img
Libros 2016-08-01 20:30

Ignacio Padilla será reconocido como un protagonista de la literatura mexicana

Ignacio Padilla será reconocido como un protagonista de la literatura mexicana





Martes 2 de agosto a las 19:00 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes



El autor conversará con Ana García Bergua y Jorge Fernández Granados





“Mi vida es un eterno combate entre contar una historia con palabras suficientes y no hacer de la palabra la protagonista de la historia”, compartió el escritor Ignacio Padilla, quien participará en el ciclo Protagonistas de la literatura mexicana, actividad organizada por la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).



El autor conversará con Ana García Bergua y Jorge Fernández Granados, el martes 2 de agosto a las 19:00 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.



Narrador por excelencia, Ignacio Padilla (Ciudad de México, 1968) se considera a sí mismo un “físico cuéntico” cuya nación es la lengua: “Escribo por amor a la palabra y a las historias”. Publicó sus primeros libros de relatos a principios de los noventa y recibió su primer premio de narrativa en 1989 —el Premio Nacional de las Juventudes Alfonso Reyes—. Ha publicado alrededor de treinta libros que abarcan cuento, novela, ensayo, crónica, teatro y literatura para niños.



“Cada libro es como un hijo, te nace un corazón para quererlos. Generalmente quieres mucho al más reciente, en mi caso es Cervantes y compañía (2016), se trata de una serie de ensayos que escribí a lo largo de muchos años. Ese libro para mí es entrañable en este momento, porque es el que está celebrando a Shakespeare y a Cervantes. En términos de novela, la última que se publicó es El daño no es de ayer (2011); le tengo un cariño especial porque ahí están mis obsesiones más recientes y uno siempre procura escribir el mejor libro que pueda escribir en ese momento”, aseguró.



Vivir por la palabra



“Soy un obsesivo tal de la palabra que debí ser poeta y sin embargo la vida me empujó al otro aspecto de la literatura que son las historias, contarlas”, comentó el autor de las novelas La catedral de los ahogados (1995), Si volviesen sus majestades (1996) y Amphitryon (2000).



Fue en 2011 cuando Ignacio (Nacho) Padilla inició su noviciado como miembro correspondiente por el estado de Querétaro en la Academia Mexicana de la Lengua (AML). Hace un par de meses fue elegido para ocupar —ya como miembro de número— la silla número 34, que perteneció al poeta Hugo Gutiérrez Vega (1934-2015).



“Es honrosísimo, es una circunstancia muy feliz. Contra lo que se piensa, —por ejemplo— tanto de Cervantes como de las academias de la lengua, suelen ser lugares muy divertidos, la gente tiene un muy buen sentido del humor. Las academias no son inquisitoriales, no les corresponde crear, imponer y penar infracciones a ciertas reglas. En realidad, lo que hacen es registrar a quienes hacen el habla, que son el pueblo y el uso”, expresó.



Nacho Padilla formó parte del Grupo de escritores del Crack cuyo manifiesto fue publicado en 1996, sobre el cual explica: “Pretendía ser una ruptura con la tradición precedente para recuperar a Gabriel García Márquez, a Carlos Fuentes, a Mario Vargas Llosa, a Jorge Luis Borges, etc. El manifiesto no fue entendido en su momento. Hemos pagado el precio por nuestra falta de claridad. Pero creo que el crack no fue el único, pero sí fue uno de los primeros catalizadores de una renovación importante en la literatura en nuestra lengua”.



En su labor como cuentacuentos y lector apasionado, Ignacio Padilla ha manifestado en diferentes formas su interés por acercar al lector a la reflexión profunda por medio del lenguaje y la literatura. De tal forma, sin considerarse cervantista, ha profundizado en la obra de Miguel de Cervantes desde una óptica literaria más que académica. Asimismo, ha sido promotor del género cuentístico y ha coordinado el Encuentro Internacional de Cuentistas en la Feria Internacional de Guadalajara.



“El cuento es como una piedra basal del género novelístico destinado siempre a mantenerse al margen, porque es —y he escrito mucho sobre eso— un género utópico, un género neurótico, y por eso se relaciona tanto con lo fantástico. Y la realidad no es ni utópica ni fantástica, la realidad es dura y es distópica. Como autor de cuentos a quien normalmente se le sale de control uno y se le convierte en novela, guion u obra de teatro, qué más quisiera yo que el cuento fuera el género del siglo XXI”, indicó.



El autor de los libros de relatos Trenes de humo al bajoalfombra (1991) y de El androide y las quimeras (2008) afirmó que lleva 20 años trabajando en un proyecto de vida fundamentalmente cuentístico: “El género del cuento está destinado a ser un rey secreto. No se puede entender la gran novela latinoamericana sin los cuentos de Borges; no se puede entender Pedro Páramo sin los cuentos de El llano en llamas, por ejemplo; no podemos entender a García Márquez sin la obra cuentística de Horacio Quiroga, o de Felisberto Hernández, o de Macedonio Fernández. Juan José Arreola es importantísimo para entender las novelas de Fernando del Paso, por ejemplo”.



Literatura para niños



Ignacio Padilla es un reconocido escritor de literatura para niños y aseguró que es en este ámbito en el que siente que se comunica más con sus lectores, pues reconoce que su prosa no es sencilla. “De niño leía y me leían mis padres mucho. Creo que en gran medida la razón por la que escribo libros para niños es para agradecer y saldar una deuda con la literatura para niños, además tengo una necesidad de escribir para niños o para el niño que fui”, confesó.



A pensar de Nacho Padilla, la literatura para niños es muy importante para la formación lectora; no obstante, no cree en la literatura para jóvenes, ya que considera que son propicios para ellos grandes clásicos como El doctor Jekyll y el señor Hyde o La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson, o libros de H. G. Wells, Ray Bradbury o Isaac Asimov.



El multipremiado escritor ha sido reconocido con el Premio Bellas Artes de Obra de Teatro para Niños 2008, y el Premio Bellas Artes de Cuento Infantil Juan de la Cabada 1994 por Las tormentas del mar embotellado. Además del Premio Bellas Artes de Ensayo Literario José Revueltas 1999 por Los funerales de Alcaraván, y el Premio Bellas Artes de Ensayo Literario Malcolm Lowry 1994 por El dorado esquivo: espejismo mexicano de Paul Bowles.



Para Ignacio Padilla, ser reconocido en el ciclo Protagonistas de la literatura mexicana es como ganar un premio: “El premio te honra en la medida en quienes lo han recibido antes y en quienes han sido los jurados para darte ese reconocimiento. A mí me emociona muchísimo porque particularmente me parece una sistemática actividad de reconocimiento hacia cierto mérito literario y porque en él han participado y se ha rendido homenaje a autores a los que admiro y quiero entrañablemente”.



“Para mí es muy emocionante participar en Protagonistas de la literatura mexicana y más si me van a presentar dos personas a las que admiro y quiero tanto, que me conocen tan bien como Ana García Bergua y Jorge Fernández Granados. Es honrosísimo, como honroso ha sido haber entrado a la AML, por quienes han estado ahí”, finalizó el escritor mexicano.

Mas Articulos