estratificación cultural de las diferentes épocas por las que ha pasado la ciudad. Es una cultura muy viva que se renueva constantemente y se siente la vitalidad que le dan las personas que llegan de diferentes zonas del país, pero en especial la música y las imágenes hacen posible que se revivan las etapas por las que pasó la ciudad”, puntualizó.



Después del intercambio candente de experiencias y de recordar diversas escenas que vivieron durante sus recorridos nocturnos, así como escenas singulares de la filmografía mexicana y canciones que marcaron diferentes etapas de su vida, los tres bohemios brindaron con un último trago y ante el aplauso de los visitantes de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires que escucharon sus vivencias, se retiraron al encuentro de los caminos de la noche.

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